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El término LAT procede de las siglas en inglés Living Apart Together y se utiliza últimamente para definir un tipo de relación de pareja en la que ambas partes establecen un pacto en el que hay un vínculo como pareja, pero a la hora de la convivencia en el hogar, cada uno hace su propia vida.
Es un modelo relacional que está cada vez más en tendencia y cuya característica principal para que pueda funcionar es que ambas partes estén de acuerdo en llevar este tipo de relación y asumirla. Si una de las partes tiene una concepción de la relación y la otra parte lleva unos pensamientos diferentes, no funcionará, ya que una de las razones principales es seguir con las propias normas de siempre, sin dejar de tener el compromiso.
A la hora de llevar una relación de pareja LAT, hay que tener en cuenta, como en todas las relaciones, diferentes factores. ¿Los principales? Los hijos. Para ello, hemos hablado con la psicóloga Cristina Muñoz de la clínica Psicóloga Cristina Muñoz Positivate en Sevilla y escritora del libro Me lo tengo que mirar, para que nos explique un poco más sobre este modelo relacional con sus beneficios y desventajas, así como también, al haber hijos en la convivencia, cómo les afecta a ellos emocionalmente.
Las relaciones de parejas LAT se caracterizan porque sus miembros ya han convivido con otras personas, han estado casados, es decir, suelen ser parejas experimentadas e, incluso, una de las partes puede tener hijos de relaciones anteriores. Sin embargo, esta situación no interfiere en la validez de la relación nueva, así como tampoco se anula el rol de la otra persona que acaba de llegar a sus vidas, sino que simplemente se omite la convivencia.
"Lo más adecuado para los menores es que la rutina y lo cotidiano estén establecidos en un entorno más seguro"
Esto es beneficioso sobre todo cuando hay hijos por medio ya que sus vidas no cambiarían y podrían seguir con la rutina a la que están acostumbrados, aunque a veces, "la llegada de otra persona a sus vidas se puede interpretar como cierta invasión", asegura la psicóloga.
En el caso de que se trate de hijos procedentes de una pareja que ha decidido romper la convivencia, pero seguir con la relación, esta va a funcionar dependiendo de los acuerdos a los que se haya llegado. En este sentido, se puede optar por llevar este modelo relacional porque ya tienen unas costumbres, sobre todo "si los menores ya están habituados a ciertas rutinas en la que tienen muy claro cuál es el rol de cada uno", comenta Cristina Muñoz.
De esta manera, el o los menores seguirían con el mismo estilo de crianza de siempre, por lo que no sufrirían ningún impacto a nivel mental, aunque, según aclara la psicóloga Cristina Muñoz, "lo más adecuado para los menores es que la rutina y lo cotidiano estén establecidos en un entorno más seguro".
A veces para ellos, siendo hijos del mismo matrimonio o de la misma pareja, los cambios de domicilios puede generarles mucha confusión.
"En el caso de que los hijos sean de relaciones previas, puede favorecer los vínculos familiares más que complicarlos porque diríamos que cada menor tiene su hogar. Aunque la otra familia sea de alguna forma parte de su vida", continúa Muñoz, "puede haber menos sensación de invasión, hay menos conflictos intrafamiliares o en la crianza, ya que vienen de modelos de crianza diferentes, por lo que puede favorecer el equilibrio de los y las menores", apunta la psicóloga.
Cuando hablamos de parejas más maduras y experimentadas, uno de los beneficios que tiene llevar una relación LAT es que no se renuncia a los hábitos personales, "manías", maneras de hacer las cosas y todo lo que tiene que ver con la convivencia, "desde hacer la cama hasta ordenar los cajones", ya que contaría con más privacidad, por lo que no tendrían que adaptarse a la rutina y a la forma de vida de la otra persona.
"Si las claves son explícitas, no tendría por qué haber ninguna desventaja más allá de conocer en profundidad a la otra persona"
Por lo que respecta a los hijos, a la hora de convivir, si estos ya cuentan con su propio espacio también quedarían más respetados. "No es lo mismo que una pareja tenga dos hijos y se vincule a otra persona que tiene otros dos o tres hijos y, de repente, nos juntemos en casa siete personas, a que haya una unidad familiar de tres y otra unidad familiar de tres y nos juntemos sin convivir". Ese modo de vivir es perfectamente compatible con compartir vacaciones y momentos de ocio juntos.
Llevar una pareja LAT, quedando claro el lugar que ocupa cada uno, tanto los miembros de la pareja como los hijos, sería una unión fácil de llevar porque los roles de siempre seguirían intactos, por lo que evitaría confusiones a los niños.
Esta es la principal desventaja que tiene llevar una relación de pareja LAT, ya que, al no tener una rutina establecida, se confunden, sobre todo a la hora de entender si están juntos o no, si son pareja o no y "puede dar lugar a un vínculo un poco peculiar, sobre todo, si la pareja es ambivalente en el sentido de que viven separados, pero de vez en cuando duermen juntos", manifiesta la psicóloga Cristina Muñoz.
Otra de las desventajas que supone para los hijos que sus padres lleven una relación de pareja LAT es que tengan que adaptarse a dos rutinas diferentes y a unos hábitos de vida diferentes, "estaríamos hablando de casi las mismas desventajas de una custodia compartida".
Por lo que se refiere a parejas que no tienen hijos, "si las claves son explícitas, no tendría por qué haber ninguna desventaja más allá de conocer en profundidad a la otra persona". De esta forma, es difícil que se llegue a producir una ruptura porque "no es lo mismo estar de viaje o de ocio, que estar conviviendo y conocer, de verdad, cuáles son las costumbres y la intimidad de la otra persona. Al final es una elección totalmente personal en este tipo de parejas".
El éxito de una relación depende de muchos factores que se basarán en las expectativas y en las necesidades de cada persona ya que hay a quien le gusta esa manera más "tradicional" de convivencia y vivir esa experiencia en todos los ámbitos con la pareja.
En este sentido, aunque no por ello quiere decir que sea garantía de éxito, es que la relación de parejas LAT suele funcionar mejor en parejas que ya están bastante más experimentadas en relaciones de pareja y de convivencias previas. Este tipo de personas optan por llevar esta relación porque no interfiere en sus hábitos, ni rutinas, ni en el modo de hacer las cosas, respectivamente.
Para llevar a cabo y así aumentar las probabilidades de éxito, la relación se tiene que desarrollar de mutuo acuerdo. De ahí, que sea un pacto entre ambas partes. "Lo que sí es muy importante señalar", insiste Muñoz, "es que para que esto tenga éxito, ambas partes han de ser plenamente conscientes, con las reglas muy explícitas y claras, y que tengamos la seguridad de que una de las dos partes no está 'asumiendo' porque la otra lo impone y hay una falta de compromiso". Eso no sería una pareja con responsabilidad afectiva emocionalmente.
"Eso sería una relación de pareja en la que una de las dos partes quiere vivir de una manera y la otra, de alguna manera, asume o acepta para que no se rompa el vínculo. Si se despiertan miedos, inseguridades o la sensación de que pueda ser abandonada si no aceptan las reglas, evidentemente no funcionaría", concluye Cristina Muñoz.
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