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Qué hacer en Sevilla este fin de semana

Un Cerro de amor para la Virgen de los Dolores

El Martes Santo se vivió en Afán de Rivera con ilusión, esperanza y fervor a la Virgen de los Dolores.

La Virgen de los Dolores en el Martes Santo de 2021. / José Ángel García
Pablo Lastrucci

30 de marzo 2021 - 21:00

Amanecía nublado en el sevillano barrio del Cerro del Águila, en un Martes Santo distinto en el que por la calle Afán de Rivera pasaba el 26, en vez de la fila de nazarenos con antifaces de terciopelo burdeos y capas blancas. Algunos balcones parecían esperar el paso de la cofradía, adornados con colgaduras de damasco, velas y fotografías de los tres titulares de la hermandad. Los comercios abiertos, como cualquier día laborable, pero con algún guiño al día tan señalado. Sonaban marchas y olía a incienso, al tiempo en que se veían estampas de años pasados enmarcadas en algunos escaparates. Una jornada llena de detalles sencillos pero altamente emotivos.

En los exteriores de la parroquia, una inmensa cola daba la vuelta completa a la manzana. Devotos llegados de todos los barrios de la ciudad y de vecinos del Cerro del Águila, algunos de ellos con flores para ofrecerle a sus amatísimos titulares. Estaban dispuestos a esperar el tiempo que hiciese falta, con tal estar unos minutos escasos delante de Él y de Ella. Mientras, en la calle Nuestra Señora de los Dolores, la casa hermandad se encontraba abierta, con una mesa petitoria. Como un espejismo de lo que tendría que estar sucediendo a esa hora del mediodía, podía verse el paso sobre la que Nuestro Padre Jesús de la Humildad tendría que haber procesionado a la Santa Iglesia Catedral, como primero de los tres pasos que esta cofradía pone en la calle desde 2019.

Dos fieles ante el Cristo del Desamparo y Abandono. / José Ángel García

Frente por frente al templo, se apreciaban grandes colgaduras en las que podía leerse "Reina del Cerro, Reina del Martes Santo", sobre las banderas de España y Andalucía. Desde ese balcón hubiesen llovido pétalos al son de la marcha "Coronación", de Manuel Marvizón. Ya en el interior, la Virgen de los Dolores había bajado de su altar, ocupando en presbiterio del altar mayor, rodeada de ramos y centros de flores. Dos escoltas de la policía local la acompañaban, uno a cada lado del altar. No hubo lágrimas, sino amor a la María Santísima y a su Hijo. El Cristo del Desamparo y Abandono se presentaba en su altar con el frontal de su paso a modo de peana. A su derecha, el Cristo de la Humildad recibía la veneración de sus fieles luciendo una túnica de terciopelo morado lisa, con potencias y cíngulo de oro.

No faltó casi nadie. Allí estaba la pregonera Charo Padilla, con sus mujeres del Cerro. "Pena ninguna, la Virgen está aquí y se puede venir a verla todos los días; no se le quiere más porque esté o no en la calle" nos dice una hermana muy antigua, Mariluz Gómez Carmona, vecina del Cerro y ferviente devota. Su padre, José Gómez Grajero, se llevó muchos años "siendo número uno, hasta que se murió con 96 años", y según nos cuenta su hija, fue uno de los que puso todo su empeño para que esta joya de Sebastián Santos terminase siendo la madre de todo un barrio, ya que en un principio la talla no estaba realizada para ser vendida a ninguna cofradía.

Colgaduras frente a la iglesia de los Dolores. / José Ángel García

Durante la mañana, el autor del Nazareno de la cofradía, el escultor y profesor Juan Manuel Miñarro, donó una rosa de pasión hecha en esmalte, realizada por una alumna suya, en color celeste, que tras ser bendecida fue colocada en la mano izquierda de la Virgen de los Dolores, donde también portaba un rosario de carey.

Desde uno de los bancos, el bordador y antiguo hermano mayor del Cerro, Francisco Carrera Iglesias, 'Paquili', nos detalla cómo va vestida la Virgen de los Dolores. "Tiene un tocado antiguo de pico que le compré en París, y lo que he hecho es embellecerlo con con bordados, pedrería y cristal; además tiene en el pecho un aderezo traído del gran bazar de Estambul, que es una imitación a una joya persa". Llamaba poderosamente la atención la luz que desprendía la Virgen al contacto con la claridad que entraba por la puerta principal del templo. "Tiene la saya que estrenó en 1995, el manto de salida, y después en la cintura lleva los regalos de diferentes hermandades y gente del barrio". Entre el ajuar y la corona, podían verse las joyas que le hizo Ignacio "el joyero".

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