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Una sobrecarga sensorial ocurre cuando algo a nuestro alrededor estimula excesivamente al menos uno de nuestros sentidos. Por ejemplo, puede ser provocado por los ruidos fuertes o constantes y provenientes de varias fuentes simultáneas; las luces brillantes, estroboscópicas o de entornos con mucho movimiento y detalles (como multitudes o sucesiones de planos muy veloces); los olores fuertes o las comidas fuertes, calientes o picantes, las sensaciones táctiles constantes o el mareo. Cuando eso ocurre, repentinamente, nuestros sentidos reciben demasiada información y nuestro cerebro no puede procesarla.
En el mundo en el que vivimos, cada vez es más frecuente que las personas vivan en entornos urbanos, llenos de ruido, personas y tecnologías con interfaces muy visuales, por lo que muchas situaciones cotidianas pueden desencadenar esa respuesta.
Este fenómeno puede ser evitado o evadido fácilmente, o simplemente aceptamos la incomodidad que nos provoca. Pero una sobrecarga es más intensa y mucho más difícil de manejar para los niños o las personas que tienen dificultades del procesamiento sensorial. Para entenderlo mejor hay que recordar que existen dos tipos de procesamiento sensorial: la hipersensibilidad y la hiposensibilidad. A menudo, cuando una persona no puede escapar niños con dificultades del procesamiento sensorial son hipersensibles, es decir intentan evitar las sensaciones sobreestimulantes.
La sobrecarga sensorial es el resultado de la recepción, por uno o varios sentidos, de una cantidad de información tal que 'sobreexcita' al cerebro, lo que le causa un estado similar al de la ansiedad.
Como hemos mencionado, aparece con frecuencia en distintos trastornos como el trastorno por déficit de atención (TDAH), los trastornos del espectro autista, la osmitis, el síndrome de Tourette, la ansiedad generalizada, el trastorno de estrés post traumático (PTSD), los trastornos disociativos, la fibromialgia, el síndrome de fatiga crónica, la esquizofrenia, la misofonía, el trastorno de procesamiento sensorial o la sinestesia.
Los comportamientos rígidos y repetitivos que asociamos con el autismo, sin mencionar las crisis, se pueden explicar como un intento de lidiar con una sobrecarga extraordinaria sensorial y emocional.
Las manifestaciones de la sobrecarga sensorial son muy variadas y pueden ser muy distintas de un individuo a otro, así como en el tiempo. No obstante, algunos de sus síntomas más frecuentes incluyen:
No existe una línea de tratamiento clara para la sobrecarga sensorial. En realidad, normalmente se prescriben distintas estrategias para la disminución del estrés que ocasiona y aliviar los síntomas, así como evitar algunas fuentes de estímulos que puedan dispararlo en personas sensibles.
Por ejemplo, se recomienda retirarse a un lugar silencioso y poco iluminado; escuchar música prestando especial atención a la misma; y, en casos recurrentes, un descanso prolongado puede minimizar su aparición. También se puede preparar a las personas para lo que sucederá y proponer maneras de que las controle. Además, hacer que participe en una dieta sensorial puede ayudarlo a mejorar su autorregulación y hacer que la sobrecarga parezca menos intensa.
En cualquier caso, es importante tomar conciencia de un problema, causado por un entorno cambiante como el nuestro, que es cada vez más común y que está tan difundido entre la población, así como de las distintas formas de atajarlo cuando nos suceda.
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