Estos son los síntomas de la gripe B y cómo prevenirlos para evitar "picos de contagio"

Estas fiestas no han sido tan felices para muchas familias cuyos hogares se han visto invadidos por la presencia de los virus de la gripe B, es decir, la que siempre hemos conocido y que está volviendo a reincidir. Hay que prestar atención a su sintomatología e intentar tomar medidas preventivas como la vacunación ya que el incremento de casos continúa y se prevé que el pico de contagios ocurra en aproximadamente en una semana, como es habitual en esta época del año.

En este sentido, desde el Servicio Andaluz de Salud insisten en la vacunación como principal medida preventiva, aunque no es la única. Lo que pasa es que hubo un tiempo que otros tipos de virus respiratorios cobraron más protagonismo. Sin embargo, la gripe B suele ser la más frecuente y de nuevo está entre nosotros. Aunque generalmente dura una semana, la tos pueden durar más tiempo, pero no es el único síntoma con el que nos encontramos y para prevenirlos las autoridades sanitarias inciden en el uso de mascarilla como medida fundamental para reducir el riesgo de propagación del virus entre la población.

Síntomas de la gripe B

Las gripe B está teniendo últimamente un impacto significativo en la salud pública. Reconocer sus síntomas, fomentar la vacunación y mantener prácticas higiénicas adecuadas son pasos esenciales para reducir su incidencia y proteger a los más vulnerables. La combinación de estos esfuerzos no solo mitiga los efectos de la enfermedad, sino que también contribuye a la construcción de comunidades más saludables y resilientes.

Los síntomas de la gripe B son muy similares a los de otros tipos de gripe y pueden aparecer de manera repentina. Las personas infectadas suelen experimentar fiebre alta, fatiga extrema, dolores musculares y articulares, dolor de cabeza y malestar general. Además, es común la presencia de síntomas respiratorios como congestión nasal, dolor de garganta y tos seca. En algunos casos, puede haber molestias gastrointestinales, como náuseas o diarrea, aunque estos síntomas son más frecuentes en los niños. La combinación de estos signos puede debilitar notablemente al paciente, dificultando sus actividades cotidianas y, en situaciones más graves, derivar en complicaciones como neumonía o agravamiento de enfermedades preexistentes.

Medidas preventivas para evitar picos de contagio

La prevención es fundamental para controlar la propagación de la gripe B, sobre todo en aquellos sectores de la población más vulnerables. Una de las herramientas más eficaces es la vacunación anual. Las vacunas contra la gripe están diseñadas para proteger contra los virus más prevalentes cada temporada, y aunque su eficacia puede variar, suelen ofrecer una protección significativa contra la enfermedad severa y sus complicaciones. Es especialmente recomendable que se vacunen las personas mayores de 65 años, las embarazadas, los niños menores de cinco años y aquellos con enfermedades crónicas como diabetes, asma o afecciones cardiovasculares.

Además de la vacunación, adoptar medidas de higiene puede marcar la diferencia. Lavarse las manos con frecuencia usando agua y jabón es una práctica sencilla pero altamente efectiva para eliminar los virus que pueden haberse adherido a la piel. El uso de geles desinfectantes también puede ser útil en ausencia de agua. Asimismo, cubrirse la boca y la nariz con el codo al toser o estornudar o evitar tocarse la cara ayuda a limitar la propagación del virus. En espacios públicos o en épocas de alta incidencia, el uso de mascarillas puede ser una barrera adicional.

Para proteger a los grupos más vulnerables, es crucial fomentar una cultura de responsabilidad colectiva. Esto implica quedarse en casa si se presentan síntomas de gripe para evitar contagiar a otros, especialmente a personas con sistemas inmunológicos debilitados. También es esencial garantizar que las vacunas estén disponibles y sean accesibles para toda la población, eliminando barreras económicas o logísticas.