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La carabela portuguesa, de nombre científico Physalia physalis y que suele confundirse con las medusas, es en realidad un sifonóforo, un organismo colonial compuesto por individuos especializados llamados zooides los cuales trabajan en conjunto como si fueran un solo organismo, desempeñando funciones específicas como la alimentación, la reproducción y la defensa.
Es fácilmente reconocible por su flotador aerodinámico, muy parecido a un globo alargado y puede tener tonos azules, rosas o púrpura. Esta característica tan peculiar es la que le permite mantenerse a flote en la superficie del agua y desplazarse según el destino del viento y la marcha de las corrientes marinas. Bajo el flotador, se extienden largos tentáculos cargados de células urticantes llamadas nematocistos, que contienen un potente veneno.
La subida de la temperatura del agua, los vientos y las corrientes marinas han acercado esta especie a las costas vascas y a otras playas del Mar Cantábrico y se han convertido en las principales razones por las que socorristas, guardia civil y también los bañistas están tomando las debidas precauciones a la hora de bañarse, aunque hay alguno que ya ha probado la eficacia de sus tentáculos que, cuando se extienden, pueden llegar a alcanzar los siete u ocho metros de longitud.
El hecho de que la calabera portuguesa ronde estas zonas geográficas es especialmente llamativo ya que normalmente son especies que se mueven por el Oceáno Atlántico; de ahí, su nombre "portuguesa".
Las medusas son organismos individuales, mientras que la carabela portuguesa es una colonia de zooides, además tiene un flotador aerostático que la mantiene en la superficie, a diferencia de la mayoría de las medusas que nadan libremente en el agua.
La carabela portuguesa se desplaza principalmente por el viento y las corrientes marinas debido a su flotador, mientras que las medusas se mueven contrayendo y relajando su campana.
Los síntomas de una picadura de carabela portuguesa pueden variar, pero, por lo general se siente un dolor agudo y ardiente, inmediatamente después del contacto que puede durar de minutos a horas y en cuya zona afectada se pueden ver marcas de líneas rojas y elevadas, con un dibujo similar al de los tentáculos que causaron la picadura.
En algunos casos, la persona afectada puede presentar náuseas, vómitos, dolores de cabeza, dolor abdominal, mareos y dificultad para respirar. Algunas personas más sensibles pueden tener reacción alérgica con hinchazón, urticaria y, en casos extremos, anafilaxia.
Según la OCU, "aunque sea una situación improbable en nuestras costas, si te pica una carabela portuguesa las medidas a adoptar son parecidas a las de la picadura de medusa", pero si te pica aconseja: evitar frotar o rascar la piel, intentar eliminar los tentáculos adheridos en caso de que los haya, pero no lo hagas directamente con la mano desprotegida, sino utilizando guantes, una pinza o una toalla lo suficientemente gruesa para evitar el contacto directo.
Por último, lava la zona lesionada con agua de mar o suero fisiológico y evitar, al igual que con las medusas, el agua dulce. La OCU insiste, "pasada la fase aguda consulte al médico, sobre todo si la inflamación es grande o si la herida muestra signos de sobreinfección".
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