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La depresión constituye un reto para la salud pública, ya que su prevalencia es muy alta: el número de personas que la sufren a lo largo de su vida se sitúa entre el 8% y el 15%. 350 millones de personas sufren depresión en el mundo. Desde los tratamientos farmacológicos hasta la psicoterapia, pasando por la investigación y las terapias experimentales. En este sentido, un nuevo compuesto se ha erigido como la esperanza para tratar la depresión severa. Se trata del compuesto alucinógeno conocido como psilocibina, presente en algunas especies de setas como los psilocibes o panaeolus, según se ha publicado en ''The Lancet Psychiatry''.
A mediados del pasado siglo, varios investigadores analizaron sus propiedades y posibles beneficios para el mundo moderno, si bien la expansión de su uso recreativo propició la ilegalización, frenando su estudio. Hace unos años, la investigación se retomó en pacientes con una fuerte resistencia al tratamiento tradicional. Los científicos han podido constatar que el compuesto psilocibina es bien tolerado y seguro, y lo que es más importante ayuda a remitir los síntomas depresivos en aproximadamente la mitad de los pacientes a partir de los 3 meses siguientes al tratamiento.
Si los ensayos funcionaran en su última fase, habría pruebas científicas de que las experiencias psicodélicas de los aztecas y del movimiento hippie podrían convertirse algún día en un tratamiento de medicina convencional.
Al principio, se les dio una dosis baja de psilocibina para asegurarse de que no tuviesen reacciones adversas, pero una semana después se les administró una más alta. La prueba se realizó en una sala especialmente acondicionada, con música y la presencia de dos psiquiatras para supervisarlo todo. La experiencia psicodélica duró cinco horas.
el fármaco es oral y que en esas seis horas están incluidas la preparación inicial, la experiencia alucinatoria propiamente dicha y el 'aterrizaje' posterior, ayudado por los dos terapeutas, que han recibido una formación especial.
La sustancia psilocibina, va directa a los receptores del cerebro encargados de recoger la serotonina, de la misma manera que la mayoría de los antidepresivos, pero, y esta es una de las ventajas, actúa con más rapidez que los tratamientos tradicionales debido a su estructura química bien diferenciada del resto de los tratamientos actuales.
''Las drogas psicodélicas tienen efectos psicológicos potentes y sólo se dan en nuestra investigación, cuando existen garantías, hay una estrategia cuidadosa y un apoyo terapéutico profesional'', apunta Dr. Robin Carhart-Harris, uno de los doctores que forman parte de la investigación.
Lo más novedoso de los resultados es la rápida acción del 'nuevo fármaco', que demostró tener una mejora palpable en los síntomas de la depresión al día siguiente de la experiencia, algo que no ocurre con los antidepresivos actuales, que necesitan entre 6 y 8 semanas para mejorar cuatro puntos en la escala Montgomery-Asberg.
En este contexto, sus efectos a largo plazo, se incrementan. A las seis semanas, los grupos de dosis más alta y más baja mostraban una diferencia de 6,6 puntos en esta escala. A los tres meses había un 24,1% de los pacientes en el grupo de 25 mg que mantenía esa mejoría, frente al 10,1% del grupo de 1 mg. En el grupo de 10 mg no había una diferencia significativa con este último.
Los primeros efectos de la psilocibina aparecieron entre los 30 y 60 minutos posteriores a la ingesta de las dosis, alcanzando el periodo máximo de psicoactividad a las 2-3 h. Todos los efectos desaparecieron a las 6 h y no se notificaron efectos secundarios graves más allá de paranoias leves y transitorias en 2 de los pacientes y que remitieron enseguida. También experimentaron síntomas leves como dolor de cabeza, náusea, fatiga o insomnio.
En este sentido, hablando de efectos adversos, los expertos advierten ''no nos gustaría que los miembros de la opinión pública piensen que pueden tratar sus propias depresiones con hongos alucinógenos. Ese tipo de enfoque podría ser peligroso'', explican. De hecho, apuntan que pese a que estos fármacos no tienen una alta capacidad adictiva y se administran a nivel hospitalario, no son inocuos.
Los terapeutas que prescriben y administran el fármaco deben tener una formación específica. "Se tiene que utilizar en un medio muy reglado y, si la estrategia terapéutica no está muy bien estudiada, puede tener riesgos importantes. Estas sustancias deben ser administradas en circunstancias muy especiales".
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