La Cena y La Hiniesta

Hace 85 años ambas cofradías salieron de Los Terceros

Las actuales imágenes de la Hiniesta, obra de Castillo Lastrucci, se estrenaron en 1938 cuando se mudaron a ese templo

El Cristo de Humildad y Paciencia en su primera salida procesional.
El Cristo de Humildad y Paciencia en su primera salida procesional. / M. G.

En la configuración del Domingo de Ramos, uno de los aspectos de controversia en los últimos años ha sido el recorrido de vuelta de La Hiniesta y La Cena, que formaban el llamado trenecito al salir de la Catedral. Este año irá por medio La Paz. Por encima de cuitas pasajeras, son dos cofradías que están unidas por la historia. La Cena y La Hiniesta han vivido importantes acontecimientos juntas. Hace 85 años, en 1939, ambas cofradías salieron de la iglesia de los Terceros. Es más: las imágenes actuales del Cristo de la Buena Muerte y la Virgen de la Hiniesta, recién talladas por Antonio Castillo Lastrucci, se estrenaron en los Terceros, un año antes, el Domingo de Ramos de 1938.

La Virgen de la Hiniesta, que era la segunda de Castillo, había sido bendecida en septiembre de 1937, en San Luis, donde la hermandad se encontraba provisionalmente. Pocos meses después, el domingo de Pasión, 3 de abril de 1938, también en San Luis, fue bendecido el Crucificado. Pero desde allí no podían salir, por lo que se trasladó a Los Terceros.

En la iglesia de Nuestra Señora de la Consolación (vulgo Los Terceros), que fue el templo de los escolapios, coincidieron La Cena y La Hiniesta para las salidas de 1938 y 1939, los dos últimos años de la Guerra Civil.

La Hiniesta sufrió dos sucesos devastadores, como es sabido. El 8 de abril de 1932 perdió sus imágenes y enseres, en el incendio de la parroquia de San Julián, que quedó prácticamente destruida. Se trasladaron a San Marcos, donde dieron culto a la segunda Virgen de la Hiniesta, la primera que hizo Castillo Lastrucci. Esa Virgen también fue destruida en el incendio provocado el 18 de julio de 1936 por las hordas marxistas (según se decía entonces), en el templo de San Marcos. En 1937 y 1938, Antonio Castillo Lastrucci renovó las imágenes, que son las actuales titulares.

La Cena tenía su sede en la parroquia de Omnium Sanctorum, en aquellos años convulsos. El 18 de julio de 1936 también fue incendiado el templo de la calle Feria, que quedó destruido en su interior. Se salvaron las imágenes titulares de la Cena, que habían sido previamente escondidas en domicilios particulares. Aunque sufrieron daños graves las imágenes del apostolado. La hermandad se trasladó, en aquel año 1936, a la iglesia de la Consolación (los Terceros), desde donde salió el Lunes Santo (por lluvia el Domingo de Ramos) con el Cristo de la Humildad y Paciencia y la Virgen del Subterráneo, pero sin el misterio.

El Domingo de Ramos de 1938, cuando la Hiniesta también estaba en Terceros, fue un día para el recuerdo. La Hiniesta estrenó sus imágenes titulares. La Cena estrenó el apostolado que talló Antonio Bidón. Esas imágenes fueron vendidas en 1983 a Puente Genil, tras realizar Luis Ortega Bru los apóstoles que salen desde entonces.

Hace 85 años, en 1939, La Cena y la Hiniesta también coincidieron en Los Terceros. Fue la última vez que estuvieron en el mismo templo.

Después, la Hiniesta salió de la antigua iglesia de Monte Sión (actual Archivo de Protocolos) en 1940; y desde San Martín entre 1941 y 1945. Hasta que en 1946 regresó a su reconstruido templo parroquial de San Julián, del que se había ausentado en 1932, con motivo del incendio. Habían pasado 14 años de trágicas pérdidas y provisionalidad.

