Visto y Oído
Francisco Andrés Gallardo
Emperatriz
Investigación y Tecnología
Nos encontramos encontramos en plena de ola de calor y en la primera semana de agosto se han registrado en España 608 muertes por altas temperaturas.
La primera semana de agosto, del 29 de julio al 5 de agosto, se produjeron casi el doble de muertes que la semana anterior (del 22-29 de julio) en la que 335 personas habían perdido la vida a causa de las altas temperaturas, convirtiéndose así en la peor semana del año, según estimaciones del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII).
Desde el comienzo del verano, se han registrado un total de 1.308 muertes relacionadas con el exceso de calor, aunque expertos como la pediatra Lucía Galán Bertrand, más conocida en redes sociales como Lucía, mi pediatra, asegura que cada año esta cifra asciende mucho más.
Las olas de calor producen una serie de síntomas que ponen en riesgo a las personas a quienes les afectará el calor de una manera u otra en función del grupo de población que se tratae. Con las olas de calor, incrementan los riesgos de deshidratación, edemas, calambres musculares y problemas de piel, así como también, los accidentes cerebrovasculares y los partos prematuros.
La coordinadora del grupo de trabajo de Inequidades en Salud de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), Sandra Robles, ha declarado en el portal Infosalus, que "las olas de calor incrementan el riesgo de reagudizaciones y/o agravamiento de enfermedades crónicas; así como de la de la siniestralidad, incluidos los ahogamientos y las intoxicaciones alimentarias".
Ante toda esta problemática, cuando llega una ola de calor hay que vigilar de cerca, sobre todo, a los de la población que conlleva un riesgo superior. En este caso, hablamos de las personas personas mayores, especialmente las encamadas o con limitaciones de autonomía; los menores de 4 años, lactantes y embarazadas; así como los que tienen enfermedades crónicas (cardiovasculares, diabetes, EPOC, insuficiencia renal, demencia y/o obesidad, etc.) y aquellas con enfermedades agudas concomitantes.
Muchas veces el factor de riesgo empieza por la ingesta de algunos fármacos como los anticolinérgicos, los diuréticos, IECA, los antiarrítmicos, betabloqueantes, estatinas, antidiabéticos orales, neurolépticos y antidepresivos ya que todos ellos provocan que las personas que los tomen sean más o menos tolerantes con las altas temperaturas.
"Se puede decir que la susceptibilidad a las condiciones climáticas no depende exclusivamente de los factores individuales de las personas, sino que tienen una relación importante con las condiciones en las que viven y trabajan, es decir, con los determinantes sociales de la salud", afirma la coordinadora del grupo de trabajo de Inequidades en Salud de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), Sandra Robles.
Ante todo factor de riesgo, la mejor medida es la prevención sobre todo aquellas personas que, por problemas de salud, tienen que tomar estos tratamientos. Una medida cautelar sería que su médico pudiera modificárselo, además de hacerles un seguimiento domiciliario más exahustivo.
De esta forma, se evitarían riesgos con la población más vulnerable en general. Indican, de igual modo como medida preventiva, la activación de redes sociales para el acompañamiento y la vigilancia de las personas que están en riesgo, así como también la implementación de recursos de enfriamiento locales accesible, como son los refugios climáticos, en los que la mayoría están abiertos todo el año.
Otra media preventiva son los recursos sociales y una promoción más intensiva de la importancia de llevar hábitos de vida saludables. "No se pueden olvidar las medidas estructurales que dependen de decisiones políticas, como la reducción de emisiones o una planificación urbanística consciente, entre otras", recuerda Robles.
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