La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Más allá de la voz de la Laura Gallego
Júbilo y alegría en la localidad de Carmona. Su patrona, la devotísima Virgen de Gracia, saldrá en procesión extraordinaria el próximo 24 de septiembre, al cumplirse tres cuartos de siglo de la fundación de la hermandad. El pasado 2 de febrero, el Arzobispado, a través de D. Manuel Vázquez Lombo, Delegado Episcopal, firmaba la autorización para que la imagen procesionase por su pueblo el cuarto domingo de septiembre.
En declaraciones a este periódico, su hermana mayor, Concha Gavira, manifiesta que "todo el mundo se ha volcado en redes sociales compartiendo la noticia, felicitándonos... Para Carmona supone mucho esta procesión, la Virgen no sale normalmente de manera extraordinaria. Hace ocho años que salió por última vez. Los vecinos y hermanos esperaban este momento con ilusión y muchas ganas".
Respecto al formato de la procesión, "se celebrará una Misa por la mañana y después visitará, tal y como apuntan sus Reglas, el convento de las Descalzas. Posteriormente recorrerá las calles de la localidad, en un itinerario que aún estamos definiendo".
La hermandad ha compartido en sus redes sociales, hace escasas horas, la autorización eclesiástica que le permite celebrar una procesión con la imagen. Se da la circunstancia que, como tal, no es una salida extraordinaria, ya que la corporación recoge en sus Reglas que la procesión ordinaria de la imagen se dará solo por "motivos extraordinarios". Es decir, la Virgen de Gracia solo sale a la calle por una justificación de peso, como es el caso. Además, la Santa Sede le concedió un Año Jubilar por esta misma efeméride; desde entonces, cientos de devotos y peregrinos caminan periódicamente hacia la Prioral de Santa María.
La última vez que la Virgen de Gracia procesionó por Carmona fue en el pasado 2015, hace ocho años, para conmemorar el XXV aniversario de su coronación (1990) y los 725 años de la llegada a la ciudad. Según la tradición, la imagen de la virgen de Gracia fue hallada por un pastor en el interior de una gruta que se encuentra a las afueras de la ciudad, donde había permanecido oculta durante la dominación musulmana. Trasladada a la ciudad para contemplación del vecindario, milagrosamente regresó a la cueva, hecho que se interpretó como signo de la intención de residir en dicho lugar. Desde entonces santeros y ermitaños se encargan de su culto engrandeciendo su fama, hasta la llegada en 1477, por orden de Isabel I, de la comunidad jerónima de san Isidoro del Campo que eleva en su honor un convento sobre el risco.
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