La ventana
Luis Carlos Peris
Perdidos por la ruta de los belenes
Nutrición y dietética
La búsqueda de la fuente y el elixir de la eterna juventud es un espejismo que ha sido venerado por todas las civilizaciones durante siglos. Se ha buscado en todo tipo de rincones, religiones y elementos místicos, sin saber que su descubrimiento puede estar más al alcance de lo que pensamos. La pista siempre ha estado en lo que nos aporta la madre naturaleza, aunque, con el paso del tiempo y el avance de la ciencia, la búsqueda se ha ido cercando en torno a los alimentos que nos proporciona. La relación entre la alimentación y una larga vida es objeto de estudio desde hace años, con resultados que muestran menor incidencia de enfermedades y una mayor supervivencia ante las que se desarrollan, entre otros beneficios. Así lo asevera Valter Longo, uno de los más prestigiosos investigadores en el campo del envejecimiento, quien ha pasado gran parte de su vida investigando sobre la prevención y cura de las enfermedades más comunes del siglo XXI a través de la alimentación. Los resultados de sus estudios están resumidos en su obra 'la dieta de la longevidad', donde expone un programa alimentario basado en las dietas de las poblaciones más longevas del mundo.
En este sentido, en los últimos años han aumentado las tendencias cada vez más alejadas de los alimentos de origen animal, con dietas más cerca de lo vegetariano que cuidan de la salud, a la vez que son respetuosas con el entorno. Dentro de este nuevo mundo, en el que también se encuentra en auge la dieta flexitariana, esta revolución argumenta una alimentación basada casi en plantas que consta de dos o tres comidas al día durante 12 horas, con ayunos y otros hábitos que ayudan a reducir y mantener los factores de riesgo de las enfermedades más comunes de la actualidad como el cáncer o las enfermedades cardiovasculares.
Las claves de esta nueva tendencia en nutrición se ha configurado revisando centenares de estudios sobre nutrición, enfermedades y longevidad, realizados tanto con animales en laboratorio como en ensayos con voluntarios. Estos análisis incluyeron patrones dietéticos tan populares como la restricción calórica, la dieta cetogénica baja en carbohidratos y rica en grasas, las dietas veganas y vegetarianas, y la genuina Dieta Mediterránea. Además, los vincularon con factores dietéticos específicos que afectan varias vías genéticas reguladoras de la longevidad y que también afectan los marcadores de riesgo de enfermedad, incluyendo los niveles de insulina, proteína C-reactiva, factor de crecimiento insulinoide (IGF-1) y colesterol.
Las claves para seguirla e integrarla en la alimentación son los siguientes:
Dentro de estas pautas generales, esta dieta también se adapta a los individuos en función de los siguientes factores: el sexo, la edad, el estado de salud y la genética. Por ejemplo, para las mujeres embarazadas, para los niños o para las personas mayores de 65 años pueden necesitar aumentar las proteínas para contrarrestar la fragilidad y la pérdida de masa corporal magra.
Los expertos apuntan a que esta dieta no está solo destinada a implementar buenos hábitos alimenticios o a causar la pérdida de peso, sino a mantenerla en el tiempo para conseguir retrasar el envejecimiento. Todo ello como un estilo de vida complementario a la médica estándar y, tomada como medida preventiva, a evitar la morbilidad y mantener la salud hasta una edad avanzada reduciendo la posibilidad de desarrollar enfermedades crónicas.
Por ejemplo, en lo que refiere al ayuno, ayuno estudios previos ya habían demostrado que podía tener una influencia en la prevención de enfermedades. Esto se debe a que cuando alguien deja de comer uno o más días, su metabolismo cambia de marcha ante el estrés. Así, el crecimiento celular se ralentiza, se activa el proceso de autofagia, en la que determinados organismos vivos realizan a expensas de sus órganos menos útiles como medio de supervivencia ante un ayuno prolongado. De esta manera, el propio organismo elimina células viejas o defectuosas y, en general, comienza a alimentarse de sus propias reservas de energía.
En esta misma línea, la teoría que se incluye dentro de estos estudios es que cuando se deja de alimentar a nuestro cuerpo, éste entra en un estado de alta protección. En el caso de las enfermedades, con el ayuno justo antes de terapias contra el cáncer terapias contra el cáncercomo la quimioterapia, las células sanas se convierten a sí mismas en un escudo protector frente a los agentes externos, mientras que las tumorales siguen creciendo y siendo vulnerables y defectuosas, por lo que esta terapia de ayuno eliminará estas células más dañadas y protegerá a las sanas.
El autor indica que las proteínas, sobre todo la carne, deben incluirse antes de los 20 años y después de los 70, entre medias excluiríamos las carnes, los productos lácteos, incluso los azúcares de la fruta. Una dieta vegana-pescetariana, al estilo de la de Okinawa. A partir de los 70, tendemos a perder peso y a sufrir fragilidad, por lo que es un buen momento de integrar estos alimentos. Todos estos alimentos se relacionan con un envejecimiento prematuro, una de las principales causas del desarrollo de enfermedades como el cáncer.
De hecho, el autor se atreve a afirmar que en ensayos con ratones, el ayuno ha tenido una efectividad mayor que la propia inmunoterapia con algunos tumores. Según declara, el ayuno tiene un efecto ''rejuvenecedor'' sobre el organismo, tanto en animales como en humanos. ''En un estudio piloto con voluntarios sanos vimos que la dieta que imita al ayuno redujo los indicadores de riesgo cardiovascular, los niveles de glucosa y los de IGF-1, un potencial marcador de cáncer hasta en un 50%, además de eliminar la grasa abdominal”, asevera.
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