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Psicología de la iluminación: ¿qué dice sobre que nos gusten más las luces cálidas?

Investigación y Tecnología

Nos sentimos atraídos por ese tipo de luz porque nuestro cerebro asocia sus tonos cálidos con refugio, descanso y bienestar

¿Qué significa que una persona amontone ropa en una silla, según la psicología?

Luces cálidas / Freepik

La luz es una de las fuerzas invisibles que moldean nuestra vida y nuestro estado de ánimo, y aunque pocas veces nos paramos a pensarlo, cada tono y matiz de iluminación tiene un efecto poderoso en nuestras emociones y bienestar. De hecho, los pequeños detalles de nuestro entorno pueden tener un impacto en nuestra salud mental y emocional, por lo que elegir entre una luz cálida o fría no es una cuestión de caprichos, sino que refleja aspectos profundos de nuestra mente.

En esta ocasión, vamos a hablar de la luz cálida y cómo nuestra elección influye en nuestro bienestar. Partimos de la base de que estamos programados biológicamente para sentirnos más cómodos y seguros bajo ciertas condiciones de luz. Desde una perspectiva evolutiva, la luz cálida evoca el resplandor del fuego, uno de los primeros aliados de la humanidad.

El fuego era símbolo de protección, de reunión y de conexión, y esas experiencias positivas quedaron grabadas en nuestra memoria. Nos sentimos atraídos por ese tipo de luz porque nuestro cerebro asocia sus tonos cálidos con refugio, descanso y bienestar. En contraposición, la luz fría, similar a la luz del día, nos activa, nos despierta, nos empuja a la acción, pero también puede hacernos sentir alertas, e incluso un poco más tensos.

Relajación y reduce el estrés

Este efecto de las diferentes temperaturas de luz está respaldado científicamente. Estudios en psicología ambiental muestran que la iluminación cálida promueve la relajación y reduce el estrés, mientras que la iluminación fría fomenta la atención y la productividad. De hecho, la luz cálida estimula la liberación de melatonina, la hormona responsable de regular nuestro ciclo de sueño y descanso.

Por eso, cuando llega la noche muchas personas optan por encender una luz cálida en un punto o en varios puntos concretos de la habitación en la que vayan a estar porque le está mandando la orden al cerebro de que nos disponemos a relajarnos.

Desde un enfoque psicológico, la luz cálida crea un ambiente que facilita la conexión emocional. Pensemos en una cena en casa o en cualquier lugar donde se apagan las luces frías y se encienden lámparas o velas que tiñen de tonos dorados el espacio. Este ambiente no solo resulta visualmente atractiva, sino que también comunica algo fundamental: "Aquí puedes estar en paz, aquí puedes conectar con los demás".

Las luces cálidas, en espacios de intimidad, nos invitan a abrirnos, a conversar sin prisas, a sentirnos en confianza gracias al poder de la luz cálida como elemento emocionalmente nutritivo.

La iluminación cálida en el espacio de trabajo

La luz cálida no solo se aplica al hogar, sino que también está influyendo en el diseño de muchos espacios públicos y de trabajo. Cada vez más estudios de arquitectura o gabinetes de psicología recomiendan utilizar luces cálidas en salas de espera, oficinas e incluso hospitales ya que por ejemplo, los trabajadores se sienten menos ansiosos y más cómodos en espacios donde predominan estas tonalidades.

La luz cálida, al reducir la percepción de frialdad en el ambiente, se convierte en una herramienta poderosa para el bienestar. Nuestra relación con la luz tiene mucho que ver con cómo queremos sentirnos y cómo queremos que se sientan los demás.

Cuando optamos por luces cálidas, estamos eligiendo una atmósfera que abraza, que acompaña y que tranquiliza. Es un pequeño gesto que va más allá de la decoración. Es un recordatorio de que necesitamos ambientes que nos cuiden, que nos den refugio y que, al final del día, nos recuerden que está bien relajarse, descansar y reconectar con nosotros mismos.

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