Edulcorantes en entredicho
Alimentación
La sucralosa, 600 veces más dulce que el azúcar común, levanta sospechas por su posible efecto nocivo al someterlo a altas temperaturas
La sucralosa es un compuesto utilizado como edulcorante común de alimentos procesados. Su poder endulzante puede ser hasta 650 veces mayor que la sacarosa y no aporta calorías ya que en gran medida no se metaboliza. Su sabor es similar al azúcar y no suele dejar regusto desagradable comparado con otros productos similares. La seguridad alimentaria de la sucralosa ha sido refrendada por la comunidad científica y las principales autoridades reguladoras alrededor del mundo incluyendo la Administración de Drogas y Medicamentos (FDA) de los Estados Unidos, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y una revisión de 2016 afirmó que la sucralosa no tiene efectos cancerígenos.
Pese a ello, diversos estudios de distinta índoles han ido cuestionando los riesgos asociados a este producto, concretamente sobre el estado de la flora intestinal llegando incluso a afectar a la intolerancia a la glucosa. Ahora un informe emitido por Instituto Federal de Evaluación de Riesgos Instituto Federal de Evaluación de Riesgos de Alemania (BFR por sus siglas en alemán) afirma que determinados compuestos nocivos, algunos con potencial carcinogénico, pueden producirse cuando se calienta sucralosa y especialmente alimentos que contienen sucralosa, como verduras enlatadas o productos horneados. Cuando la sucralosa (E 955) se calienta a temperaturas superiores a 120 grados, se produce una descomposición gradual y, a medida que aumenta la temperatura, se produce la descomposición y decloración del edulcorante.
La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) también trabaja actualmente en la revaluación de los aditivos alimentarios autorizados de conformidad con el Reglamento (CE) 1333/2008 y el Reglamento (UE) 257/2010, entre ellos la sucralosa. El resultado de la evaluación aún está pendiente.
Hasta que esté disponible una evaluación de riesgos concluyente, el Instituto Federal de Evaluación de Riesgos de Alemania recomienda “no calentar los alimentos que contienen sucralosa a temperaturas de cocción, fritura o asado, o agregar sucralosa solo después del calentamiento”. Esta recomendación se aplica tanto a los consumidores como a fabricantes del sector alimentario.
Según el informe de la agencia alemana las temperaturas entre 120 ° C y 150 ° C son habituales durante la fabricación industrial y el procesamiento de alimentos y también se alcanzan al cocinar en casa durante la cocción de alimentos que contienen sucralosa. Esto puede llevar a la formación de compuestos orgánicos clorados con un potencial dañino para la salud, como las dibenzo–p–dioxinas policloradas (PCDD), dibenzofuranos (PCDF) y cloropropanoles. Pese a todo, matizan que actualmente no hay datos suficientes para sacar conclusiones definitivas. Por un lado, no está claro qué productos de reacción tóxicos se generan en detalle y en qué cantidades se forman cuando los alimentos que contienen sucralosa se calientan a temperaturas superiores a 120 grados centígrados. Además, se requieren datos representativos sobre los niveles presentes en los alimentos para la estimación de la exposición dentro del alcance de una evaluación de riesgos.
Un hallazgo fortuito
El descubrimiento de la sucralosa fue eminentemente fortuito. Ocurrió durante la década de los setenta. Shashikant Phadnis, estudiante de la universidad de Londres, mezcló por error cloro y azúcar durante sus trabajos de laboratorio en un proyecto en colaboración con el Queen Elizabeth College. Su objetivo era sintetizar azúcares halogenadas pero el resultado fue un nuevo producto sintético bajísimo en calorías a partir del azúcar aproximadamente 600 veces más dulce que la sacarosa (azúcar común), casi el doble que la sacarina y 3,3 veces más que el aspartamo.
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