Así interpreta nuestro cerebro los bulos y por eso nos los creemos
Investigación y Tecnología
Investigadores de la Universidad de Harvard: "La desinformación causa graves daños, desde sembrar dudas sobre la medicina moderna hasta incitar a la violencia"
Los efectos de la sobrecarga informativa durante la DANA: “El flujo constante de noticias alarmantes intensifica la ansiedad y el desgaste emocional”
Un bulo es una noticia falsa o información engañosa que se difunde con la intención de confundir, manipular o influir en las creencias y comportamientos de las personas. Generalmente, contienen datos incorrectos, sacados de contexto que se presentan como si fueran ciertos y para mayor credibilidad suelen tener acompañamiento audiovisual, cifras o citas falsificadas.
Cuando se crea un bulo, algo que no es ilegal, suele hacerse con la idea de conseguir unos objetivos entre los que se encuentra básicamente provocar una reacción negativa en el público. Por ejemplo, generar pánico, desacreditar a una persona o a un grupo, manipular la opinión pública o simplemente obtener atención y visitas en Internet.
Suelen propagarse con facilidad, sobre todo si se difunden a través de las redes sociales, aplicaciones de mensajería instantánea y, en algunos casos, medios de comunicación que no verifican adecuadamente sus fuentes.
Tipos de bulos y por qué nos los creemos
Hay muchos tipos de bulos, pero todos emiten una información errónea en forma de noticia. Suele repetirse con frecuencia en temas relacionados con el ámbito político o de la salud, ya que son casos en los que la información es más fácil de creer, así como también en aquellas otras que tienen que ver con alertas falsas sobre catástrofes como la que ha ocurrido con la DANA de Valencia.
Según investigadores de la Universidad de Harvard, "la desinformación causa graves daños, desde sembrar dudas sobre la medicina moderna hasta incitar a la violencia". Los bulos pueden llegar a tener consecuencias serias, ya que pueden provocar reacciones masivas en la población, generar miedo y desconfianza, afectar a la reputación de personas inocentes e incluso poner en riesgo la seguridad y la salud pública.
En este sentido y con respecto al tema que más nos concierne en la actualidad, la DANA de Valencia, el periodista José Luis Sastre y el presentador Miguel Maldonado exponen su punto de vista al respecto y nos dan una visión más clara acerca de por qué las personas suelen creerse más los bulos y por qué son tan peligrosos.
El daño que recibimos cuando compartimos contenido sin comprobar la veracidad
Los bulos suelen lanzarse cuando el ambiente de una situación concreta que tiene mucha cobertura social está crispado y emitir un bulo en ese momento provoca la reacción en cadena de muchas personas.
Compartimos todo lo que nos llega, sobre todo, si esa fuente es de nuestra confianza y ese contenido nos produce tal indignación, que lo difundimos para que los demás también lo sepan. Según la psicología, esto suele darse en situaciones de emergencia o en contextos excepcionales como, por ejemplo, el que se vivió en el Covid-19 cuando todos estábamos más tensos, llenos de miedos, con más alerta y, por tanto, más vulnerables a lo que nos pudiera llegar.
No podíamos salir y cualquier respuesta del exterior que pudiera calmar nuestras ansias de saber nos valía para creerlo. Es el momento de reaccionar con más intensidad a estímulos más ligeros, es decir, que con todo lo anteriormente mencionado sumado al mal humor de la propia situación, vamos a "saltar a la mínima" ante cualquier "información" que nos llega.
Eso lo saben los creadores de bulos y encuentran en estas situaciones el momento perfecto para lanzar un bulo. En este caso, compartimos uno emitido en redes sociales sobre la AEMET con respecto a las lluvias y la DANA que la propia Agencia Estatal de Meteorología tuvo que desmentir a través de su cuenta de X:
El efecto halo
El efecto halo es un sesgo cognitivo en el que la percepción positiva de una característica influye en la percepción general que tenemos de ella, afectando a nuestro juicio sobre otras características no relacionadas. Este fenómeno fue estudiado por el psicólogo Edward Thorndike en 1920, y desde entonces se ha observado en muchos aspectos de la vida cotidiana, desde la psicología hasta el marketing, las relaciones interpersonales y llegando a las noticias.
Este sesgo puede llevarnos a tomar malas decisiones o a emitir juicios superficiales que no siempre reflejan la realidad. Puede influir en cómo evaluamos a los demás, cómo elegimos productos, o incluso en cómo seleccionamos a los candidatos políticos. Por eso, es importante ser consciente de este sesgo y cuestionar nuestras primeras impresiones para evitar conclusiones precipitadas o injustas.
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