Vivir con depresión en la juventud: ''afrontar que tienes que levantarte y vivir, te parece la muerte''

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La depresión es un trastorno mental que afecta a 300 millones de personas en el mundo y supone la segunda causa de muerte entre jóvenes de 15-29 años

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Vivir con depresión en la juventud: ''afrontar que tienes que levantarte y vivir, te parece la muerte''
N.F

02 de octubre 2022 - 09:00

M.Domínguez es una chica granadina de 28 años que hoy mira la vida como una joven de su edad: con entusiasmo, ilusión y ganas de comenzar nuevos proyectos profesionales en una nueva ciudad que la alejará por primera vez de los suyos. Este paso, según ha confesado a este diario, le parecía imposible hace tan solo un año, cuando una enemiga conocida y 'traicionera' llamó a su puerta sin avisar e inundó todo su mundo. Muchos la conocen como tristeza, aunque cuando se instala de manera prolongada evoluciona a un término que parece innombrable hasta que resulta demasiado tarde: 'depresión'. Pese a que la salud mental está abarcando un plano cada vez más relevante en el debate social y público, la depresión sigue siendo un diagnóstico y tema tabú en muchos casos, sobre todo para los más jóvenes.

En nuestro país, el 40 % de los españoles padecen enfermedades relacionadas o causadas por la depresión y entre el 15 y el 20% de los jóvenes lidian con este tipo de trastornos en la sombra. La depresión es también una de las principales causa de suicidio. Cada año, cerca de 800.000 personas se quitan la vida. Y el suicidio es la segunda causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 29 años.

En el caso de M.Domínguez, una arquitecta con un expediente brillante, explica que los primeros síntomas pasaron desapercibidos pese a que esta experiencia ya había tocado de lleno a su familia. Su tía, hermana de su madre y a la que está muy unida, había sufrido una depresión que la mantuvo inhabilitada y postrada en una cama durante años. ''Nunca piensas que sea un patrón que pueda repetirse o encarnarse en tu persona. Aquel tiempo fue traumático para todos, pero confieso que a veces no entendía qué le sucedía'', confiesa.

Y esto no resulta raro ya que pese a que afecta a más de 300 millones de personas en el mundo, solo la mitad son correctamente diagnosticadas y tratadas. Sus síntomas pueden pasar inadvertidos y ser invisibles de cara al público, incluso pueden resultar confusos para la persona que los padece. ''Yo pasé de ser una chica extrovertida, risueña, curiosa y afectuosa a volverme negativa, irascible y solitaria'', explica la joven.

Con la tristeza, la ansiedad y el mal humor, convivió durante meses. Según comenta Domínguez, al principio creyó que eran provocados por el cambio de vida y planes que había provocado la pandemia. ''En aquel momento no tenía motivos para estar 'triste', por eso pensé que se debía a una nueva adaptación a la vida real tras la pandemia que viví de forma muy estricta'', y continua ''no me acostumbraba a estar en espacios con gente, no tenía ganas de trabajar ni de buscar proyectos, me costaba dormir por los ataques de ansiedad que tenía durante las noches, era como si todo fuera una carga''.

LA PRESIÓN SOCIAL

Aunque los factores más comunes del desarrollo de la depresión son antecedentes personales y/o familiares de depresión, historia de abusos sexuales o algún trauma de infancia, problemas económicos, enfermedades crónicas, abuso de sustancias o, incluso, factores genéticos, existen componentes que se dejan a un lado y que están muy presentes en muchos casos: la presión social y la autoexigencia personal.

La autoexigencia y la autocrítica son muy importantes para crecer como persona, mejorar, superar nuestras propias marcas, ser la mejor versión posible de nosotros mismos. Sin embargo, todos estos componentes mal enfocados, pueden ser malos consejeros y crearnos frustraciones, inseguridades, complejos y mucha presión y menosprecio hacia uno mismo. Esto puede venir provocado por una falsa realidad que nos vende la sociedad en la que lo único importante es ser exitoso, alcanzar ciertos logros llegada cierta edad o una imagen física encerrada en cánones de belleza que no son reales.

