La pseudoterapia Gestalt: la 'secta' detrás de la psicología
Luis Miguel Real, un psicólogo que practicó esta 'terapia' durante años, habla sobre sus riesgos y las dudosas intervenciones que se realizan durante las sesiones
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En 2030 los trastornos mentales trastornos mentalesrepresentarán más de la mitad de la carga económica mundial debida a las enfermedades no transmisibles. Esto es un hecho que se ha hecho aún más patente desde la pandemia de coronavirus que ha provocado un aumento de hasta el 47 % en los trastornos de salud mental también en los menores. Así, las consultas de psicología han aumentado en un 40% en los últimos 2 años, un hecho que también ha aumentado la proliferación de las pseudoterapias, los gurús y los falsos psicólogos. De hecho, desde el Consejo General de Colegios Oficiales de Psicólogos se denuncia el aumento de las pseudoterapias tras la pandemia, algunas con tintes de secta. Es el caso de la conocida como Gestalt, una pseudoterapia de corte new age, descendiente del psicoanálisis, y que, por desgracia, todavía cuenta con adeptos dentro de la propia psicología. El Observatorio contra las Pseudociencias, Pseudoterapias, Intrusismo y Sectas Sanitarias de la Organización Médica Colegial la califica de "pseudopsicoterapia ampliamente utilizada con objetivos de manipulación del pensamiento en movimientos de riesgos sectario". Pero, ¿de qué se trata exactamente?
La terapia Gestalt fue creada por el psicoanalista Fritz Perls (alumno directo de Sigmund Freud), y representada en la últimas décadas por muchos gurús. En sus inicios tuvo un mayor auge en Alemania, aunque a partir de los años 50 fue extendiéndose por el mundo. En 1952, se abrió el primer Instituto Gestalt en Nueva York. Se abandonó el nihilismo psicoanalítico y comenzó a surgir la escuela humanista, que buscaba un enfoque más positivo del pensamiento humano.
Así, esta terapia se caracteriza por no estar hecha exclusivamente para tratar estas enfermedades, sino también para desarrollar el potencial humano. Sus bases giran en torno a vivir el presente, conseguir la libertad y satisfacción óptima liberando bloqueos del pasado y asuntos inconclusos y alcanzar la autorrealización y el crecimiento. Uno de los muchos centros gestalt que hay en España la define como una psicoterapia con énfasis en el crecimiento personal, que visualiza a la persona como un todo, formado por cuerpo, mente y espíritu. La terapia buscará aumentar la autoconciencia y la responsabilidad por los pensamientos y acciones de uno, mientras aborda las condiciones pasadas que continúan afectando a este proceso.
MÉTODOS DE DUDOSA EFICACIA
Uno de los más críticos con esta terapia es el psicólogo Luis Miguel Real, un profesional que pudo vivir desde dentro la praxis de esta escuela. Según resume en su blog, 'la terapia gestalt no cuenta con ningún tipo de evidencia para ningún problema o trastorno psicológico. Los estudios realizados son escasos y su calidad metodológica es mala. La dificultad para estudiar los beneficios de una intervención debido a su falta de concreción, sistematicidad, ausencia de protocolos de intervención y mezcla de conceptos teóricos e intervenciones clínicas lo ponen muy difícil para saber qué funciona y qué no''.
Así, explica, en lugar de establecer objetivos terapéuticos y acordar con el paciente cómo lograrlos, el terapeuta trata de relacionar los intereses con eventos pasados o relaciones familiares. De esta manera, indica, ''se aseguran que el paciente se vaya de la sesión pensando que ha desbloqueado algún tipo de recuerdo, aunque sea ficticio, y que deberá volver para seguir ese camino''.
El psicólogo asegura que ''presionando al paciente a buscar cosas que no existen, o que muy probablemente no tienen nada que ver con su malestar presente (ni sus patrones de conducta actuales). Se puede dar y se da el fenómeno de los 'falsos recuerdos'.'' Ahora defiende que '' no existen los traumas ocultos como defendían Sigmund Freud y sus adeptos, y en la mayoría de los casos, no sirve de nada remover el pasado sin ton ni son, porque las soluciones para los patrones conductuales del presente no suelen estar ahí'', aduce.
Por otro lado está el especial hincapié en la catarsis, que se trata de la , purificación de las emociones a través de la contemplación de una situación trágica o provocando una exaltación de las emociones con una situación incómoda o agresiva. El profesional indica que, en estos casos, se produce una ''exageración de las emociones. Si no lloras, no avanzas''.
Así, el terapeuta intenta estimular la catarsis haciendo que el paciente haga cosas como golpear un cojín o gritar. Según afirma en este mismo artículo ''después de esta tensión, el paciente se relaja: te dicen que es porque te estás recuperando, pero en realidad es una reacción normal después de enfrentarse a una situación agresiva''. Y continúa, ''En lugar de ayudar a controlar las emociones, la catarsis puede fomentar un comportamiento agresivo.''
En este sentido, puntualiza que aunque el paciente no le apetezca exponerse a este extremo, te presionarán para hacerlo ''por pura cuestión de 'fe' en que eso es lo que hay que hacer''. Sin embargo, según asevera, este tipo de procedimiento ''no se ha demostrado eficaz en resolver los problemas de las personas que acuden a ella, todo lo contrario.''
CULPAR AL PACIENTE, EL SIGUIENTE PASO
Luis Miguel Real también incide en que dentro de esta supuesta terapia culpar a los pacientes por su falta de interés y ganas es una práctica común. Un terapeuta Gestalt suele decir que es "resistente" al proceso terapéutico. Es como decir "No estás mejorando porque no quieres/te esfuerzas lo suficiente".
El terapeuta no es en absoluto autocrítico, y la responsabilidad por el hecho de que el paciente no mejore o no esté de acuerdo con alguna conclusión imaginada del terapeuta Gestalt siempre recae sobre el paciente de una forma u otra. ''Un buen psicólogo debe ser capaz de explicar los supuestos que subyacen al problema, así como una descripción general de los métodos y pautas a seguir durante todo el proceso de tratamiento. En Gestalt no se hace y es fácil culpar a la 'resistencia' del paciente''.
Asimismo, el terapeuta indica que la terapia es ''infinita'' ya que no hay objetivos terapéuticos ''se improvisa constantemente, y va a intentar que todos sus pacientes se queden años y años en terapia aunque no lo necesiten'', asegura.
En este trayecto, además de culpabilizar al paciente, y valiéndose de su posición de profesional, suelen darse otras situaciones agresivas como faltas de respeto al paciente en forma de insultos o acusaciones. Todo bajo el lema de ''la verdad que necesitabas para crecer''. Todo ello son patrones muy comunes en las sectas: un líder, creencias ficticias y discípulos que creen en ellas y las siguen sin ver el perjuicio que hay detrás. Además, hay un componente económico que es el precio de las terapias durante años.
Dentro de ella, el propio psicólogo se introdujo en ''otras pseudociencias'' como la bioenergética, las constelaciones familiares, el eneagrama o Kundalini. Así, este profesional insiste en la peligrosidad de esta intervención y sus ''técnicas de manipulación coercitiva que te alejan a la gente de otros tratamientos psicológicos eficaces''. Y sentencia ''la terapia Gestalt es una de las sectas pseudocientíficas que más se han institucionalizado, y que más amenazan la imagen del psicólogo como profesional de la salud mental, así como la propia salud mental de la población.''
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