¿Qué número de cervezas al día se considera alcoholismo?
Más allá de la cantidad, también han de tenerse en cuenta otros factores como la respuesta del organismo a largo plazo o cómo la ingesta interfiere en la vida cotidiana
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La cerveza es una de las bebidas más consumidas del mundo después del agua y es más antigua que las letras porque antes de saber leer y escribir el ser humano ya consumía cerveza. Desde las civilizaciones antiguas se veneraba el 'oro líquido' como un elixir procedente de los dioses con numerosos beneficios para la salud. Y así se ha mantenido la tradición hasta nuestros días. La cerveza es un 'básico' en el día a día de muchos y puede considerarse más la norma que la excepción tomar más de una al día. En concreto,por su cultura, España destaca como uno de los países que más la consume.
En este sentido, la creencia popular extendida de que su consumo puede ser beneficioso para la salud, es una excusa más para consumirla bajo cualquier pretexto: desde una reunión con amigos hasta como medicina para los 'males' del día. En cuanto a la evidencia científica, la existente respalda los beneficios para la salud del consumo moderado de cerveza en adultos, pero resultaba necesario determinar la cantidad concreta que se consideraba como moderada.
De acuerdo con diferentes revisiones, el consumo moderado de alcohol de 196 g/semana para hombres y 112 g/semana para mujeres establecería el margen diario en una o dos cervezas (entre 400 y 700ml.) para que puedan adquirirse los beneficios de su consumo, y siempre sin acumular las cantidades en un mismo día, sino bien distribuido.
En este sentido, cabe recordar que ningún consumo de alcohol es completamente inocuo, lo 'moderado' solo marca un límite de menor riesgo. Y si rebasamos incluso ese límite, lo que podemos considerar un 'acto social' que no entraña riesgos, se puede convertir en un serio problema.
A este contexto, el consumo diario de cerveza está tan arraigado que pocos se atreven a plantearse si su hábito puede desencadenar una adicción. Pues bien, beber cerveza todos los días y en ciertas cantidades puede conllevar importantes consecuencias negativas, desde dependencia y alcoholismo hasta un mayor riesgo de depresión y enfermedades o, incluso en algunos casos, de muerte prematura.
Si bien es cierto que las razones para no beber jamás alcohol son muchas, destacan su alteración del sistema cerebral y el sistema inmune, su potencial para provocar trastornos mentales, su elevado contenido calórico (destacando su participación en la gran epidemia de obesidad que vivimos actualmente) y, finalmente, su potencial para reducir nuestra esperanza de vida.
Los síntomas de la adicción al alcohol son la ansiedad por consumirlo, pérdida del control, incapacidad para parar de beber, dependencia física, que provoca el síndrome de abstinencia (sudoraciones, fiebre, temblores) cuando se deja de tomarlo, y la tolerancia (necesidad de beber cada vez mayores cantidades de alcohol). Pero, ¿dónde está el límite?, ¿qué número de cervezas al día pueden considerarse alcoholismo?
Número de cervezas que pueden derivar en alcoholismo
La dependencia a los espirituosos tiene unos parámetros establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS), inspirados en la Asociación Americana de Psiquiatría: adicto quien consume, de media, más de cinco o seis uidades al día (una se considera 10 gramos de etanol puro: 250 mililitros de cerveza o 100 de vino). También podría equipararse consumo muy elevado el consumo de 5 o más bebidas en 2 horas para un hombre y 4 bebidas en dos horas en el caso de las mujeres.
La cerveza tiene menos peligro, pero cuanto antes se empiece, peor. "Es raro que las bebidas fermentadas de baja graduación y en pequeñas cantidades generen necesidad. El pequeño consumo [uno o dos botellines al día] de bajo riesgo, está lejos del alcoholismo, pero tiene un potencial adictivo y a largo plazo puede incrementar el riesgo'', explica el médico de familia Rodrigo Córdoba.
Disfrutar de la cerveza o el vaso de vino cada día es lo que llaman los expertos "el proceso de luna de miel", cuando la relación de la sustancia es placentera y no genera consecuencias negativas. Pero la línea que separa el uso, el abuso y la dependencia es muy estrecha. Las alarmas que saltan al acercarse a la frontera se dan cuando la forma de consumo cambia.
Pregúntate si interfiere con tu rutina o si puedes convertirte en abstemio, aunque sea temporalmente. En principio, quienes no renuncian a su caña diaria no son personas adictas, siempre y cuando no padezcan cambios que alteren su vida cotidiana provocados por dicho consumo y si pueden pasar días de ayuno sin ansiedad, como aconseja la OMS.
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