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En un acontecimiento que marcará un hito en la historia de la medicina y la reproducción asistida, el Hospital Clínic de Barcelona ha asistido al parto de la primera mujer trasplanta de útero en España. Tamara Franco, la feliz madre que no podía concebir debido a un problema congénito, logró hacer realidad su sueño gracias a un trasplante de útero donado por su hermana en octubre de 2020. Con el nacimiento de su hijo Jesús, se alcanza el primer éxito del estudio llevado a cabo en el Hospital Clínic para confirmar la viabilidad de esta cirugía, la cual no está exenta de cuestiones éticas. Paralas voces favorables, el mundo de la reproducción asistidareproducción asistida ha sumado una nueva meta que ofrece esperanza a las mujeres que anteriormente no podían concebir y llevar un embarazo debido a la ausencia de útero o por condiciones médicas que lo impedían.
En 2015, el Hospital Clínic inició este programa experimental para el trasplante de útero en cinco casos específicos de mujeres con Síndrome de Rokitansky. Este síndrome se caracteriza por la ausencia de útero y trompas de Falopio, pero conservando los ovarios. El hospital obtuvo los permisos necesarios de comités de ética y del Departamento de Salud para llevar a cabo este programa pionero.
Su primera candidata fue Tamara, una chica joven que supo desde su adolescencia que no podría concebir. Su investigación la llevó hasta el Dr. Carmona, responsable de este programa, quien, sorprendentemente, contactó con ella al día siguiente. Así comenzó un proceso lleno de pruebas tanto para ella como para su hermana, quien finalmente le donó su útero. La intervención se llevó a cabo el 5 de octubre de 2020 en una cirugía de 20 horas que resultó exitosa, marcando un hito importante en su camino hacia la maternidad.
Pese a este final feliz, el camino no fue fácil. Dos meses después de la cirugía, la paciente experimentó su primer ciclo menstrual de forma normal, evidenciando una recuperación adecuada. Como parte del protocolo de trasplante de órganos, Tamara recibió un tratamiento de inmunosupresores, similar a cualquier persona que ha recibido un órgano trasplantado. Sin embargo, fue necesario esperar seis meses desde el inicio de su ciclo menstrual para llevar a cabo la primera transferencia de embriones, los cuales ya habían sido recolectados previamente.
Paralelamente, durante ese periodo, se comenzaron a administrar las primeras vacunas contra el COVID-19, y se tomó la decisión de priorizar la vacunación de Tamara debido a su condición de riesgo debido al tratamiento inmunosupresor. Tras recibir la vacuna, Tamara logró quedarse embarazada, pero desafortunadamente sufrió un aborto en la semana ocho de gestación, una situación que puede ocurrir en pacientes que están sometidas a tratamientos de fertilización.
Después de unos meses y una vez que Tamara se hubo recuperado completamente, contrajo una forma leve de COVID-19, lo que requirió esperar un tiempo adicional antes de realizar un nuevo intento de transferencia de embriones. Finalmente, se llevó a cabo una nueva fecundación y Tamara logró quedar embarazada exitosamente de su hijo Jesús.
Además, a lo largo del embarazo, Tamara experimentó una complicación llamada preeclampsia,preeclampsia la cual se caracteriza por un aumento de la presión arterial. Esta situación pudo haber sido causada por los inmunopresores que Tamara tomaba para prevenir el rechazo del útero trasplantado. Sin embargo, gracias a los numerosos controles médicos durante el período gestacional, el equipo médico pudo monitorear y controlar la preeclampsia hasta llegar a los siete meses de embarazo. En ese punto, se tomó la decisión de inducir el parto mediante una cesárea, la cual se llevó a cabo exitosamente el 10 de marzo sin complicaciones.
El bebé Jesús nació de manera prematura, con un peso ligeramente superior a un kilogramo, pero su estado de salud ha mejorado de manera positiva. Después de recibir los cuidados necesarios en el hospital, ha logrado alcanzar un peso de 3,2 kilogramos, lo que permitió que tanto él como sus padres fueran dados de alta y pudieran regresar a su hogar en Murcia.
