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La enfermedad de Kawasaki es una afección rara que en general ataca a niños pequeños. Su diagnóstico es grave y suele producirse cuando el sistema inmunitario ataca a los vasos sanguíneos por error provocando un estrechamiento de los mismos. Durante la pandemia, su nombre se hizo más visible para la sociedad a tenor de varios casos de niños en Reino Unido que presentaron síntomas similares a esta enfermedad tras superar el coronavirus. Ahora, tras varias fases y la aprobación de su creación en 2019, el Ministerio de Sanidad ha publicado por fin el primer Protocolo de la Enfermedad de Kawasaki.
Se trata de una petición que la Asociación Enfermedad de Kawasaki (Asenkawa) llevaba impulsando desde 2016, cuando transmitieron la preocupación por la disparidad en el manejo de esta enfermedad. Este protocolo servirá como una guía tanto a los afectados por esta enfermedad como para los médicos tratantes y en él se recogen recomendaciones para el diagnóstico, tratamiento y seguimiento de la enfermedad. Además, se ha incluido también un documento para que las familias afectadas puedan tener información.
Entre las entidades más complejas de los síndromes febriles exantemáticos de mayor prevalencia durante la infancia, la enfermedad de Kawasaki se define como un cuadro intensamente febril, acompañado de una erupción eritematosa, adenopatías cervicales unilaterales de gran tamaño, conjuntivitis, labios secos y fisurados, lengua aframbuesada. Además, puede afectar a órganos importantes, como el corazón, el riñón o la médula ósea.
Su pico de presentación es entre los 18-24 meses de edad, observándose el 80% de los casos en menores de 5 años, y ha sido identificada en más de 60 países en todo el mundo, con mayores tases de incidencia en Japón, Korea y Taiwán, y menor incidencia en los países de Norteamérica, Europa y Australia. Algunos profesionales la consideran como la causa más frecuente de cardiopatía crónica adquirida o secundaria en la población general.
Según Mayo Clinic, las causas de esta enfermedad no están definidas clínicamente aunque algunos estudios científicos la relacionan con bacterias, virus u otros factores ambientales. Asimismo, la genética puede tener un rol en la probabilidad de padecerla. La mayor certeza que se tiene acerca de la msima es que no parece ser contagiosa, lo que significa que no se puede transmitir de un niño a otro.
Primera etapa (fase aguda)
Los signos y síntomas de la primera fase pueden incluir:
Segunda etapa (Dos o tres semanas después)
En la segunda fase de la enfermedad, tu hijo puede presentar:
Tercera etapa (semanas o meses después)
En la tercera fase de la enfermedad, los signos y síntomas desaparecen lentamente, a menos que se manifiesten complicaciones. Es posible que transcurran hasta ocho semanas antes de que los niveles de energía parezcan normales de nuevo.
No existe una prueba específica para la enfermedad de Kawasaki. Para hacer un diagnóstico, el profesional de la salud de su hijo realizará un examen físico y observará los signos y síntomas. Es probable que el proveedor solicite análisis de sangre y orina para descartar otras enfermedades y detectar signos de inflamación. También puede pedir pruebas para detectar daños en el corazón, como un ecocardiograma y un electrocardiograma.
Según indica el informe, cuando aparecen síntomas de la enfermedad es importante acudir de manera inmediata al centro de salud de referencia para una opinión médica que pueda diagnosticarla con la información de referencia.
Es importante que el tratamiento se ponga en los diez primeros días para evitar un daño en las arterías y desencadenar un proceso inflamatorio con riesgo de trombosis.
En el caso de no ser diagnosticado, los síntomas podrían desaparecer en la fase de inicio y ocultar una enfermedad coronaria oculta que, a largo plazo, puede causar riesgos de infarto en adultos jóvenes.
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