Asimismo, desde pequeños no nos enseñan educación emocional, cómo expresar las emociones, dejarlas brotar o aprender a canalizarlas. ''Creo que en mi caso fue una mezcla de autoexigencia, desórdenes emocionales a causa de un desengaño y la falta de horizontes profesionales. También me di cuenta de que no sabía gestionar las emociones negativas, no me permitía estar mal y fui enterrando todas esas emociones hasta que explotaron'', declara la granadina

EL ENTORNO FAMILIAR, CLAVE

Todo lo que involucra la enfermedad, no solo transforma la vida de aquellos que la padecen, también las de su entorno. En el caso de M.Domínguez, su madre comenzó a preocuparse tras ver sus cambios bruscos de comportamiento, su aislamiento social y la pérdida de apetito. ''Ella conocía los síntomas de cerca. Sabía que algo me estaba sucediendo. A veces, cuando discutíamos, mostraba una ira muy poco propia de mí. La depresión es como un alter ego, saca a flote de ti que no conocías, apaga lo mejor y te convierte en otra persona''.

Por este motivo, la familia debe incluirse en el tratamiento porque las circunstancias familiares y personales son importantes para determinar las posibles causas. Especialmente en la depresión bipolar (depresión maníaca) o depresión recurrente, a menudo hay signos de predisposición genética. Pero esto solo se puede determinar con la ayuda de familiares o amigos. Primero deben aprender a enfrentar las situaciones difíciles que se derivan de esta situación, desmitificar la enfermedad, recibir soporte emocional y convertirse en buques de protección y entendimiento. En este camino, muchas familias se desintegran antes de llegar a la meta.

El problema es que muchos de los afectados no quieren reconocer el problema ante su círculo. No buscan ayuda profesional ni acuden a un amigo cercano. Esto hace difícil el diagnóstico precoz y que permite a la enfermedad que avance a pasos agigantados. ''Con el tiempo, no salía ni de mi cuarto, iba a los sitios y estaba como ausente, abandoné mis responsabilidades, no me importaba ni me hacia ilusión nada. Es un agujero negro; el simple hecho de tener que levantarte y vivir, te parece la muerte'', declara la joven con dificultad.

También confiesa que sufrió insomnio, falta de apetito, pérdida de peso, desesperación y mucha culpabilidad en los momentos de lucidez. ''Me sentía rota por dentro, a la par que no tenía fuerzas para atender a mis responsabilidades y mi entorno, tampoco ponía medios para solucionarlo. Eso me creaba frustración y me hacía caer en un bucle infinito de angustia'', asevera.

En cuanto a la idea de 'querer desaparecer', sostiene que estuvo en su mente durante mucho tiempo. ''Pensaba que eso me ahorraría el sufrimiento a mí y a los míos, pero ahí fue cuando decidí pedir ayuda''.

TRATAMIENTO

Muchos creen que el tratamiento de la depresión se limita a los antidepresivos o ansiolíticos. Sin embargo, depende de la severidad de la depresión. Cuando es ligera, el antidepresivo es inútil. De hecho, sobre todo en niños y jóvenes, esta debe ser la última opción (solo en casos extremos y bajo un seguimiento muy seguro y preciso).

Las intervenciones psicoterapéuticas son lo más recomendado en estos casos. La terapia cognitivo conductual y la terapia interpersonal han sido los dos tipos de psicoterapia para la depresión que mejores resultados han obtenido en cuanto a la reducción de los síntomas depresivos. Asimismo, la intervención familiar y el apoyo externo desde un plano de empatía, apoyo y entendimiento, resulta vital.

Precisamente esto fue lo que salvó a nuestra entrevistada, el calor humano y la terapia. ''Mi madre y mi tía, decidieron investigar y me llevaron a conocer a mi psiquiatra y, también apoyada con mi psicóloga salvadora, Nieves. Con ella indagué en la raíz de mis problemas, me desahogaba y, tras meses de terapia y muchos ejercicios de introspección, fui consiguiendo controlar y gestionar mejor mis emociones cuando me daba una crisis''.

La terapia fue complementada con antidepresivos durante meses (que ya no toma), deporte, los pequeños planes con amigos, conversaciones en familia y nuevos proyectos profesionales. Pero, sobre todo, como indica esta joven ''con el permiso de permitirme estar mal y saber que eso no invade el resto de planos de mi vida''.

La joven finaliza asegurando que no está completamente curada. ''En ocasiones, esa voz interna sigue susurrándote, la depresión es como una adicción que aparece de vez en cuando y quiere apoderarse de ti''. Pero la próxima vez que intente regresar, garantiza, será un ''árbol que no cae soportando un vendaval para fortalecer sus raíces''.

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