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La verdadera clave para adelgazar se encuentra en el cerebro

Neurociencia

Las emociones, junto con señales visuales y olfativas, juegan un papel mayor incluso que la fuerza de voluntad.

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El estrés juega un papel fundamental en la dieta. / Archivo
S.B.

14 de junio 2021 - 20:00

La neurociencia aplicada a la nutrición está aportando cuestiones fundamentales para entender cómo funciona nuestro organismo y cómo es la relación entre nuestra actividad cerebral y nuestros hábitos de alimentación. Las emociones mal gestionadas, el estrés del día a día, un mal momento o los pensamientos compulsivos tienen mucho que ver en el control del peso. El primer paso está en nuestro estado de ánimo, en nuestra mente.

En consecuencia, las personas pasamos por momentos vitales en los que engordamos y,sobre todo, adelgazamos sin buscarlo. Dietas fallidas que no surten efecto o pérdidas de peso en un momento que no se busca este fin. Las emociones mal gestionadas y los pensamientos recurrentes,así como el estado de ánimo, interfieren en el comportamiento alimenticio y el metabolismo incluso con una fuerza mayor que la voluntad.

Buscar una solución inmediata con la comida es algo muy recurrente, la sensación de felicidad que se genera tras ese momento aparta por un momento las dificultades. Lamentablemente, las emociones y las dificultades seguirán estando ahí y el acto obsesivo por comer será perjudicial porque tenderán a engordar.

La ansiedad, tristeza, aburrimiento, soledad, estrés son los estados más comunes en los que se suele comer compulsivamente. También pueden influir las alteraciones del sueño, que ligado a su vez al estrés, la ansiedad y la depresión hace que una persona se levante varias veces a comer durante la noche. El estrés nos lleva en algunas ocasiones a comer más, de forma compulsiva, sin ser conscientes de lo que comemos, normalmente alimentos hipercalóricos, ricos en azúcares y grasas.

Lo mismo pasa al contrario,cuando la persona se vuelca excesivamente en sus emociones o las vive con angustia puede producirse lo que conocemos como''estomágo cerrado''. Suele ocurrir en procesos de duelo o desamor, se produce una pérdida de peso explosiva en un período corto de tiempo, aunque suele estabilizarse con los meses.

El doctor francés Yann Rougier, quien participa en diferentes equipos científicos en el campo de la psico-neuro-inmunología, explica en su libro ‘Entrena tu cerebro para adelgazar’ (La Esfera de los libros): “Cada vez que nos llevamos un alimento a la boca, lo hacemos bajo la influencia de una cascada de neurotransmisores que se abren paso ‘a codazos’ en el cerebro. Ahora bien, esos mismos neurotransmisores son también ‘esclavos dóciles’ de tus pensamientos y tus emociones.''

5 consejos para adelgazar según la psico-neuro-nutrición

  1. Presta atención a tu respiración. A menudo, lo que creemos que es hambre es simplemente ansiedad y basta con detenerse un momento a regular nuestra respiración, marcando unos tiempos de inhalación y de exhalación para que poco a poco se deshaga el nudo que nos aprieta el estómago y que pretendemos calmar con comida que solo nos hará sentirnos peor.
  2. Escucha a tu cuerpo. Desde la piel hasta los músculos o los órganos internos… el cuerpo nos habla constantemente y nos da pistas de lo que nos sobra o nos falta a nivel nutricional, pero también a nivel emocional. Una barriga hinchada puede hablarnos de una carga emocional no resuelta, un dolor de garganta puede indicarnos algo que guardamos y no nos atrevemos a decir, etc. Es esencial atender a estos mensajes para buscar recursos no físicos que resuelvan nuestro malestar.
  3. Conecta con tus emociones. Si has identificado el foco de tu malestar físico, ahora toca ahondar en la causa y atreverse a ponerle nombre a la emoción que está alterando nuestras funciones fisiológicas.
  4. Elimina lo tóxico. En términos de alimentación pero también relaciones o conductas que impiden que nuestro organismo fluya con normalidad y se produzcan estancamientos de grasa, kilos extra, problemas digestivos, etc.
  5. Introduce pequeños cambios en tu dieta. Opta por una dieta limpia y depurativa en la que predominen las verduras. Empieza por aquellas que te gusten más e incrementa su presencia en tu menú semanal progresivamente. Sustituye los fritos, bollería y comida procesada por recetas détox que marquen a tu cerebro un nuevo camino con una mejor recompensa: tu salud física y tu bienestar emocional.

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