Poner límites es esa línea imaginaria que marcan muchas personas para proteger la salud emocional y mental con respecto a situaciones o personas. Establecer límites es una decisión, generalmente, difícil porque genera muchos conflictos. Hay que encontrar la manera y el momento en el que se decide empezar a poner límites. Cuando lo hagas, debes saber que no se consigue en un parpadeo, sino que lleva un proceso, pero vale la pena solo por tu paz interior.
Poner límites es una forma de respetarte a ti y al otro porque es posible decir que "no", sin ser agresivo. Decir que "no" está relacionado con la autoestima. Es un proceso en el que ambos conceptos se retroalimentan: tienes que tener autoestima para obviar pensamientos que te van a paralizar, pero a medida que vayas poniendo límites, tendrás más confianza en ti y más amor sentirás hacia ti mismo, por lo que fomenta tu crecimiento personal y la toma de decisiones.
Poner límites en diferentes situaciones
- En el trabajo. Es importante que haya una comunicación directa y hables de tus problemas como si tienes carga de trabajo o se abusa de la petición de favores. El trabajo es un entorno en el que nos cuesta mostrarnos tal y como somos, pero debe hacerse ya que al margen del mundo laboral, hay vida personal.
- En una relación de pareja. La comunicación abierta es uno de los pilares básicos dentro de una relación. Los límites tienen que ser sanos y cada miembro de la pareja tiene que tener su propio espacio, tanto para estar a solas con uno mismo, como para compartir con otros amigos o para tener ocio.
- Con amigos. A las amistades también hay que ponerles límites. No se puede estar en todos los planes y para todo el mundo.
- Con familiares. Es uno de los ámbitos que más cuesta poner límite, pero a la vez es muy necesario porque muchos familiares con eso de que hay parentesco, abusan de la confianza y toman decisiones sin pedir permiso y sobre temas que no les tocan. Ser pariente no te exime de respetar la vida de tu seres queridos.
- En redes sociales y tecnología. ¿Cuántas veces has entrado a ver "una" publicación en una red social y se te ha pasado el tiempo haciendo scroll sin darte cuenta? Hay que ser conscientes y no dejarse arrastrar por el imán de las plataformas sociales.
Cómo poner límites sin resultar agresivo
El problema que tienen la mayoría de las personas a la hora de poner límites es que hacerlo les resulta violento y para evitar el conflicto, dejan todo pasar. Hay maneras de hacerlo sin que a la otra persona le llegue el mensaje de manera agresiva.
- Utiliza el yo, mejor que el tú. Cuando vas a expresar algo que te molesta, es mejor que lo hagas mostrando cómo te sientes "Me siento mal por esto...", pero no lo hagas con el dedo acusador de "Tú me has hecho..." porque entonces esa conversación no va a acabar bien.
- Sé claro, específico y usa lenguaje positivo. Cuanto más se detallen las necesidades, mucho mejor. Por ejemplo, en lugar de decir "No me gustaría que llegaras tarde", puedes expresarlo como "Me gustaría que estuvieras a tiempo para la reunión". Suena más amable y a fin de cuentas, tiene el mismo significado y persigue el mismo fin.
- Ofrece alternativas. La negativa no tiene por qué ser rotunda. El límite es para decidir tú sobre tu vida. Por ejemplo, si alguien te dice de veros para tomar algo y siempre se hace cuando esa persona lo propone o cuando le viene bien, puedes decirle algún día "No, este día no puedo, pero si te parece podemos vernos este otro día".
- Usa un lenguaje amable, sin acusar. Se trata de poner límites sanos para llegar a un acuerdo y que las situaciones no te sobrepasen, ni los demás manejen tu vida.
- Escucha. Poner límites a ciertas situaciones es compatible con la cercanía emocional. Escuchando de verdad se puede llegar mejor a un entendimiento entre las personas.
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