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El trastorno de la personalidad por evitación, también conocido como trastorno evitativo de la personalidad, es una condición psicológica caracterizada por un patrón constante de inhibición social, sentimientos de insuficiencia y una sensibilidad extrema a la evaluación negativa y al rechazo. Este trastorno, según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), afecta la manera en que la persona percibe y se relaciona con los demás, lo que provoca aislamiento y dificultades significativas en su vida cotidiana, especialmente en el ámbito social y laboral.
"A largo plazo, esta evitación refuerza sus sentimientos de soledad e inadecuación"
Quienes padecen este trastorno suelen experimentar un intenso al rechazo y al temor de la desaprobación de los demás. Esta sensibilidad hace que los individuos evitativos interpreten incluso señales ambiguas o neutras como críticas o desaprobatorias. Debido a esto, pueden mostrarse retraídos y tímidos y su baja autoestima los lleva a evitar situaciones donde puedan ser objeto de juicio o burla. Desde una perspectiva clínica, esta respuesta al rechazo se convierte en un círculo vicioso: la persona anticipa un resultado negativo, lo que le impide enfrentarse a interacciones sociales, y al evitar estas situaciones, nunca logra confrontar o desmentir sus temores, reforzando su percepción de inadecuación y rechazo.
El miedo al rechazo en estos individuos se relaciona con una percepción alterada de la realidad social. Según investigaciones, las personas con trastornos de la personalidad por evitación presentan una mayor activación en áreas del cerebro vinculadas a la regulación emocional y la respuesta al dolor social, como la corteza cingulada y la ínsula. Estas áreas cerebrales se asocian con la percepción del rechazo como una amenaza intensa, algo que puede desencadenar respuestas fisiológicas similares a las del dolor físico, lo que sugiere que el dolor emocional por el rechazo tiene un impacto real y profundo en estos individuos.
"La ansiedad social y el trastorno de la personalidad por evitación suelen compartir síntomas"
Algunas teorías sugieren que las personas con trastorno de la personalidad por evitación desarrollan estrategias de afrontamiento orientadas a evitar experiencias dolorosas, prefiriendo el aislamiento sobre la exposición a posibles situaciones embarazosas o humillantes. Al retirarse del contacto social, se siente una salva de una posible desaprobación, pero a largo plazo, esta evitación refuerza sus sentimientos de soledad e inadecuación. Además, la falta de experiencias sociales reduce la posibilidad de desarrollar habilidades sociales y de autorregulación emocional, generando un círculo de evitación y angustia que resulta difícil de romper sin ayuda profesional.
Las características de las personas con trastorno de la personalidad por evitación se centran en su autopercepción negativa y en la interpretación sesgada de las interacciones sociales. En su mente, la probabilidad de ser rechazados o de no estar a la altura de las expectativas es desproporcionada. Esta autopercepción les lleva a comparar continuamente sus habilidades y atributos con los de los demás, generalmente considerando que están en una posición de desventaja. Además, suelen interpretar comentarios inocuos o acciones neutras de otros como señales de desaprobación, y en ocasiones proyectan estas percepciones en su diálogo interno, lo que profundiza su aislamiento y dependencia de la validación externa.
La ansiedad social y el trastorno de la personalidad por evitación suelen compartir síntomas, y algunos expertos señalan que existen coincidencias significativas entre ambos trastornos. Sin embargo, el trastorno de la personalidad por evitación se diferencia de la fobia social en que se trata de un patrón de comportamiento y percepción de uno mismo mucho más generalizado y arraigado. Las personas que lo tienen no solo temen a situaciones concretas, sino que experimentan una angustia más profunda y constante respecto a cómo son percibidos en cualquier situación social, además de tratar de evitar relaciones significativas, incluso en contextos donde el riesgo de juicio negativo es mínimo, como en reuniones familiares o con amigos cercanos.
El origen del trastorno de la personalidad por evitación no está completamente comprendido, aunque las investigaciones sugieren que, como en la mayoría de los trastornos de la personalidad, hay factores tanto genéticos como ambientales. Experiencias de rechazo durante la infancia, como críticas frecuentes o un entorno de sobreprotección donde los cuidadores han mostrado desaprobación o han evitado la expresión emocional, pueden contribuir a desarrollar este trastorno. Son personas que han crecido sintiéndose inseguros acerca de su valía y con una baja tolerancia a la frustración, lo que les lleva a interpretar cualquier desafío social como potencialmente amenazante. La predisposición genética también juega un papel relevante, ya que algunas personas pueden heredar rasgos de personalidad que las hacen más propensas a responder con ansiedad y evitación en situaciones sociales.
El tratamiento del trastorno de la personalidad por evitación se centra en intervenciones que ayudan al paciente a reinterpretar sus creencias sobre sí mismo y sobre los demás. La terapia cognitivo-conductual es una de las intervenciones más efectivas para abordar este trastorno, ya que permite identificar y cuestionar los patrones de pensamiento negativo que conducen a la prevención. Además, mediante la exposición gradual a situaciones que la persona teme, puedes aprender a manejar la ansiedad ya tolerar mejor la incertidumbre social. En algunos casos, los fármacos, como los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, pueden ser útiles como complemento, especialmente si la persona experimenta síntomas de ansiedad intensa que interfieren significativamente con su capacidad de llevar una vida cotidiana satisfactoria.
Es importante destacar que los pronósticos del trastorno de la personalidad por evitación mejoran notablemente con el tratamiento adecuado. La intervención temprana y la participación en un entorno de apoyo que ofrecer validación y aceptación genuinas pueden marcar una diferencia significativa en el curso del trastorno. Por ello, aunque las personas que lo sufren suelen percibir sus problemas como insuperables, la ayuda profesional y las herramientas de afrontamiento adecuadas pueden transformar su experiencia social y emocional, promoviendo una vida más plena y menos dominada por el miedo al rechazo y la evitación.
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