El síndrome del impostor tiene una parte positiva y así puedes usarla a tu favor

Investigación y Tecnología

Una parte positiva del síndrome del impostor es que nos protege de creernos más que nadie y "los reyes del mundo"

Signos que alertan que padeces el síndrome del impostor

Síndrome del impostor
Síndrome del impostor / Freepik

El síndrome del impostor es un fenómeno psicológico en el que las personas son incapaces de internalizar sus logros y tienen un miedo persistente de ser expuestas como "fraudes". A pesar de evidencias externas de su competencia, quienes padecen este síndrome creen que no merecen el éxito que han alcanzado y atribuyen sus logros a la suerte, el timing perfecto o a haber engañado a los demás para creer que son más inteligentes y capaces de lo que realmente son.

Afecta al 70% de las personas en algún momento de sus vidas, según el estudio The impostor phenomenon, publicado en el International Journal of Behavorial Science y se debe, en parte, a que vivimos en una sociedad de alta competitividad donde se premia el éxito por encima de todas las cosas y se penaliza el fracaso. Esto nos lleva a un estado de pensamiento perfeccionista y rígido en el que no te permites flaquear en ningún momento de tu vida porque "hay que estar a la altura".

El síndrome del impostor está relacionado con la autoestima, "existen estudios donde está comprobado que las mujeres tenemos, en general, la autoestima más baja que los hombres, y esa es precisamente la mejor defensa ante este trastorno”, explica en el diario El País Mar Cárdenas, directora del máster en Recursos Humanos de ESIC.

En este sentido, la psicóloga Patricia Ramírez, conocida en redes sociales como Patri Psicóloga, apoya esta teoría y explica en el siguiente vídeo qué es lo que sucede en torno al síndrome del impostor.

La parte positiva del síndrome del impostor

Si bien es cierto que mal gestionado la persona puede llegar a tener ansiedad, miedos, falta de autoestima e, incluso, negarse a hacer tareas o al intento de progresar, sobre todo en el ámbito laboral y académico, el síndrome del impostor tiene una parte positiva que se puede usar a tu favor.

"El miedo a no estar a la altura nos ayuda a sentir esas mariposas y esa ansiedad funcional para superarnos y subir un peldaño más nuestra ejecución en cualquier ámbito, ya sea hacer pasteles, ser psicóloga, etc", asegura Julia Pascual, psicóloga especialista en Terapia Breve Estratégica, en una entrevista para el diario La Vanguardia.

Otro parte positiva del síndrome del impostor es que nos protege de creernos más que nadie y "los reyes del mundo", además "previene de darnos por vencidos, incita a probar cosas nuevas, aprender de todos y entender que siempre se puede mejorar, asumir el error y pensar que al día siguiente no lo van a cometer y asumir el riesgo aun sabiendo que habrá otro error", explica Pascual, miembro del Colegio de Psicología de Catalunya.

Cómo nos sentimos cuando tenemos el síndrome del impostor

El síndrome del impostor genera una duda constante sobre la valía de uno mismo. A pesar de las evidentes demostraciones de éxito, la persona sigue pensando que no es lo realmente buena como para tener lo que tiene o para llegar donde ha llegado y tiene que seguir buscando la demostración de su valía. Esto quiere decir que piensan que si han conseguido algo, ha sido fruto de la suerte, porque alguien los ha ayudado o promocionado o por cualquier otra circunstancia que le hace sombra a la razón verdadera por la que ha conseguido esos resultados: fruto del esfuerzo y de las propias habilidades.

Este pensamiento les lleva muchas veces a desistir de intentar cosas nuevas, así como también de asumir más responsabilidades por el miedo interno que tienen a fallar a "ser descubiertos como incompetentes". Además, de tener un temor constante al fracaso y pensar que no son tan capaces como aparentan, sino que son un "fraude" y pueden descubrirlo en cualquier momento.

Es una de las sensaciones más recurrentes en el interior de una persona que padece el síndrome del impostor. También hay un exceso de perfeccionsimo, en el que se ponen metas muy altas y se sienten frustrados cuando no las alcalzan o no cumplen con las altas espectativas que se han marcado.

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