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Desde que el coronavirus se erigiera como el primer gran impacto de repercusión planetaria en la historia reciente del mundo, ha traído consigo desafíos antes impensados para la sociedad, la economía y la salud mental y física de las personas. La emergencia por la pandemia también ha visibilizado las vulnerabilidades en las que antes no nos deteníamos, aumentando de manera considerable los trastornos mentales derivados de la incertidumbre, la exposición constante a información pesimista, rutinas diarias alteradas, presiones económicas, y aislamiento social. Pero esto también ha focalizado más la atención en pasar más tiempo en redes, autoanalizarse más o caer en tendencias compulsivas. Así, los expertos han advertido de un "aumento importante" de trastornos de la conducta alimentaria en adolescentes, sobre todo a partir del último trimestre de 2020 y que tienen su origen en el inicio de la crisis sanitaria o en los meses posteriores.
En concreto, la Unidad de Salud Mental del Hospital Universitario de Torrejón (HUT), gestionado por este grupo sanitario, la psiquiatra infanto-juvenil del HUT, Sara Antón explica que ''en la consulta de Psiquiatría infanto-juvenil hemos visto un incremento de casos preocupante, con muchos pacientes que llegan en un peso muy bajo, y que sitúan el inicio del trastorno en los primeros momentos del confinamiento".
La doctora detalla que, en general, "se trata de pacientes más jóvenes, con una edad media de 13 años, al inicio de la adolescencia" y le llama la atención "un mayor número de varones afectados, en relación al aumento total de casos".
"Generalmente -prosigue- se trata de pacientes con sobrepeso, más o menos acusado, que han anticipado que iban a engordar durante el confinamiento y se encuentran en una fase inicial de la adolescencia, en la que son más conscientes de su cuerpo y se preocupan mucho por su imagen personal".
Por lo que respecta a los adultos, endocrinos de este grupo sanitario coinciden en que la pandemia ha propiciado hábitos de alimentación erróneos y un peor control de la ansiedad en la ingesta de alimentos. Ruth Boente, endocrino del Hospital Ribera Povisa, asegura que "en general durante la pandemia, los pacientes con sobrepeso u obesidad descuidan más sus hábitos de alimentación y sobre todo el ejercicio, y lo atribuyen al miedo unos y al aburrimiento otros".
Sin embargo, explica que también tiene casos que han aprovechado para cuidarse más. "La sensación es que los pacientes psicológicamente más fuertes y optimistas ven y aprovechan la parte positiva de la pandemia", añade.
PATRONES DE ALIMENTACIÓN DISFUNCIONALES
"A los pacientes les está costando más controlar la comida entre horas o picoteos, así como la ansiedad por la ingesta de comida, y falta motivación para comer bien y cuidarse", asegura este especialista, que divide en dos grandes perfiles a estos pacientes: los grandes comedores, que aseguran que no se sacian fácilmente; y los picoteadores, que comen muy rápido y a deshora. Recuerda el doctor Negueruela que este problema se suma al que ya teníamos antes del Covid: "el 50% de la población tiene sobrepeso u obesidad".
Los trastornos de alimentación más habituales detectados estos últimos meses en niños y adolescentes son trastornos de alimentación restrictivos, aunque con el tiempo, según explica la doctora Antón, "pueden complicarse, presentando características bulímicas".
"Conductas que inicialmente se percibe en la familia como algo positivo, relacionado con el autocuidado, progresivamente se va transformando en un trastorno", añade. Por eso recomienda estar muy pendiente de "cualquier cambio importante en los hábitos de alimentación y ejercicio, si el adolescente muestra una preocupación excesiva por la imagen corporal o si se pesa muchas veces".
En ese cuidado "a veces excesivo de la imagen", explican, tienen un protagonismo especial las redes sociales. Nuria Lázaro, enfermera especialista en Salud Mental y coordinadora del Programa de Trastorno de Alimentación del HUT asegura que "están cada vez más de moda las páginas que hablan de alimentación y nutrición, que pueden ser un arma de doble filo cuando sus mensajes se convierten en pensamiento nuclear, y determinan la conducta".
En opinión de la doctora Boente, endocrino del Hospital Ribera Povisa, "tenemos que trabajar para que nuestros adolescentes y jóvenes sean capaces de realizar una alimentación variada, que no eviten o rechacen ciertos grupos de alimentos, ni comer acompañados". "Una pérdida de peso inesperada junto con lo anterior debe alertarnos sobre un posible trastorno de la alimentación", asegura.
Finalmente, el doctor Negueruela, especialista en Endocrinología del Hospital Universitario del Vinalopó, recomienda "incorporar el ejercicio físico diario, la dieta mediterránea, tener una vida activa, cultivar el apoyo familiar y las relaciones sociales a pesar de la pandemia". Y sobre todo, no descuidar la educación sobre la salud entre los niños y adolescentes.
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