Un nuevo implante cerebral trata la depresión severa de una paciente con resultados efectivos
Por primera vez este nuevo implante ha sido capaz de localizar y bloquear mediante señales eléctricas la actividad cerebral relacionada con la depresión en una paciente que no respondía a los tratamientos convencionales
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La depresión es una enfermedad que en España tiene una prevalencia del 0,6%, según la Encuesta Nacional de Salud. Investigadores en todo el mundo siguen trabajando para encontrar un remedio contra este mal en un contexto en el que la salud mental ha cobrado relevancia. En esta línea, un grupo de investigadores de la Universidad de California ha realizado con éxito un primer ensayo de tratamiento de un implante cerebral en una paciente de depresión resistente.
Investigadores de la Universidad California San Francisco (UCSF) han desarrollado este implante con el que han conseguido tratar con éxito la depresión aguda en una paciente que no respondía a otros tratamientos. De hecho, hasta un tercio de las personas con depresión no responden o se vuelven resistentes al tratamiento. Ningún tipo de medicación o terapia parece ayudar. Para aquellos con una depresión tan resistente al tratamiento, el futuro puede parecer especialmente negativo.
EL proyecto del equipo consistía en investigar métodos de estimulación cerebral profunda que pudieran aliviar los síntomas de la depresión. Y así fue en el caso de Sarah.
Implante a medida para cada paciente
La paciente en cuestión se trata de Sarah, una mujer de 38 años que ha sufrido de depresión severa desde que era niña y que ha sido la primera paciente en someterse a este tratamiento experimental. Según cuenta el New York Times, Sarah probó casi todos los tratamientos sin éxito. Tomó 20 medicamentos diferentes, pasó meses en tratamiento en el hospital, intentó la terapia electroconvulsiva o la estimulación magnética transcraneal. Nada acabó de funcionar. Sin embargo, sus síntomas cesaron poco tiempo después de ponerse el implante.
"Había tocado fondo", comenta Sarah, que pidió ser identificada solo por su nombre de pila. "Estaba muy deprimida. No podía verme a mí misma continuando si esto era todo lo que podría hacer, si nunca pudiera ir más allá de esto. No era una vida que mereciera la pena", afirma.
Este 'marcapasos' para el cerebro identifica la región afectada y envía una pequeñísima carga eléctrica que provoca la eliminación de los síntomas de la enfermedad.En lugar de aplicar el mismo tratamiento de estimulación cerebral para todos, los investigadores rastrearon manualmente dónde aparecía la depresión de Sarah en el cerebro.
La diferencia de este trabajo radica en que, en este caso, en lugar de decidir las áreas del cerebro a estimular en base a conocimientos genéricos sobre la depresión, los investigadores examinaron las características particulares de la depresión de la paciente de manera individualizada.
Identificaron un biomarcador, en este caso, un patrón específico de ondas cerebrales, que no se había identificado antes en el trastorno depresivo mayor, y lo usaron para personalizar la máquina para que solo estimule cuando y donde se expresó el biomarcador.
"En unas pocas semanas, los pensamientos suicidas simplemente desaparecieron", comentó Sarah al medio estadounidense. "Luego fue un proceso gradual en el que fue como si mi visión del mundo hubiera cambiado".
OTROS TRATAMIENTOS FALLIDOS
Y aunque la idea de tener un pequeño dispositivo implantado en nuestro cráneo puede parecer demasiado para algunos, los investigadores partían de experiencias previas con implantes cerebrales que habían obtenido buenos resultados en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson y la epilepsia.
Pero la depresión es significativamente más complicada que cualquiera de esas enfermedades. Hasta ahora, los resultados sobre la estimulación cerebral profunda para la depresión que se dirige a regiones particulares del cerebro, como el área 25 de Brodmann, han sido mixtos y en su mayoría decepcionantes.
DESARROLLO DEL TRATAMIENTO
El tratamiento consta de dos fases. En la primera el objetivo es identificar el patrón específico de la actividad cerebral (biomarcador) responsable de la aparición de los síntomas. Para ello Sarah se tuvo que someter a una exploración intensiva que duró 10 días.
En ese tiempo tuvo que llevar unos electrodos que medían su actividad neuronal e informar a los investigadores acerca de cómo se sentía emocionalmente. Tras la exploración el equipo pudo identificar con precisión el biomarcador que provocaba los síntomas de la depresión de Sarah.
Concretamente, el implante cuenta con dos electrodos, uno de los cuales se insertó en el área en la que se detectó este patrón y el otro en la que controla los síntomas de la depresión. De esta forma, se programó la máquina para que, cuando el primero detectase el patrón, el segundo produjera una levísima descarga eléctrica durante 6 segundos.
En el caso de Sarah, comentan, colocaron el dispositivo de estimulación en su hemisferio cerebral derecho y lo vincularon a electrodos situados en dos regiones: el estriado ventral, relacionado con la emoción, la motivación y la recompensa, que es donde la estimulación elimina sus sentimientos de depresión. Y en la amígdala, donde, según los investigadores, se puede predecir cuándo los síntomas serán más graves.
Solo estimular el cerebro una vez que surgen los síntomas, o en este caso el biomarcador, es también una nueva forma de utilizar la estimulación cerebral profunda en la depresión. En estudios anteriores, la estimulación se realizó de forma continua a intervalos preestablecidos, y no cuando surge una actividad cerebral depresiva específica. Esto en sí mismo podría ser un gran cambio para hacer que la técnica sea más exitosa.
GRAN AVANCE PARA LA PSIQUIATRÍA
Este estudio marca el camino hacia un nuevo paradigma que se necesita desesperadamente en psiquiatría", afirma Andrew Krystal, profesor de psiquiatría y uno de los autores principales del estudio. "Hemos desarrollado un enfoque de medicina de precisión que ha controlado con éxito la depresión resistente al tratamiento de nuestra paciente. Identificando y modulando el circuito de su cerebro que está asociado de forma exclusiva con sus síntomas."
''Necesitamos observar cómo estos circuitos varían entre pacientes y repetir este trabajo varias veces. Y necesitamos ver si el biomarcador o circuito cerebral de un individuo cambia con el tiempo a medida que continúa el tratamiento'', dijo Scangos.
El equipo ya está inscribiendo a más pacientes en el estudio para ver si pueden encontrar marcadores depresivos más personalizados y proporcionarles su propio 'marcapasos cerebral' especializado.
Pero, en cualquier caso, sí es cierto que, algún día, el uso de implantes cerebrales para tratar la depresión y otras condiciones psiquiátricas cuando sean resistentes al tratamiento podría convertirse en una opción realista para terminar con el sufrimiento.
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