Motivos por los que NUNCA hay que lavar el pollo antes de cocinarlo
Nutrición y dietética
Lavar el pollo puede conllevar riesgos añadidos como contribuir al crecimiento de las bacterias o propagarlas a otros alimentos
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Mantener buenos hábitos de higiene en la cocina es imprescindible para la propia salud humana. Asimismo lo es hacerlo con la comida que vamos a consumir. Esta acción forma parte casi de un ritual, lavar los alimentos antes de cocinarlos para que ninguna bacteria o las menos posibles lleguen a nuestro plato. Sin embargo, llegados a este punto, cabe mencionar que hay algunos de ellos que no deben pasar este filtro. Es más, lo recomendable es no hacerlo y, entre ellos, está un básico de nuestra alimentación: el pollo.
''Lo que hacemos (si lavamos el pollo bajo el grifo) es esparcir los microorganismos con el agua, y la humedad contribuye al crecimiento de las bacterias'', explica Lluís Riera, director de SAIA, consultora de seguridad alimentaria. Además, según indican desde el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), ha advertido que de hacerlo podemos propagar bacterias dañinas a los utensilios u otros alimentos que haya alrededor.
LAVAR NO ELIMINA BACTERIAS, COCINARLO SÍ
Es decir que, lavar el pollo no elimina las bacterias que este pueda tener. Éstas se eliminarán al cocinarlo correctamente a una temperatura adecuada. ''Estas bacterias (del pollo) se eliminan con el calor. En el caso de las carnes crudas, además, hay que tener en cuenta que buena parte de los microorganismos están en las vísceras de los animales.'', explica Riera.
''Por lo tanto, cuanto más pequeño es el animal, más cerca de la carne están las vísceras, y más fácil será que pasen los microorganismos a la carne. En una carne de animal pequeño, como por ejemplo la de pollo, puede haber más microorganismos que en la pieza de un animal grande, como por ejemplo la de becerra'', continúa el profesional.
Desde los organismos aconsejan, entre otras recomendaciones. colocar el pollo crudo en una bolsa desechable antes de almacenarlo en el frigorífico, lavarse bien las manos con jabón después de manipularlo, usar una tabla de pelar y cortar que no se use para el resto de alimentos y, lo más importante, nunca colocar ningún alimento cocido o productos frescos en la misma balda del frigorífico.
Hace un par de años la Agencia de Normas Alimentarias del Reino Unido (FSA por sus siglas en inglés) tras un estudio realizado entre la población británica hizo pública la advertencia de que lavar el pollo antes de cocinarlo aumenta el riesgo de propagación de la bacteria campylobacter en las manos, las superficies de trabajo, la ropa e utensilios de cocina a través de la salpicadura de gotas de agua.
No hay que olvidar que la toxiinfección alimentaria más frecuente en Europa es precisamente la que produce el Campylobacter. De hecho, según la Organización Mundial de la Salud, esta bacteria es una de las cuatro principales causas mundiales de enfermedad diarreica y está considerada como la causa bacteriana más frecuente de gastroenteritis en el mundo.
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