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Eduardo Márquez, neumólogo
Las emisiones de dióxido de azufre y otros gases tóxicos expulsados por el volcán de Cumbre Vieja, en la isla de La Palma, ya han llegado a territorio africano y siguen avanzando,en forma de nube tóxica, desde el sur hasta el norte de Marruecos, trayectoria en la que se prevé que acabará cubriendo la mayor parte de la Península durante la jornada de este viernes. Mientras tanto, los expertos continúan valorando cómo están afectando estos gases nocivos a la calidad del aire, y los posibles riesgos que pudiera entrañar para la salud de la población.
Asimismo, preocupa su contacto con otro fenómeno meteorológico que visita estos días nuestro país: la DANA. Las fuertes lluvias que han azotado diferentes puntos nacionales en los últimos días preocupan, además de por los episodios de inundaciones que se están produciendo -en especial en Andalucía-, por los posibles episodios de lluvia ácida que pudieran producirse en el encuentro de estos dos eventos.
Hasta el momento, con las previsiones de las diferentes Comisiones y Estaciones Europeas, los expertos se manifiestan optimistas. El paso de esta nube sobre la Península se producirá a unos 5.000 metros de altura (5km) y en concentraciones de dióxido de azufre cien veces menores a las que sobrevuelan Canarias, lo que no entrañará -si no se producen cambios-, ningún riesgo para la población ni para el desarrollo de otros fenómenos meteorológicos como la temida lluvia ácida.
De hecho, aclaran, el agua de lluvia normal, sin contaminar, ya es ligeramente ácida y tendrían que producirse concentraciones mucho mayores para que evolucionaran a fenómenos más extremos que pudieran ser nocivos para el humano y el entorno en general.
En lo que refiere a Andalucía, el delegado territorial de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) en Andalucía, Luis Fernando López Cotín, ha explicado que "de acuerdo con las previsiones de la Agencia Estatal de Meteorología no se prevé la incidencia de una nube tóxica en Andalucía. Al menos dadas las las actuales circunstancias y hasta donde llegan los modelos''y, continúa, ''si la evolución del volcán fuese absolutamente diferente a la que está sucediendo actualmente, habría que estudiarlo''.
No obstante, aunque según los expertos aclaren que la nube de dióxido de azufre que llegará a la Península procedente de La Palma no supondrá un riesgo para la salud, cuando este gas se encuentra en proporciones mayores, sí que supone un gran perjuicio. Advierten que debemos estar en alerta ante posibles cambios o efectos a largo plazo sobre el nivel de contaminación atomosférica, y el efecto que esto causa en el aumento de enfermedades respiratorias y otras patologías crónicas.
Así lo corrobora en una conversación con El Diario de Sevilla, el neumólogo Eduardo Márquez, del Hospital Fátima y Virgen del Rocío en Sevilla, quién apunta que ''los gases tóxicos sobre la atomosféra acentúan los problemas de contaminación, causantes del notable aumento de enfermedades crónicas respiratorias en los últimos años’’.
En esta misma línea, alerta sobre la repercusión que esto tiene en la evolución de la gravedad de estas afecciones: ''Las enfermedades respiratorias, además de una elevada mortalidad, son un paradigma de cronicidad ''. De hecho, el dióxido de azufre (SO2) también se ha asociado a problemas de asma y bronquitis crónica, aumentando la morbilidad y mortalidad en personas mayores y niños.
En lo referente a la toxicidad y las consecuencias de los gases tóxicos sobre la atomósfera, el profesional aclara que el principal problema que se produce es la alteración conocida como ''la boina''. Se trata de un fenómeno que produce un efecto ‘techo’ en la capa de ozono que impide que los gases que se están produciendo puedan disiparse.
En consecuencia, ''aparecen unas concentraciones de gases tóxicos mucho mayores que las que podemos soportar'', afirma. La buena noticia, según expresa Márquez, es que la distancia considerable con la 'zona 0' del volcán, dónde se producen mayores concentraciones, es ''la disolución de estos gases en el trayecto'', por lo que cuando llegan a la Península, normalmente, ''no llegan a ser dañinos''.
Sin embargo, aclara, que sus efectos a largo plazo pueden tener una mayor repercusión en los síntomas de enfermos con patologías respiratorias crónicas. ''Hemos visto que cuando se producen estos eventos y fenómenos meteorológicos, los enfermos con patologías respiratorias,como el asma o el EPOC, se descompensan con mayor facilidad y tienen muchas más exacerbaciones de sus enfermedades.''
Sus efectos sobre la salud humana, como ya sabemos, se dejan sentir de manera especial sobre el sistema respiratorio. Entre los síntomas se encuentran la dificultad o la alteración del ritmo respiratorio, tos, dolor de cabeza, irritación ocular o ardor en la garganta y los pulmones. En los casos más graves, puede provocar inflamación e infección de las vías respiratorias y destrucción de áreas pulmonares. También en menos proporción, bronquitis, alveolitis y neumolitis
Asimismo, recuerda que no solo estos pacientes son los perjudicados en la gravedad de estos fenómenos. ''Los enfermos crónicos en general pueden verse afectados por estas alteraciones atomosféricas y deben poner mayor atención en las precauciones'', subraya.
El experto en Neumología, vuelve a recalcar que la exposición a largo plazo a la contaminación del aire, agravada en el contacto con los gases tóxicos como el dióxido de azufre, puede aumentar las infecciones respiratorias y los síntomas de los trastornos respiratorios, y hace especial incidencia en la importancia de la prevención. ''El dióxido de azufre es uno de los gases más contaminantes para la atmósfera, la prevención es importante para evitar un posible aumento de enfermedades respiratorias a largo plazo''.
Entre una de las médidas más útiles, menciona un dispositivo bastante familiar: las mascarillas. Recomienda su uso también al aire libre, pese a no ser obligatorias, y señala que, incluso en una situación grave de altas concentraciones tóxicas, ''la mascarilla de doble filtro'' -diseñadas para proteger contra partículas nocivas- podría evitar los síntomas al conjunto de la población. ''Solo las personas más vulnerables a ellas, las ya mencionadas, notarían síntomas leves'', afirma.
En cualquier caso, el experto concluye que para evitar males mayores, si se produjera un cambio considerable en la previsión o en el devenir de los acontecimientos, ''lo recomendable sería cerrar las ventanas y quedarse en casa''.
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