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En el ranking de bebidas más consumidas del mundo, tras el humilde y indispensable agua, la plata y el bronce le correspoden al té y el café. Los amantes de estas bebidas estimulantes llevan años debatiendo cual de las dos es mejor y más beneficiosa para la salud. Pese a que tendemos a pensar que las sustancias contenidas en el café o el té son diferentes, dado que las llamamos cafeína o teína, la realidad es que no lo son: se trata de la misma sustancia, pero originada en plantas diferentes. Pero, si nos fijamos únicamente en el plano de la salud, ¿cuál es la opción más saludable?
En primer lugar, hay que mencionar que, a pesar de ser la misma sustancia, sus efectos a nivel del organismo humano pueden ser diferentes gracias al resto de los componentes de cada planta en conjunto. Ambos nos ayudan a mantenernos despiertos, activos y rejuvenecidos. Al té se le relaciona más como el elixir necesario para adelgazar, mientras que el café es considerado la fuente de la concentración y la vitalidad. Por ello, beber café está ligado a personas más activas y nerviosas, mientras que el consumo de té se asocia a gente más espirituosa y tranquila. Aunque el efecto beneficioso de ambas plantas está comprobado en los dos casos.
Cabe destacar también que aunque en países como España o EEUU es más común el consumo de café, el número de seguidores del té está aumentando considerablemente y su consumo no ha dejado de aumentar en los últimos 20 años.
En esto no hay debate, el café tiene más cafeína que el té. Contiene entre 80 y 185 miligramos de cafeína, mientras que el té sólo entre 15 y 70 miligramos, principalmente porque consumimos todo el grano al preparar una taza.
Además, al elaborarse a temperaturas altas se liberan más moléculas de cafeína en la taza. Para el té, las hojas, que contienen más cafeína que los granos de café sin filtrar, se desechan junto con una porción significativa de la cafeína que se produce de forma natural. A ello se une que se elabora a temperaturas más bajas donde toda la cafeína no se extrae de las hojas.
El efecto de la cafeína del café se nota al cuarto de hora de haber ingerido la taza y llega al punto máximo de concentración a los 45-60 minutos de haberla tomado. En concreto, la cafeína del té no suele poner tan nervioso como la del café porque, aunque una hoja de té fermentado (té negro) contiene por gramo más cantidad de cafeína que el propio café, al necesitarse menos cantidad de planta para hacer una taza (2 gramos), ésta tiene entre la mitad y la tercera parte de cafeína que la que contiene el café.
Se calcula que alrededor de 300 gramos de cafeína diarios pueden tener consecuencias beneficiosas, siempre y cuando lo acompañemos de una dieta saludable y un estilo de vida activo.
Hay que tener presente que los efectos en la salud son diferentes según sea la cafeína del café o la teína del té.
El café ofrece grandes beneficios para nuestra salud cardiovascular -diversos estudios señalan que el café disminuye el riesgo de ictus e insuficiencia cardíaca, así como de sufrir diabetes tipo 2-, de hecho varios estudios señalan que quienes beben entre dos y cuatro tazas de café al día, reducen un 20% el riesgo cardiovascular con respecto a los que toman menos o no toman café.
Asimismo, puede ayudar a reducir la probabilidad de sufrir algunos tipos de cáncer como el de mama, el de próstata, el de piel o el de hígado. Además de movilizar la grasa corporal, mejorar la contractilidad muscular y disminuir la sensación de sueño y fatiga.
A nivel neurológico,su consumo ayuda a mejorar la memoria a corto plazo y aumenta la eficacia de los analgésicos en el organismo. Además, ayuda a prevenir enfermedades como el alzhéimer o la demencia.
En cuanto a los antioxidantes, el café comprende antioxidantes que regulan los niveles de azúcar en la sangre y previenen los cálculos biliares.
En cuanto al té, la presencia de catequinas y epicatequinas -flavonoides-, otorgarían a esta bebida el potencial para reducir la aterosclerosis, por lo que se reduciría el riesgo cardiovascular. También es importante tener en cuenta su factor antioxidante que protege al cuerpo de los radicales libres y reduce los niveles de colesterol en el cuerpo.
Además tanto el té verde como el negro disminuirían los niveles de colesterol malo (colesterol LDL) y podrían mejorar la tensión arterial. Otro beneficio del té verde tiene relación con los huesos, ya que ayuda a mantener la salud ósea y prevenir la osteoporosis.
A ello se suma que el té verde no solo es capaz de reducir el estrés, sino que también puede mejorar la calidad del sueño, y sus antioxidantes también colaboran en la quema de grasas, pueden mejorar el rendimiento físico hasta un 24% y disminuyen el riesgo de sufrir cáncer de ovario o de esófago.
En el caso del té verde se ha demostrado que ayuda a reducir el riesgo de padecer esta enfermedad(especialmente en el caso de las mujeres, con porcentajes cercanos a un 60% menos en de desarrollo de este tipo de cáncer).
Por último, cabe mencionar que beber alrededor de cuatro tazas de té al día, a medio y largo plazo, ayuda al organismo a reducir la producción de la hormona del estrés, así que más que un excitante podría ser un gran aliado para combatir la ansiedad.
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