EL TIEMPO
Se va la borrasca Laurence pero llega Martinho

Sonia Clavería (médica) sobre el Síndrome del Intestino Irritable: "Hay que aprender a escuchar al propio cuerpo y las señales que nos manda"

Investigación y Tecnología

El estrés y la ansiedad son los principales factores en que los síntomas se intensifiquen

¿Cómo sé si tengo SIBO?

Síndrome del Intestino Irritable / Freepik

Hay veces en las que las personas no alcanzamos a imaginar cómo un problema de salud puede cambiarnos la vida y mucho más cuando los síntomas no dejan esclarecer las causas concretas de lo que sucede. Todo comienza con molestias ocasionales en el abdomen, una sensación de hinchazón después de comer y cambios en el ritmo intestinal a los que no le encontramos explicación.

Muchas veces las asociamos con el estrés, las prisas del día a día y a una alimentación quizás no tan equilibrada. Pero con el tiempo, estos síntomas que según Sonia Clavería, Médica de Familia del Departamento Técnico de noVadiet, suelen ser los más comunes, se vuelven más persistentes, difíciles de ignorar y las visitas al médico son, cada vez, más frecuentes.

Pruebas, posibles alergias alimentarias, análisis... y todo con resultado negativo. Ninguna causa aparente, hasta que finalmente el diagnóstico deriva en el síndrome del intestino irritable, una afección que, aunque no daña permanentemente el intestino, sí que altera la calidad de vida del paciente. Es un alivio cuando, después de tanto malestar, tenemos el diagnóstico definitivo, pero los sentimientos de tranquilidad se mezclan con los de la frustración de aceptar que tenemos que convivir con una enfermedad de por vida ya que no hay una cura definitiva.

¿Dónde está el origen del Síndrome del Intestino Irritable?

La explicación médica es que existe una relación entre una mala interacción entre el intestino y el cerebro, "lo que provoca que el sistema digestivo reaccione de forma exagerada ante estímulos que, en condiciones normales, no deberían generar molestias". En este contexto, prestamos atención al estilo de vida que llevamos, o como dice la médico de familia Sonia Clavería: "Hay que aprender a escuchar al propio cuerpo y a las señales que nos manda", ya que si lo observamos, llegamos a la conclusión de que el estrés y la ansiedad son los principales responsables de que los síntomas se intensifiquen, algo que muchas veces pasamos por alto y, por tanto, no lo relacionamos entre sí.

Además, la microbiota intestinal podía estar desequilibrada, afectada por una dieta inadecuada o incluso por infecciones previas que quizás habíamos obviado. De repente, los días pasan girando en torno a los síntomas, marcados por un dolor abdominal que aparecía sin previo aviso y, aunque en ocasiones se aliviaba después de evacuar, otras veces nos dejaba agotados.

El ritmo del intestino parece tener vida propia: hay días de estreñimiento intenso y otros de diarrea inesperada. La hinchazón se convierte en una compañera constante, sin importar lo poco o mucho que comamos. A veces, incluso aparece moco en las heces y la sensación de evacuación incompleta es permanente.

Todo esto tiene además una repercusión en la vida social y emocional. Salir a comer fuera es todo un reto para estas personas, ya que siempre están preocupadas por el malestar que pueda desencadenar. Las reuniones familiares y con amigos ya no son momentos de disfrute y pasan a ser situaciones de estrés hasta el punto de llegar a decidir no salir de casa por la incertidumbre de no saber cómo va a reaccionar el cuerpo.

¿Cómo se aprende a manejarlo?

Aunque no hay una cura definitiva, sí hay maneras de controlar los síntomas y mejorar la calidad de vida. El primer paso es modificar la alimentación: reducir el consumo de alimentos ricos en grasas, azúcares fermentables y procesados. En su lugar, podemos incorporar más alimentos naturales, probióticos y comidas fáciles de digerir.

El estrés sigue siendo un detonante clave, así que es necesario aprender a gestionarlo con técnicas de relajación como la meditación y el yoga. La actividad física también ayuda enormemente, no solo para mantenernos en movimiento, sino porque influye directamente en la función digestiva. Además, algunos complementos alimenticios, como la L-Glutamina y ciertas enzimas digestivas, son de bastante apoyo en momentos difíciles.

Los medicamentos han sido una opción cuando los síntomas se intensificaban demasiado, siempre bajo la supervisión médica, ya que es una de las piezas importantes junto con la autoconciencia del cuerpo. Otra técnica muy buena para aprender a llevarlo es escribir en un diario qué comemos y cómo nos sentimos después ya que eso nos va a ayudar a identificar patrones y a prevenir crisis.

Hoy en día, aunque el síndrome del intestino irritable es parte de la vida de muchas personas, se puede aprender a controlarlo, a pesar de los días buenos y malos. Lo más importante y que no debemos olvidar es escuchar a nuestro propio cuerpo y darle lo que necesita para recuperar nuestro bienestar y disfrutar de la vida, sin que el intestino marque el ritmo de nuestros días.

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Investigación y Tecnología

Este es el mejor colágeno, según la OCU

Lo último