Estas son las precauciones que debemos tener si tomamos anticoagulantes

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La sangre solo se coagula cuando hay una herida o lesión que necesita cerrarse

Alrededor de un millón de personas en España se encuentran actualmente en tratamiento con anticoagulantes

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Coágulos de sangre
Coágulos de sangre / Freepik

Los anticoagulantes son fármacos que suelen generar muchas dudas en los pacientes y su administración debe estar siempre dirigida y supervisada por un especialista, además de cumplirse "con rigor" todas las indicaciones con el fin de prevenir la formación de trombos.

En condiciones normales, la sangre circula sin problemas por el sistema circulatorio y solo se coagula cuando hay una herida o lesión que necesita cerrarse y lo hace a través de las plaquetas las cuales se agrupan en la sangre junto a ciertas proteínas para formar un coágulo. Esta es una respuesta natural que el organismo tiene para ayudar a cicatrizar las heridas. Cuando hayan cumplido con su función, se desprenden o disuelven.

Por otra parte, la sangre puede coagularse de manera interna, dentro del corazón o en los vasos sanguíneos. "Estos coágulos se denominan 'trombos', y pueden bloquear venas o arterias, obstruyendo el riego sanguíneo a la zona. Cuando esto ocurre, se pueden producir complicaciones graves, como un ictus isquémico, un infarto pulmonar, o un infarto de miocardio”, explica al portal EFESalud, el doctor Jefferson Salas, cardiólogo en el Hospital Universitario La Luz de Madrid.

Precauciones que debemos tomar con los anticoagulantes

Según datos de la Federación Española de Asociaciones de Anticoagulados (FEASAN), alrededor de un millón de personas en España se encuentran actualmente en tratamiento con anticoagulantes, por lo que para evitar estos riesgos, el cardiólogo Jefferson Salas da a conocer unas precauciones que debemos tomar con el fin de evitar complicaciones en nuestra salud:

  1. En caso de olvido de una dosis, la próxima tiene que tomarse cuanto antes y si nos hemos dado cuenta al día siguiente, tenemos que tomar nuestra dosis habitual y no duplicarla. Para eso, es mejor tomarla siempre a la misma hora y ceñirse a las dosis prescritas por el médico para evitar riesgos de sangrados o trombos.
  2. Hay que tener cuidado cuando tomamos otros medicamentos como los antiinflamatorios, los cuales pueden aumentar la acción de los anticoagulantes.
  3. Es necesario hacerse una analítica al menos una vez por año, para vigilar la función renal y valorar si hay que cambiar la dosis.
  4. En caso de aparición de sangrados leves, hematomas, deposiciones oscuras, tenemos que consultar con nuestro médico lo antes posible. Y si el sangrado es abundante, se debe acudir a urgencias.
  5. Si observamos que de repente aparecen trastornos de la marcha, el habla, cefalea intensa o trastornos de visión, también acudiremos a urgencias. De igual modo acudiremos a nuestro médico, si tenemos la sospecha de que podemos estar embarazadas.
  6. Hay que evitar bebidas alcohólicas.
  7. Debemos evitar las inyecciones profundas, como las intramusculares.
  8. Si tenemos previstas intervenciones de cirugía, extracción dental, o cualquier prueba invasiva (como colonoscopia, endoscopia, biopsia), hay que informar siempre a nuestro médico.

Vitamina K: un anticoagulante natural

La vitamina K es muy importante en el proceso de coagulación sanguínea ya que su ingesta ayuda a evitar las hemorragias excesivas en el caso de que simplemente nos hagamos una herida. Esto quiere decir que si nuestros niveles de vitamina K no son óptimos, probablemente nuestra herida va a tardar en cicatrizar.

La alimentación es la principal vía a través de la cual podemos recibir el aporte de vitamina K que necesita nuestro organismo. De esta forma, alimentos como las verduras de hoja verde, el brócoli, el perejil y el cilantro, además de los aceites vegetales, los cuales contienen vitamina K1, va a favorecer la coagulación sanguínea en nuestro organismo.

Además de los alimentos vegetales, la vitamina K también la proporcionan los de origen animal como las carnes, huevos y pescados grasos como el salmón y la caballa respectivamente, los cuales son ricos en vitamina K2. Aunque las deficiencias de vitamina K no son comunes, las personas con problemas digestivos o que toman ciertos medicamentos anticoagulantes deben consultar con su médico para asegurarse de que tienen los niveles suficientes como para mantener un buen equilibrio en su organismo.

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