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El lenguaje no verbal dice mucho de nuestros mensajes. Muchas veces callamos por no decir realmente lo que pensamos, pero hay gestos que no podemos controlar y nos delatan. Por ejemplo, el cruce de las manos por detrás de la espalda. Según la psicología, este gesto está asociado al control, a la confianza en uno mismo o al intento de reflejar en las otras personas una imagen de seguridad o autoridad, en un deseo de proyectar una imagen de fortaleza.
Esta postura solemos verla por ejemplo, en líderes políticos, militares o personas de autoridad cuando dan discursos o están en reuniones. En estos contextos, el mensaje que se quiere transmitir es de control de la situación ya que al mantener las manos por detrás de la espalda, se evita gesticular demasiado, lo que refuerza la imagen de autocontrol y confianza.
Muchas veces también se usa como forma de protección marcando una distancia emocional ya que cuando cruzamos las manos por detrás de la espalda nos alejamos del campo visual de otras personas y del contacto físico directo, lo que podría ser interpretado como un intento de resguardar una parte vulnerable del cuerpo.
Las manos son una herramienta fundamental en la interacción social y en la comunicación, ya que le da fuerza a nuestro discurso. Sin embargo, al esconderlas, la persona está diciendo, de manera implícita, que no está dispuesta a abrirse completamente o que desea mantenerse reservada, incluso cuando está en una posición de poder o confianza.
Los gestos no tienen un significado cerrado ni universal. Depende de la situación social y el contexto cultural donde se desarrolle, tendrá un significado u otro, así como también si se acompaña de otros gestos.
En situaciones sociales, como encuentros formales o entrevistas laborales, es normal que las personas quieran proyectar una imagen profesional positiva y adoptando esta postura es una forma de hacerlo. Al cruzar las manos por detrás de la espalda, estamos mandando un mensaje de seriedad y de mantener la compostura, así que es un gesto que nos viene muy bien en situaciones en las que necesitamos controlar los nervios o impresionar a otras personas.
Sin embargo, si se hace de manera excesiva y además mantemos una postura rígida, el mensaje se puede interpretar de forma contraria, es decir, que estamos tensos y que nos falta naturalidad.
También podemos cruzar los brazos en situaciones más informales. Por ejemplo, una persona que pasea relajadamente por un parque puede entrelazar sus manos detrás de la espalda como un signo de tranquilidad. En este caso, la postura transmite una sensación de estar en paz con uno mismo y con el entorno, sin la necesidad de demostrar poder o control, sino simplemente bienestar.
El contexto cultural también juega un papel importante en la interpretación de este gesto. En algunas culturas orientales, cruzar las manos por detrás de la espalda es un signo de respeto o deferencia. En entornos formales, como ceremonias o encuentros con figuras de autoridad, adoptar esta postura es un modo de mostrar humildad y sumisión.
En algunas ocasiones, el gesto de colocar las manos detrás de la espalda puede indicar una sensación de vulnerabilidad o incomodidad. Aunque en la mayoría de los casos parece un gesto de seguridad, existen situaciones en las que la persona, al no saber cómo comportarse, recurre a este gesto para calmarse.
Probablemente, lo hagan inconscientemente para no revelar nerviosismo a través de movimientos inquietos. Así que el gesto puede interpretarse como una máscara para ocultar el estrés o la inseguridad.
Por otro lado, desde una perspectiva más intrapersonal, el gesto puede estar relacionado con la introspección. Al no tener las manos visibles ni disponibles para interactuar activamente con el entorno, la persona puede estar más centrada en sus propios pensamientos, usando la postura como una manera de concentrarse en su interior. En este caso, el gesto no tiene que ver necesariamente con el control o la seguridad, sino con un estado de contemplación o reflexión.
El cruce de las manos por detrás de la espalda también puede relacionarse con el dominio espacial. Una persona que ocupa espacio de manera relajada, con las manos por detrás y caminando lentamente, está comunicando que se siente cómoda en ese entorno. Esto se puede observar en contextos donde alguien quiere manifestar que tiene un control sobre el espacio físico a su alrededor, sin necesidad de ser intrusivo o intimidante.
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