Este experto en nutrición nos asegura que este alimento es "de las mayores riquezas que nos ha dado la naturaleza"

Nutrición y Bienestar

Nos va a ayudar a calmar irritaciones y a combatir bacterias o virus que puedan estar al "acecho"

Es anticoagulante, vasodilatador y depurador: conoce todas las propiedades del ajo deshidratado

Sopa de ajo
Sopa de ajo / Canva

Imagina que estás sosteniendo un tazón humeante de algo calentito ahora que están bajando las temperaturas y nos va apeteciendo que nuestro cuerpo por dentro también reciba las bondades de la alimentación caliente. No solo se trata de un plato reconfortante y delicioso, sino que también es un "chute" de energía para nuestro organismo. Todo esto lo conseguiremos con un plato sencillo pero increíblemente bueno que ha sido capaz de pasar de generación en generación y en muchas culturas. Hablamos de la sopa de ajo.

Puede que no sea de los más atractivos, pero en el momento en el que introducimos la primera cucharada en la boca, el calor de la sopa comienza a trabajar en nuestro sistema. El ajo, que es el ingrediente estrella, contiene un compuesto llamado alicina, que se libera al picarlo o machacarlo y es el resposable de muchos de los beneficios que recibimos con la ingesta de la sopa de ajo. Veamos cómo actúa en el organismo y por qué el nutricionista Pablo Ojeda asegura que "es una de las mayores riquezas que nos ha dado la naturaleza".

Cómo trabaja en el organismo

En primer lugar, cuando tomamos la sopa de ajo, la alicina comienza su viaje hacia nuestro estómago, pero antes, pasa por nuestra garganta, donde su carácter antimicrobiano actúa como un desinfectante natural. Esto nos viene muy bien ahora que estamos en plena época de virus, resfriados y gripes, ya que nos va a ayudar a calmar irritaciones y a combatir bacterias o virus que puedan estar al "acecho".

Una vez que llega al estómago, el año comienza a desplegar otro de sus talentos que es estimular la producción de jugos gástricos, ayudando a una digestión más eficiente. Aquí también juega un papel importante el calor de la sopa, la cual favorece la circulación sanguínea hacia el tracto gastrointestinal, optimizando la absorción de nutrientes. Los carbohidratos ligeros del pan o las patatas, a menudo presentes en esta sopa, se descomponen rápidamente en glucosa, proporcionando energía de fácil acceso sin sobrecargar tu sistema digestivo.

Pero la cosa no termina aquí. Desde el estómago, los compuestos bioactivos del ajo, como la alicina y los antioxidantes, ingresan al torrente sanguíneo donde a reducir la inflamación y a combatir el estrés oxidativo, protegiendo las células de los daños causados por los radicales libres. Esta acción antioxidante es clave para retrasar el envejecimiento celular y prevenir enfermedades crónicas.

Flujo constante de oxígeno y nutrientes

Esto no solo mejora la salud del corazón, sino que también permite que todos los órganos reciban un flujo constante y saludable de oxígeno y nutrientes. A largo plazo, este efecto protector reduce el riesgo de enfermedades cardíacas, derrames cerebrales y otras complicaciones relacionadas con el sistema circulatorio.

Ahora, sigamos nuestro recorrido hacia el hígado, uno de los órganos que más se beneficia del ajo. Aquí, los compuestos del ajo actúan como desinfectantes naturales ya que yudan al hígado a eliminar toxinas acumuladas y a procesar los desechos metabólicos de manera más eficiente.

Esta acción depurativa nos beneficia considerablemente debido a nuestra constante exposición a contaminantes y alimentación poco salubable; de esta forma, nuestro hígado trabaja con mayor eficacia, enviando señales al resto del cuerpo de que está listo para protegernos.

En paralelo, el ajo hace una parada estratégica en tu sistema inmunológico. Aquí, sus propiedades antimicrobianas y antifúngicas refuerzan tus defensas, ayudándote a prevenir infecciones y recuperarte más rápidamente de enfermedades comunes.

Conexión intestino-cerebro

Los compuestos prebióticos del ajo, junto con las fibras presentes en algunos de los ingredientes de la sopa, alimentan a las bacterias buenas en nuestro intestino, por lo que va a ayudar a que nuestra microbiota esté equilibrada. Esto es clave para una digestión sana y una mejor absorción de nutrientes. Un intestino feliz no solo mejora nuestra salud física, sino también nuestro bienestar mental, gracias a la conexión entre el intestino y el cerebro.

En este sentido, no podemos dejar de lado, por tanto, el impacto emocional de la sopa de ajo. Cuando la sopa de ajo recorre nuestro cuerpo, aportándonos todos los beneficios, a su vez estos se combinando con el resultado de una sensación de confort que calma nuestro sistema nerviosos, por lo que va a actuar como un "bálsamo" que calma nuestro estrés y promoviendo un estado de relajación.

Así que, la próxima vez que tomes un tazón de sopa de ajo, recuerda que no estás disfrutando simplemente de un plato delicioso, sino que estás proporcionando a tu cuerpo y mente de una nutrición física y mental.

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