La ventana
Luis Carlos Peris
Realidad tras unos sueños infundados
En el mundo se estiman 425 millones de personas con diabetes. En concreto, nuestro país es el segundo de Europa con una mayor prevalencia de esta enfermedad, con un gasto sanitario que también encabeza la lista mundial. Y pese a que la investigación ha avanzado en los últimos años para crear tratamientos más sencillos y flexibles que mejoran la calidad de vida de los pacientes, sigue existiendo cierto desequilibrio dentro del tipo de diabetes que se padezca. Mientras que los tratamientos para la diabetes tipo 2 están tomando un rumbo prometedor, la diabetes mellitus tipo 1 es el gran reto científico y, lamentablemente, comienza a ser la gran olvidada, aplastada por el enorme peso epidemiológico de las que padecen la otra cara de esta enfermedad crónica. De hecho, la única terapia efectiva hasta la fecha contra el tipo 1 era la insulina. En esta versión, existe un componente genético en su desarrollo, que implica a familiares de primer grado, que convierte a ciertas personas en casos de 'alto riesgo'. Para ellos hay esperanza. Se trata de Teplizumab, una inmunoterapia capaz de retrasar dos años el inicio de la enfermedad en este tipo de pacientes.
Según informan, En Estados Unidos (EEUU) ya está disponible y se prevé que llegue a Europa en 2024 según la consultora Clarivate. Este anticuerpo monoclonal se dirige a CD3, molécula presente en los linfocitos T involucrados en el desarrollo de la enfermedad, y frena la destrucción de células beta productoras de insulina. Los ensayos clínicos con este fármaco se centraron en participantes que ya experimentaban un descenso de los niveles de péptido c, lo que significa que la producción de insulina y la función de las células beta ya se veían afectadas.
La inmunoterapia es un tratamiento que utiliza ciertas partes del sistema inmunitario de una persona para combatir enfermedades, en los últimos años con más aplicaciones en el cáncer pero que ya está mostrando resultados esperanzadores en un abanico más amplio de padecimientos. En este caso, Teplizumab, un anticuerpo monoclonal anti-CD3, es la primera terapia aprobada que ha demostrado retrasar la evolución de la diabetes tipo 1.
Los autoanticuerpos son sustancias segregadas por los linfocitos, previamente fabricadas por el sistema inmunitario, que atacan al propio tejido y suelen estar asociados a reacciones autoinmunes. Los autoanticuerpos relacionados con la diabetes tipo 1 pueden aparecer en los análisis de sangre meses o años antes de la aparición de los síntomas físicos que suelen conducir al diagnóstico.
La diabetes tipo 1 diabetes tipo1se desarrolla cuando las células T del sistema inmunológico destruyen erróneamente las células beta productoras de insulina del cuerpo. La insulina es necesaria para convertir la glucosa en energía. Teplizumab se dirige a las células T para disminuir la destrucción de las células beta.
Así, el tratamiento, que actúa directamente sobre el sistema inmune, puede desactivar las células inmunitarias que atacan a las células beta productoras de insulina, al tiempo que aumenta la proporción de células que ayudan a moderar la respuesta inmunitaria, estabilizando esencialmente la función de las células beta.
Pese a que la inmunoterapia no evita el desarrollo de la diabetes, se acerca a un resultado que abre horizontes hasta ahora no explorados. "Supone un hito en la investigación y el tratamiento de esta enfermedad", en palabras de Eduard Montanya a Diario Médico, director científico del Centro de Investigación Biomédica en Red de Diabetes y Enfermedades Médicas Asociadas (Ciberdem) y jefe de la Sección de Diabetes del Hospital de Bellvitge. "Aunque su impacto inicial puede ser limitado, por primera vez se dispone de un tratamiento capaz de modificar el curso de la diabetes tipo 1".
La aprobación americana de esta terapia se basa en un ensayo de fase II publicado en The New England Journal of MedicineThe New England Journal of Medicine en 76 participantes de 8 a 49 años considerados de alto riesgo de desarrollar diabetes tipo 1; todos ellos con un familiar de primer grado con la enfermedad, con al menos dos autoanticuerpos relacionados con la diabetes (proteínas producidas por el sistema inmunitario) y tolerancia anormal a la glucosa.
