¿Por qué cuanto más mayores nos hacemos menos dormimos?
El sueño es uno de los placeres más fundamentales de nuestra vida, además de ser una rutina vital para el ser humano. Nos permite descansar, recuperarnos de las actividades del día y mantener nuestro bienestar físico y emocional. Sin embargo, a medida que envejecemos, muchas personas ven que baja su calidad y cantidad de sueño. Lo que antes podía parecer algo sencillo, se convierte en un desafío con el paso de los años. Pero ¿por qué pasa esto? ¿Por qué cuanto más mayores nos hacemos menos dormimos?
Cambios en el sueño a lo largo de la vida
El sueño es un proceso dinámico que evoluciona con nuestra edad. Desde el nacimiento hasta la edad adulta, la cantidad de sueño que necesitamos varía, y la calidad también cambia con el tiempo. En términos generales, los recién nacidos necesitan entre 14 y 17 horas de sueño, mientras que los niños en edad preescolar requieren entre 10 y 13 horas. Con la adolescencia y la edad adulta, la cantidad de sueño disminuye a unas 6-8 horas por noche, pero este patrón no es fijo; a medida que envejecemos, la calidad de ese sueño se ve afectada por varios factores fisiológicos y ambientales.
Uno de los aspectos fundamentales del sueño es que, aunque la cantidad de descanso puede verse reducida, la necesidad de sueño no disminuye. La doctora Sandra Giménez Badia, neurofisióloga clínica y miembro de la Sociedad Española del Sueño, subraya en diversas entrevistas que, con la edad, el sueño se fragmenta y las personas mayores tienden a experimentar periodos de vigilia más largos durante la noche. A pesar de esto, la necesidad fisiológica de descansar sigue siendo la misma.
En la adultez, se recomienda una media de entre 7 y 8 horas de sueño para mantener una salud óptima. Sin embargo, las demandas de la vida moderna, la acumulación de estrés y el trabajo pueden llevar a la privación de sueño, lo que afecta a la calidad del descanso.
La influencia del ritmo circadiano
El ritmo circadiano es nuestro reloj biológico interno que regula los ciclos de sueño y vigilia. Este reloj se adapta a las necesidades del cuerpo y responde a factores como la luz natural, la temperatura y la secreción de melatonina, la hormona responsable del sueño. A medida que nos hacemos mayores, el ritmo circadiano tiende a adelantarse, lo que provoca que los adultos mayores se duerman más temprano y se despierten más temprano. Esto es un fenómeno natural que altera los patrones tradicionales de sueño nocturno.
El problema con los adultos mayores es que, a pesar de que su ritmo circadiano puede hacer que se duerman más rápido y a horas más tempranas, el sueño que experimentan no es tan profundo ni reparador como cuando eran más jóvenes. Además, los despertares nocturnos son más frecuentes, lo que contribuye a una sensación general de sueño fragmentado y menos reparador.
Causas de la falta de sueño en las personas mayores
Hay varias causas que explican por qué las personas mayores duermen menos profundamente y se despiertan más a menudo:
- Reducción de la producción de melatonina. Esto provoca que no solo se duerman más tarde, sino que también experimenten una calidad de sueño inferior. La menor cantidad de melatonina hace que el sueño sea más ligero y que la transición entre las fases de sueño profundo y superficial sea más abrupta.
- Enfermedades crónicas, como la artritis, el dolor muscular, los trastornos respiratorios, o enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer, pueden afectar gravemente la calidad del sueño. El dolor, la incomodidad física y la necesidad de ir al baño varias veces durante la noche son factores que dificultan el sueño continuo en los adultos mayores.
- Medicación para la hipertensión, la depresión, la ansiedad, y los diuréticos pueden causar efectos secundarios que alteran los patrones de sueño y provocan despertares nocturnos más frecuentes.
- Los trastornos psicológicos, como la ansiedad o la depresión, son comunes entre las personas mayores y pueden contribuir a una mala calidad de sueño. El estrés acumulado, las preocupaciones por la salud y las pérdidas de seres queridos pueden generar dificultades para relajarse por la noche.
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