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El virus del Nilo Occidental es un ejemplo de cómo las enfermedades transmitidas por vectores (mosquitos, garrapatas, moscas, pulgas y piojos) tienen un impacto significativo en la salud pública. Hemos podido comprobarlo últimamente en la provincia de Sevilla donde ya son seis los municipios de la capital hispalense los que cuentan con casos de personas infectadas por este virus. En uno de ellos, además, una persona ha fallecido.
En España, las marismas del Guadalquivir reúnen todas las condiciones idóneas para que el mosquito pueda instalarse: esta región se encuentra directamente en la ruta de numerosas aves migratorias de África y Oriente medio, tiene una gran población local de aves silvestres y se compone de tierras cálidas y anegables donde abundan las larvas de mosquitos Culex.
Cuando el mosquito del Nilo pica, la zona afectada se inflama y la piel que rodea la picadura se pone roja y sensible al tacto ya que está muy irritada, además de producir una picazón intensa.
Las personas que se contagian con el virus no suelen presentar síntomas o suelen ser leves y tras un período de 14 días de incubación, una de cada 5 personas infectadas manifiesta fiebre, dolor de cabeza, dolores corporales, sarpullido y ganglios linfáticos inflamados.
Sin embargo, en algunos casos, especialmente en personas mayores o con sistemas inmunológicos más debilitados, el virus puede causar enfermedades graves como meningitis o encefalitis. Aunque sus picaduras presentan cuadros sintomatológicos leves, hay que tener cuidado ya que si entra en el cerebro, puede ser mortal como ha sucedido recientemente con una vecina de Dos Hermanas de 71 años.
El virus del Nilo se mantiene gracias a un ciclo de transmisión mosquito-ave-mosquito, pero no se transmite por gotas o vía aérea, por contacto directo con personas o animales infectados, así como tampoco por comer carne (cocida) de aves o caballos infectados.
En aves silvestres, el virus puede replicarse hasta alcanzar altos niveles, lo que facilita que se infecte un gran número de mosquitos al alimentarse de ellas.
Según publica la web Cinfasalud, "Son estos mosquitos los que transmiten la enfermedad a caballos y personas y aunque estos pueden sufrir la enfermedad, el virus no puede alcanzar altos niveles y no puede pasar de ellos a nuevos mosquitos, por lo que se les considera un 'callejón sin salida' en la transmisión".
No existe una vacuna para el virus del Nilo Occidental en humanos. La prevención se basa en evitar las picaduras de mosquitos mediante el uso de repelentes, ropa protectora y la eliminación de lugares donde los mosquitos puedan reproducirse, como aguas estancadas.
Los meses de mayor actividad del mosquito en España son de abril a noviembre, con pico a final del verano y principio del otoño debido a que las temperaturas son favorables y hay más charcos al comenzar las lluvias.
El mayor o menor número de mosquitos de una región dependerá de muchos factores, pero las altas temperaturas y la presencia de aguas estancas donde puedan depositar sus huevos y desarrollarse las larvas son factores importantes.
Esto quiere decir que a mayor número de mosquitos, mayor es el riesgo de transmisión de la enfermedad en una zona determinada.
No existe un tratamiento específico para la infección por el virus del Nilo Occidental. La atención médica se centra en aliviar los síntomas y, en casos graves, en brindar cuidados de apoyo intensivo.
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