Carlos Navarro Antolín
La pascua de los idiotas
Patrimonio
Un orgullo para los hermanos del Buen Fin. La hermandad del Miércoles Santo ha logrado la excelencia artística con el nuevo misterio que estrena este año para su crucificado. El conjunto se debe a Darío Fernández Parra, imaginero que incomprensiblemente no contaba hasta ahora con ninguna obra en la Semana Santa de Sevilla, pese a la gran y acreditada calidad que posee.
"Una maravilla". Ha sido la expresión generalizada de quienes este miércoles han contemplado el misterio. Dos años de un trabajo conjunto en el que, además de la labor de Parra, ha resultado fundamental la asesoría artística de Jesús Corral Zambruno (responsable de los grandes altares de culto de la corporación), del taller de bordados de la hermandad y de orfebrería Villarreal. Una labor al unísono que ha dado como resultado la excelencia.
Lo primero que llama la atención es el movimiento que tiene la escena recreada: la entrega del escrito para descender al crucificado. Se divide en dos planos. El primero lo protagonizan Nicodemo y la Magdalena. El Santo Varón porta una escalera en diagonal (sirve para introducir al espectador en el misterio) y mira a los ojos al Cristo del Buen Fin, cuya posición se ha adelantado en el paso. Le resbala una lágrima. Según Parra, por su contacto visual con Jesús representa a los devotos. La Magdalena, por su parte, aparece arrodillada y abrazada a la cruz. Será la primera imagen autómata de la Semana Santa de Sevilla, pues gracias a la empresa Metalgen, su brazo izquierdo se separará del Santo Leño para permitir la bajada y subida del crucificado en la salida y entrada a la iglesia de San Antonio de Padua.
La segunda está protagonizada por José de Arimatea, que sostiene en vertical otra cruz y entrega el escrito para descender a Cristo al soldado romano. El centurión recupera la coraza que en su día labrara Seco Velasco. De su adaptación se ha encargado el taller de Villarreal, al que también se deben las aureolas que lucen el resto de imágenes.
No debe dejarse atrás el ropaje, que contiene bordados realizados por el taller de la hermandad y que aportan ese aire antiguo, al que también contribuye la excelente policromía de las imágenes, a semejanza de la del crucificado. Como si todo el conjunto hubiese sido creado en el siglo XVII.
El misterio aparece sobre un monte tallado, en el que se disponen, entre otros elementos, la calavera de Adán (como símbolo de la Redención humana), los dardos con los que se repartieron la túnica del Señor y el tarro con los ungüentos para cuando el cuerpo de Cristo sea descendido.
El paso ha sido modificado levemente. Se ha ensanchado la canastilla y a la parihuela se le ha sumado una trabajadera (ahora son siete). Se trata, sin duda, del gran estreno de la Semana Santa de 2024 y una de las mayores aportaciones al arte sacro del siglo XXI.
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