Psicología del duelo: cómo afrontar una pérdida dolorosa
Investigación y Tecnología
La pérdida no es algo que simplemente "se supera" sino que es algo con lo que aprendemos a convivir
Lo esencial es reconocer que el duelo es un proceso natural y, aunque doloroso, es una parte importante de la sanación
Estas son las fases por las que pasa una persona cuando le da un ataque de ansiedad
¿Podemos caer en depresión después de haberla superado y justo cuando estás en un buen momento de tu vida?
Perder a alguien que queremos y que es importante para nosotros es una de las experiencias más devastadoras que podemos enfrentar. El dolor que sentimos por el vacío que esa persona ha dejado en nosotros parece no tener fin, y el duelo se convierte en un viaje emocional y psicológico complejo. No existe una forma "correcta" de sobrellevar la pérdida ya que el dolor es personal y cada uno lo procesa de manera distinta. Sin embargo, lo que sí es común para todos es la intensidad de las emociones que surgen en este proceso.
El duelo como un proceso, no un estado
El duelo no es un estado fijo, sino un proceso dinámico que puede incluir emociones que van desde la tristeza profunda hasta el enfado, la culpa o incluso momentos de alivio. No te juzgues por lo que sientes, porque no hay emociones "correctas" o "incorrectas" en el duelo. A menudo, la sociedad nos presiona para "superar" rápidamente una pérdida, pero la realidad es que no hay un cronograma para este tipo de dolor. Permítete sentir lo que necesites sentir, a tu ritmo.
El duelo suele describirse como olas que van y vienen. A veces, te golpean con fuerza y sientes que te ahogas en la tristeza. Otras veces, son más suaves, pero constantes. La clave está en recordar que, aunque las olas sean intensas, con el tiempo empezarás a encontrar pequeñas islas de calma en medio del dolor. El proceso no es lineal, y es posible que en algunos momentos sientas que estás retrocediendo, pero cada paso que das, incluso cuando parece insignificante, es parte de tu proceso de sanación.
Aprender a convivir con el dolor
La pérdida no es algo que simplemente "se supera", sino que es algo con lo que aprendemos a convivir. El vacío que deja la persona pueder ser insoportable y es natural que al principio te cueste imaginar cómo seguir adelante e, incluso, puede que te parezca imposible. Es en este punto donde es importante recordar que el duelo no significa olvidar. La conexión que tenías con esa persona sigue viva dentro de ti, en tus recuerdos, en las lecciones que compartisteis y en el amor que permanece.
Aceptar el dolor no significa que dejes de sentir tristeza, pero sí que aprendas a vivir con él de una manera más llevadera. Con el tiempo, las emociones más agudas del duelo se irán suavizando, y lo que quedará será un espacio donde el amor y el recuerdo puedan coexistir con la ausencia. En este proceso, buscar apoyo emocional es fundamental: hablar con personas cercanas, un terapeuta o incluso escribir tus emociones puede ayudarte a externalizar y procesar tu dolor.
No hay una cura rápida para el duelo. Requiere tiempo, paciencia y mucha compasión hacia ti mismo. Así que date permiso para llorar, para reír cuando lo sientas.
Fases del duelo
Las fases del duelo son una serie de etapas emocionales que las personas atraviesan cuando enfrentan una pérdida significativa. Aunque no todos experimentan estas fases de manera lineal o en el mismo orden, proporcionan una comprensión general de los procesos internos que ocurren durante el duelo. La psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross fue quien popularizó este modelo, que incluye cinco fases principales:
1. Negación
La negación es la primera reacción que muchas personas tienen al enterarse de una pérdida. Es un mecanismo de defensa que nos protege del impacto emocional inmediato, permitiendo que nuestra mente asimile lentamente lo que ha sucedido. Durante esta fase, puede ser difícil aceptar la realidad de la pérdida, y es normal sentir incredulidad o una sensación de que "esto no puede estar pasando" porque la negación nos ayuda a amortiguar el golpe emocional inicial.
2. Ira
Una vez que la realidad comienza a instalarse, de la negación pasamos a la ira y esta etapa puede manifestarse de diferentes formas: podemos sentir enfado con nosotros mismos, con los demás o, incluso, con la persona que hemos perdido. A menudo, nos preguntamos por qué sucedió la pérdida o sentimos rabia por la injusticia de la situación. Es importante comprender que esta ira es una parte natural del proceso de duelo, aunque puede ser intensa o desconcertante.
3. Negociación
En la fase de negociación, las personas empiezan a aceptar la pérdida y empiezan a aparecer pensamientos del tipo "si tan solo hubiera hecho esto de manera diferente" o "¿qué hubiera pasado si hubiera buscado otra solución?". La negociación es una forma de tratar de recuperar el control en una situación en la que nos sentimos impotentes. A veces, esta fase puede ir acompañada de sentimientos de culpa, como si de alguna manera pudiéramos haber evitado esa pérdida.
4. Depresión
La depresión es quizás una de las fases más dolorosas del duelo, ya que es cuando nos damos cuenta completamente de la magnitud de la pérdida. Esta etapa puede estar marcada por una profunda tristeza, soledad, y un sentimiento de vacío. Aquí es normal que las personas dejen de hacer lo que hacían siempre, principalmente, por falta de motivación. Durante esta fase, se llora la ausencia de la persona o situación perdida, y se procesa emocionalmente lo que significa vivir sin ella.
5. Aceptación
Finalmente, en la etapa de aceptación, comenzamos a llegar a un entendimiento más sereno de la pérdida. Esto no significa que dejamos de sentir tristeza o que olvidamos lo que hemos perdido, sino que aprendemos a vivir con ello. En la aceptación, encontramos una manera de seguir adelante, integrando la pérdida en nuestras vidas la cual no vuelve a ser la misma, pero poco a poco se van encontrando nuevas formas de significado, propósito y esperanza.
Es importante recordar que estas fases no son fijas, ni todas las personas las experimentan de la misma manera. El duelo es único para cada individuo y puede que algunas fases sean más prominentes que otras o que se alternen en diferentes momentos. Lo esencial es reconocer que el duelo es un proceso natural y, aunque doloroso, es una parte importante de la sanación.
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