Por su parte, la Hermandad de la Cena, tras el incendio de Omnium Sanctorum en 1936, ya no regresaría a ese templo, de donde salía cuando era la primera cofradía del Domingo de Ramos. En los Terceros estuvo desde 1936 a 1958, cuando se mudó a la iglesia de la Misericordia (calle Zurbarán). Permaneció en ese templo desde 1958 a 1973. Aquel año retornó a Los Terceros, templo que les fue cedido al desaparecer el antiguo convento. Allí La Cena inició una nueva etapa. En 1974, un año después del regreso, volvió a salir el Cristo de la Humildad y Paciencia. Y al año siguiente, en 1975, le encargaron los nuevos apóstoles a Luis Ortega Bru.

Como curiosidad, se puede reseñar que, por motivos diversos, estas dos cofradías del Domingo de Ramos han salido otros días de la Semana Santa. En 1879, cuando se reorganizó la Hiniesta, fijaron la Madrugada del Viernes Santo como su día de salida. Sin embargo, su primera estación, en 1881, fue el Lunes Santo, y en 1882 salieron el Domingo de Ramos. En 1883, según el plan inicial, pasaron a la Madrugada. En 1886 salió el Miércoles Santo. En 1888, 1889 y 1891, el Jueves Santo. Después estuvo en decadencia varios años. En 1906 volvieron a salir y pasó a la tarde del Domingo de Ramos, que entonces se consolidó como su día.

La Cena salió el Jueves Santo en el siglo XVIII. En el XIX, salió en 1830 el Miércoles Santo. En 1878 salió el Martes Santo y en 1882 regresó al Miércoles. Se incorporó en 1897 al Domingo de Ramos, día en el que se consolidó cuando se reorganizó en 1913.

La configuración de la Semana Santa ha cambiado según los tiempos. Cada hermandad defiende sus derechos y sus criterios. Pero también se saben unir. La Cena y La Hiniesta han afrontado juntas muchas dificultades.

Medio siglo de Humildad y Paciencia

Este Domingo de Ramos se cumplen 50 años desde que el Cristo de la Humildad y Paciencia volvió a salir a las calles de Sevilla. Quedan todavía cofrades que recuerdan con nostalgia y orgullo aquella recuperación de una imagen que no salía desde 1937. Uno de ellos fue Jesús Creagh Álvarez de Toledo, uno de los principales impulsores para que volviera a salir en 1974. Este año lo están conmemorando.

El Cristo de la Humildad y Paciencia es una imagen anónima del siglo XVI. Anónimo tenía que ser, porque en Él todo es humildad, desapego de las glorias mundanas. Es un Cristo de los más olvidados de nuestra Semana Santa. Es un Cristo que pasa en silencio, sentado, dolorido, ensimismado en sus pensamientos, como ausente del mundo que lo rodea. Es un Cristo en la soledad más terrible y desgarrada, que se entrega por los indiferentes, por quienes lo ignoran, por quienes lo desprecian, por quienes lo ven y celebran sólo lo superficial de la Semana Santa, sin profundizar en su trascendencia.

El Cristo de la Humildad y Paciencia, sentado en el Calvario, se nos presenta más humano que nunca, sabe que va a morir. Es el Cristo que medita ante la muerte. El Cristo de la Humildad y Paciencia derrotará a la muerte, pero está sufriendo hasta el extremo. Y a veces, cuando pasa su soledad entre la multitud, se aleja entre murmullos indiferentes. Eso confirma que existe otra Semana Santa: la de quienes no entienden el misterio.

Ya son cincuenta años desde que regresó el Cristo de la Humildad y Paciencia a las calles de Sevilla, para recorrerlas entre incienso y azahar que perfuman su silencio, para vencer a la muerte que le aguarda en el Calvario. Mensaje primordial de Vida Eterna que no todos perciben.

Fíjense bien en este Cristo, el más humilde. Vean que pasa, pero hay algo que se queda. Es un suspiro fugaz, es una promesa que estremece el alma.

stats