El trasplante de útero, también conocido como trasplante de matriz, es una técnica quirúrgica que implica la implantación de un útero sano proveniente de una donante en una mujer receptora. Esta intervención ofrece una nueva opción para que las mujeres sin útero o con condiciones médicas que afectan su fertilidad puedan concebir y llevar a cabo un embarazo. Si bien es un procedimiento complejo y delicado, ha demostrado ser exitoso en casos seleccionados.
El procedimiento quirúrgico es altamente complejo y conlleva riesgos significativos. En primer lugar, se realiza la extracción del útero, utilizando técnicas de cirugía robótica para minimizar la invasividad. A continuación, se lleva a cabo la implantación del útero en una intervención abierta. En el caso específico de Tamara Franco, la extracción del útero duró aproximadamente 11 horas, mientras que la implantación requirió otras cuatro horas.
El doctor Antonio Alcaraz, jefe del servicio de Urología y especialista en trasplantes, reconoce que el proceso es altamente complejo desde el punto de vista técnico. El útero en estado no gestante tiene una circulación sanguínea limitada, con arterias uterinas de solo dos milímetros y venas de dos o tres milímetros. Esto dificulta su trasplantabilidad, ya que se deben buscar vasos sanguíneos de mayor tamaño y venas con un mayor flujo sanguíneo para asegurar la viabilidad del trasplante.
Además, es necesario tener cuidado de no comprometer la vascularización de órganos adyacentes, como la vejiga, lo que añade una complicación adicional al abordaje quirúrgico. El uréter, que se encuentra en el medio del proceso, también representa un desafío adicional, ya que debe evitarse cualquier daño en todo el procedimiento.
Asimismo, además de las complicaciones que pueden producirse en la cirugía, , los fármacos inmunosupresores utilizados para prevenir el rechazo pueden tener efectos secundarios no deseados. Además, los embarazos resultantes de estos trasplantes se consideran de alto riesgo, tanto para la madre como para el bebé. En el caso de Jesús, su nacimiento fue prematuro, y, en otros casos, las madres también han desarrollado preeclampsia y diabetes gestacional, entre otras complicaciones.
El proceso de trasplante de útero y posterior concepción requiere un enfoque multidisciplinario y un equipo médico altamente especializado. Comienza con la selección adecuada de las donantes y las receptoras, teniendo en cuenta aspectos como la compatibilidad inmunológica y los riesgos potenciales. La cirugía de trasplante en sí implica la conexión meticulosa de los vasos sanguíneos y la reconstrucción del tracto reproductivo. Después de la cirugía, la paciente debe recibir un tratamiento inmunosupresor para prevenir el rechazo del órgano transplantado. Una vez que el útero ha sanado y el equipo médico considera que es seguro, se puede proceder a la transferencia de embriones. Esto se realiza mediante técnicas de fertilización in vitro (FIV), donde los embriones se crean en el laboratorio a partir de los óvulos de la mujer receptora o de una donante.
El nacimiento del primer bebé de una mujer transplantada de útero representa un avance científico y un rayo de esperanza para aquellas mujeres que antes no tenían opciones para concebir y llevar un embarazo. Aunque el trasplante de útero aún está en sus etapas iniciales, el doctor Carmona ha subrayado que ha habido previamente otros casos en el mundo, donde ya se han ejecutado más de 100 trasplantes de útero y han nacido más de 50 niños, lo que "da una idea del tremendo éxito de esta técnica".
El Dr. Carmona ha revelado que hasta ahora han recibido consultas de hasta 107 mujeres interesadas en ser consideradas para el programa de trasplante de útero. Hasta el momento, el centro médico ha realizado dos trasplantes exitosos y se encuentran estudiando dos casos adicionales, uno de los cuales se encuentra en una etapa avanzada del proceso. Además, hay un par de casos más que podrían ser considerados para el proceso de selección final.
En cuanto a la posibilidad de incluir esta práctica en los servicios de salud, el Dr. Carmona enfatizó que un programa experimental debe ser contrastado y demostrado. También abogó por permitir que los profesionales sigan todos los pasos de evaluación necesarios para asegurar la efectividad y seguridad de esta técnica.
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