La importancia del diagnóstico precoz en el autismo: claves para una atención temprana y eficaz

Investigación y Tecnología

Desde Autismo Sevilla, con más de 25 años de trayectoria, se trabaja para sensibilizar a la sociedad y garantizar que las personas con autismo tengan acceso a los recursos y apoyos que necesitan

"Es necesario conocer el autismo y su realidad para poder entenderlo y poder ser consciente de lo que implica"

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Autismo / Freepik

El Trastorno del Espectro Autista (TEA) es una condición del neurodesarrollo que afecta principalmente a la comunicación, la interacción social y el comportamiento. Aunque la percepción social sobre el autismo ha evolucionado en los últimos años, todavía existen muchos estigmas y desconocimiento sobre las verdaderas necesidades y capacidades de las personas con TEA. Uno de los factores más determinantes para mejorar la calidad de vida de estas personas y sus familias es la detección temprana del trastorno y el acceso a intervenciones psicoeducativas lo antes posible.

Diversos estudios han demostrado que, cuando la intervención comienza en los primeros años de vida, el pronóstico de los niños y niñas con autismo mejora de forma significativa. Esto se debe a que durante la primera infancia el cerebro presenta una mayor plasticidad, lo que favorece el aprendizaje y la adquisición de habilidades sociales, comunicativas y cognitivas. Sin embargo, cuanto más tardío es el diagnóstico, más evidentes y complejas son las dificultades, lo que supone un mayor desafío tanto para las personas con TEA como para sus familias y el entorno. En este artículo abordaremos la relevancia de un diagnóstico precoz y sus beneficios, los indicadores que pueden alertar sobre la presencia de autismo en edades tempranas y las claves para promover la inclusión y la visibilidad de este colectivo.

La detección precoz y su impacto en la evolución del TEA

La intervención psicoeducativa es, hasta la fecha, la única herramienta respaldada con contundente evidencia científica para mejorar la vida de las personas con autismo. Sin embargo, su efectividad está estrechamente ligada a la edad en la que comienza. La diferencia entre un diagnóstico temprano y uno tardío puede marcar un antes y un después en la evolución del desarrollo de un niño o niña con TEA. Aunque no existe un porcentaje fijo y único que pueda aplicarse a todos los casos, los estudios sugieren que la mejora en el desarrollo social, comunicativo y adaptativo puede ser de entre un 60% y un 80% cuando la intervención se inicia antes de los tres años. Esto no implica que el autismo desaparezca, sino que las barreras y dificultades asociadas pueden reducirse de manera considerable, facilitando que la persona alcance su máximo potencial y pueda participar activamente en la sociedad.

Actualmente, los profesionales cuentan con herramientas como el cuestionario M-CHAT-R, que permite detectar indicios de autismo entre los 16 y los 30 meses de edad. Si el resultado es positivo, se realiza una evaluación más exhaustiva mediante la observación del comportamiento y entrevistas con la familia. Gracias a estos avances, el diagnóstico puede realizarse de forma fiable entre los 18 y los 36 meses, lo que abre la puerta a una atención temprana que minimice las dificultades futuras. El diagnóstico temprano no solo favorece el desarrollo del niño o niña, sino que también proporciona a las familias las herramientas necesarias para acompañarles en su aprendizaje, reduciendo la ansiedad, la incertidumbre y favoreciendo la creación de entornos inclusivos.

Sensibilización social y visibilidad del colectivo TEA

Más allá del diagnóstico y la intervención, la inclusión real de las personas con autismo en la sociedad pasa por un profundo proceso de sensibilización y empatía por parte de la ciudadanía. Aunque la representación del autismo en los medios y la cultura popular ha aumentado en los últimos años, aún persisten estereotipos y mitos que dificultan la plena integración de este colectivo. "Las personas con autismo disfrutan de la relación con las personas y son plenamente felices cuando participan y son miembros activos de la comunidad en la que viven", manifiesta el director general de la Asociación Autismo Sevilla, Marcos Zamora, "pero para ello necesitan de los apoyos adecuados, de herramientas para poder comprender el mundo social que les rodea y el respecto y accesibilidad de los entornos en los que participan", apunta.

El autismo no presenta rasgos físicos evidentes, ni existen marcadores médicos que permitan su identificación. Sus señales son conductuales y, cuanto más tempranas son, más sutiles pueden resultar. Algunos de los indicadores más comunes en la infancia son la ausencia de respuesta al nombre, el escaso interés por la interacción social, la falta de contacto ocular, las conductas repetitivas o la hipersensibilidad sensorial. Sin embargo, no todas las personas con TEA presentan estas señales de forma evidente, ya que se trata de un espectro amplio y diverso.

"Las personas con autismo tienen los mismos sentimientos que cualquier persona, pero por las dificultades de comunicación a veces no las expresan de la misma forma", manifiesta Marcos Zamora. Por otra parte, las personas TEA pueden tener dificultades para entender sus propias emociones, así como las de los demás. "Por ello, las personas que estamos a su alrededor tenemos que ser conscientes de ello y preocuparnos en cómo las personas pueden expresar de forma individual sus sentimientos, ser sensibles para entenderlos y darles herramientas para poder expresarlos de la mejor manera posible", apunta Zamora.

Compromiso social

Desde asociaciones como Autismo Sevilla, con más de 25 años de trayectoria, se trabaja para sensibilizar a la sociedad y garantizar que las personas con autismo tengan acceso a los recursos y apoyos que necesitan. A través de campañas de concienciación, formación a profesionales y familiares, y el desarrollo de servicios adaptados a las distintas etapas de la vida, la asociación apoya cada año a más de 800 personas y sus familias.

El compromiso social es clave para eliminar las barreras que enfrenta el colectivo TEA. Es fundamental promover entornos accesibles, respetuosos y comprensivos, y reconocer que las personas con autismo sienten y disfrutan como cualquier otra, aunque expresen sus emociones y necesidades de una manera diferente. Con el apoyo adecuado y la sensibilización de la sociedad, las personas con TEA pueden participar activamente en su comunidad, estudiar, trabajar y construir relaciones satisfactorias. Días como el Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo nos recuerdan que las personas con autismo están mucho más cerca de nosotros de lo que pensamos y que todos podemos contribuir a construir una sociedad más justa e inclusiva.

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