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Los grandes secretos de la pérdida de peso han conseguido ser desvelados por la ciencia con el paso de los años. A pesar de ser un problema multifactorial y complejo, se han logrado importantes avances en el conocimiento de los mecanismos de control del apetito. El más importante es el equilibrio entre el consumo de calorías y el gasto de energía. Es decir, es necesario consumir menos calorías de las que se queman mediante actividad física y metabolismo basal. Esto se puede lograr a través de una dieta saludable y equilibrada, así como de la práctica regular de ejercicio físico. También es importante tener en cuenta los hábitos diarios, como dormir lo suficiente y reducir el estrés, ya que estos factores pueden afectar el peso corporal. Asimismo, existe un componente evolutivo que implica al propio organismo humano. Éste cuenta con métodos efectivos para restringir el consumo de alimentos y, por ende, prevenir el incremento constante de peso. Comprender estos mecanismos es esencial para desarrollar terapias destinadas a combatir la obesidad. Así, en la investigación sobre el aumento de peso y la obesidad, las hormonas desempeñan una función crucial, pero a menudo se les presta menos atención en comparación con otros aspectos relacionados con la nutrición.
Así, hay varias hormonas que desempeñan un papel importante en la regulación del apetito, el metabolismo y el almacenamiento de grasa, lo que puede influir en el control del peso. Las principales hormonas relacionadas con la regulación del apetito y la saciedad son la grelina, la leptina y la insulina. Otras hormonas son la adiponectina y el cortisol que, aunque no están directamente implicadas, juegan un papel en importante en la sensación de apetito y su control. ¿Cómo funciona cada una?, ¿se pueden controlar?
En primer lugar, hay que saber que la conducta alimentaria se encuentra organizada en distintas zonas del cerebro que conforman el sistema límbico. El hipocampo, que es el centro de la memoria y los hábitos, nos permite recordar la necesidad de comer, ya que a medida que repetimos ciertas acciones, estas se convierten en hábitos que son almacenados en esta área del cerebro. Por otro lado, el hipotálamo regula tanto la sed como el apetito, siendo una parte clave en el control de nuestra conducta alimentaria. Las hormonas son producidas por diversas glándulas en el cuerpo y actúan como mensajeros químicos que transmiten señales a través del sistema endocrino y llegan a estas zonas cerebrales.
El papel de cada una se produce:
Existen varias formas de controlar los niveles de hormonas que regulan el apetito, aunque cabe destacar que algunas de ellas pueden requerir la supervisión de un profesional de la salud.
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