Los participantes se asignaron al azar al grupo de tratamiento, que recibió un ciclo de teplizumab de 14 días, o al grupo de control, que recibió un placebo. Durante el ensayo, el 72% de las personas en el grupo de control desarrolló diabetes clínica, en comparación con solo el 43% del grupo de teplizumab.
La mediana del tiempo transcurrido desde el inicio del estudio hasta la aparición del estadio 3 de la diabetes tipo 1 fue de 50 meses para el grupo que recibió teplizumab, frente a los 25 meses del grupo que no recibió la terapia. La aparición de la enfermedad dos años más tarde se produjo en un 70% de los participantes.
''Retrasar entre uno y tres años el debut de la enfermedad "es muy importante en niños preadolescentes", abunda la investigadora Iria Gómez Touriño al mismo medio mencionado, del Centro de Investigación en Medicina Molecular y Enfermedades Crónicas (Cimus) de la Universidad de Santiago de Compostela. "Se ha demostrado que este tiempo extra para que el páncreas crezca hasta el tamaño adulto conduce a un diagnóstico más benigno y reduce la progresión de la enfermedad a largo plazo".
Muchos factores, incluida la edad, podrían haber contribuido a la capacidad de teplizumab para retrasar la enfermedad clínica, ya que se sabe que los niños y adolescentes en riesgo progresan a la diabetes tipo 1 más rápido que los adultos. La progresión más rápida de la diabetes tipo 1 se asocia con un sistema inmunitario altamente activo, lo que puede explicar el impacto de los fármacos moduladores del sistema inmunitario como el teplizumab.
Asimismo, indica que el fármaco reduce el riesgo de cetoacidosis diabética y complicaciones a largo plazo en personas con riesgo de padecer diabetes tipo 1. Esto se consigue gracias el control activo de los niveles de autoanticuerpos y otros marcadores de esta enfermedad. Pero, sobre todo, los resultados tienen implicaciones importantes para las personas, especialmente los jóvenes que tienen familiares con la enfermedad, ya que pueden tener un alto riesgo y beneficiarse de la detección y el tratamiento tempranos.
Por un lado, el efecto adverso más temido es la linfopenia, asociada a la respuesta a la inmunoterapia sistémica, y que provoca un incremento de infecciones y reagudización de procesos infecciosos latentes. Por ejemplo, reacciones de hipersensibilidad o cuadros sistémicos a causa del síndrome de liberación de citoquinas. Este cuadro se presenta por una liberación grande y rápida en la sangre de citocinas de células inmunitarias afectadas por la inmunoterapia.
Asimismo, Teplizumab pertenece a una nueva clase de medicamentos biológicos, cuyo funcionamiento en el organismo es más complejo que el de los medicamentos tradicionales de moléculas pequeñas. Por ello, su uso es aún experimental y se necesita de mejores y más amplios resultados en el tiempo.
Por ejemplo, hasta un 90% de nuevos casos de diabetes tipo 1 se dan en personas que no tienen familiares afectos, por lo que sería necesario también identificar a estas personas para que el tratamiento fuera extensible a gran parte de la población que desarrolla este tipo de diabetes. Tan solo el 10% podría beneficiarse de esta terapia.
Además, otro inconveniente de esta terapia es que para su administración requiere una infusión intravenosa diaria durante 14 días consecutivos. En el ensayo la infusión se administraba durante 30 minutos y después el paciente se quedaba dos horas de reposo para comprobar su respuesta. Un tiempo prolongado que también habrá que pulir para que no suponga un impedimento en su administración.
Junto con los anticuerpos monoclonales, otros enfoques en inmunoterapia incluyen terapias celulares, nanopartículas, citocinas y terapias combinadas. Todas ellas deberán ser probadas a largo plazo para comprobar sus efectos secundarios y trasladarlos a personas que ya hayan desarrollado la enfermedad.
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