Estos son los rasgos de una persona que ha sido rechazada en la infancia, según la psicología
Investigación y Tecnología
Las consecuencias pueden manifestarse en múltiples aspectos del desarrollo psicológico y emocional del niño a lo largo de su vida
Cómo afecta psicológicamente a una persona sentirse invisible para los demás

El rechazo en la infancia es una experiencia profundamente dolorosa que puede dejar cicatrices emocionales duraderas en quienes la padecen. Durante los primeros años de vida, el ser humano es especialmente vulnerable y depende en gran medida del afecto y la aceptación de sus figuras de apego que, generalmente son los padres o también otros cuidadores principales. Cuando este vínculo se rompe con el rechazo, las consecuencias pueden manifestarse en múltiples aspectos del desarrollo psicológico y emocional del niño a lo largo de su vida. Hay estudios que demuestran las secuelas del rechazo en edades tempranas, evidenciando una compensación significativa entre la falta de aceptación en la niñez y la aparición de problemas emocionales y conductuales en la etapa adulta.
La Teoría de la Aceptación-Rechazo Interpersonal (IPARTheory) es una teoría que trata de predecir y explicar las principales causas, consecuencias y correlatos de la aceptación-rechazo -especialmente parental- a lo largo del ciclo vital. Lo que va sucediendo a lo largo de la vida de estos niños es que cuando son adultos suelen desarrollar percepciones negativas sobre las relaciones interpersonales, caracterizadas por desconfianza, hipersensibilidad y una constante vigilancia ante posibles señales de distanciamiento emocional. Estas representaciones mentales afectan, por tanto, a la forma en la que la persona se relaciona con los demás a lo largo de su vida, perpetuando un ciclo de aislamiento y dificultades en la formación de vínculos saludables.
Consecuencias emocionales y psicológicas
Las personas que han sido rechazadas en su infancia suelen presentar una serie de características emocionales y psicológicas que afectan a su bienestar general. Entre las más comunes se encuentran la baja autoestima, la ansiedad y la depresión. Estas personas tienen una percepción constante de rechazo que les lleva a desarrollar una imagen negativa de sí mismas, sintiendo que no reciben el amor y atención que merecen y necesitan. Esta autopercepción deteriorada puede, a su vez, desencadenar trastornos depresivos y ansiosos, presentando dificultades en su capacidad para enfrentar cualquier problema del día a día, así como para establecer relaciones satisfactorias.
Según el Colegio General de Psicología de España (Infocop), "uno de los factores de riesgo más fuerte y que se detecta en primer lugar, es el temperamento. Algunas investigaciones ponen de relieve el vínculo que existe entre el temperamento temprano y los patrones de comportamiento posteriores". Esto explica cómo la prohibición de la conducta en los primeros años de vida predice el aislamiento social en la infancia. Los datos que se han publicado manifiestan a este respecto que el 15% de los adolescentes que presentan una conducta inhibida tienen cinco veces más probabilidades de desarrollar ansiedad social que aquellos que no la tienen. Asimismo, publican en el Infocop, "el 61% de los adolescentes que a los 2 años ya mostraban una conducta inhibida, presentan signos de ansiedad social a la edad de 13 años, al interactuar con adultos desconocidos".
El rechazo es la herida más profunda que se le puede causar a un niño en la infancia. De ahí, que cuando son más mayores presentan sintomatología de fobia social, disforia y baja autoestima, mientras que la aceptación social está más relacionada con una mayor inteligencia emocional. Además, la exposición a experiencias traumáticas en la niñez, como el rechazo, incrementa la incidencia de enfermedades mentales en la adultez, afectando de manera integral la vida de las personas. Como dice el sociólogo Erving Goffman: "El reconocimiento no es un regalo que otorgamos, es un derecho humano esencial".
Impacto en las relaciones interpersonales
El rechazo temprano no solo afecta la esfera intrapersonal, sino que también tiene repercusiones significativas en la manera en que la se relaciona una persona con los demás, por lo que si ha sufrido rechazo en su infancia, puede llegar a desarrollar patrones de comportamiento caracterizados por la desconfianza y la hipervigilancia en sus relaciones interpersonales. Esta actitud va a difulctar mucho la posibilidad de establecer vínculos estrechos y saludables con otras personas, ya sean amistades o parejas, debido a que esa persona va a anticipar el rechazo y, por lo tanto, nunca se llega a producir una intimidad emocional.
La IPARTheory señala que estas representaciones negativas de las relaciones llevan a crear nuevas conexiones marcadas por la desconfianza y la hipersensibilidad ante cualquier señal de distanciamiento emocional. Además, la falta de habilidades de comunicación y la falta de gestión de emociones como la ira, derivada del rechazo parental en la infancia, son razones para aumentar el riesgo de tener comportamientos violentos en etapas posteriores de la vida. Estos patrones, por tanto, pueden perpetuar ciclos de conflicto y aislamiento, afectando a la calidad de vida y al bienestar emocional de esa persona.
En conclusión, el rechazo en la infancia es una herida profunda que puede tener consecuencias duraderas en la vida de una persona, dejando cicatrices emocionales a causa de este rechazo no merecido, ni buscado que terminan por dejarle a la persona una baja autoestima, trastornos de ansiedad, depresión y dificultades para establecer relaciones interpersonales saludables. Como vemos, no es ninguna tontería y, por ende, es un hecho que no debemos obviar, sino que es fundamental reconocer la importancia de la aceptación y el afecto en el desarrollo infantil porque vamos a prevenir estas secuelas y promover el bienestar integral de las futuras generaciones.
Referencias bibliográficas.
Scielo España. Teoría de la Aceptación-Rechazo Interpersonal (IPARTheory): bases conceptuales, método y evidencia empírica.
Colegio General de Psicología de España (Infocop) (2019, 30 de enero). El 80% de niños y adolescentes con trastorno de ansiedad no recibe tratamiento, según un informe.
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