Higiene emocional: qué es y cómo podemos ponerla en práctica para tener equilibrio en nuestras vidas
Investigación y Tecnología
La higiene emocional nos permite reconocer, expresar y trabajar con nuestras emociones de manera saludable
Ayuda a reconocer lo que sentimos, entender por qué lo sentimos y permitirnos expresarlo de forma segura y constructiva
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Cuidar nuestro estado emocional es esencial para poder llevar una vida plena y una de las maneras de hacerlo es a través de la higiene emocional la cual implica una dedicación intencional de cuidado de nuestra mente y de nuestras emociones. Así será más fácil que gestionemos las experiencias difíciles, fomentemos las relaciones sanas y alcancemos una mayor paz interior. A través de esta práctica lograremos reconocer, expresar y trabajar con nuestras emociones de manera saludable. Vivimos en un mundo que constantemente exige nuestra atención, energía y, en muchas ocasiones, nuestras emociones, por lo que ignorarlas se nos hace difícil.
Todos los días pasamos por momentos de estresantes, que nos provocan tristeza, ansiedad o frustración y la higiene emocional nos brinda la oportunidad de integrar herramientas con las que afrontar las circunstancias que ciertas situaciones nos pueden llevar a salirnos de control. Para ser más concretos, la higiene emocional ayuda a reconocer lo que sentimos, entender por qué lo sentimos y permitirnos expresarlo de forma segura y constructiva.
Así que ahora que vienen días festivos y de descanso, es una buena ocasión en la que poder mirar hacia adentro e intentar calmar los posibles malestares que tengamos, pero sin juzgarnos, ni reprimir lo que sentimos. Esa es la esencia de la higiene emocional, esa conexión sincera, a la vez que dolorosa, con uno mismo, pero también necesaria para sentirnos en paz y en equilibrio en nuestras vidas.
"Necesitamos encontrar formas que nos ayuden a liberar y expresar nuestras emociones acumuladas"
Muchas veces, por evitar el dolor o el malestar, nos alejamos de nosotros mismos, negando o minimizando lo que realmente sentimos. Este distanciamiento interno puede llevarnos a vivir de una manera superficial, desconectados de lo que realmente somos y necesitamos. Practicar la higiene emocional nos invita a hacer una pausa, a escucharnos y a reconectar con nuestras emociones de una manera profunda y honesta.
Cómo podemos practicar la higiene mental
- Aprende a soltar. Esta parte es esencial ya que necesitamos dejar ir las experiencias pasadas o dejar de pensar en el futuro para poder seguir adelante. Este apego emocional puede ser perjudicial, ya que es lo que nos impide avanzar y nos mantiene en un ciclo de sufrimiento, pero eso no quiere decir que tengamos que olvidar o negar nuestras experiencias, sino aprender a dejarlas ir cuando ya no nos sirven, ni nos aportan nada; solo nos limitan para seguir avanzando. Soltar es un acto de amor propio, es una manera de liberarnos de cargas emocionales innecesarias y de abrir espacio para nuevas experiencias y emociones.
- Perdonar tanto a los demás como a uno mismo. Todos cometemos errores, todos experimentamos momentos de debilidad y todos tenemos cosas que mejorar. Pero además, el perdón nos permite liberar resentimientos y sanar heridas que, de otro modo, seguirían afectando a nuestro bienestar emocional. Nos permite ver más allá de los errores y reconocer nuestra humanidad compartida. Por otro lado, el perdón no significa justificar o minimizar el daño, sino aceptar que todos somos imperfectos y que todos merecemos la oportunidad de seguir adelante sin cargar con el peso del rencor. Perdonar es un gesto liberador que nos ayuda a restablecer nuestra paz interior, algo que es esencial para poder hacer una buena higiene emocional.
- Rodéate de personas que te apoyen y te comprendan, ya que las relaciones saludables son un pilar en nuestra vida emocional. No podemos subestimar el impacto que tienen en nuestro estado emocional las personas que nos rodean, así que estar cerca de personas que nos permitan ser auténticos, que nos acepten tal como somos y que nos brinden su apoyo en momentos de dificultad nos va a ayudar a tener una buena higiene emocional. Del mismo modo, que ser selectivos con aquellas otras influencias negativas nos ayuda a proteger nuestra mente.
Hay que aprender a poner límites
Todos queremos agradar, evitar conflictos y llevarnos bien con los demás y lo llevamos a cabo sacrificando nuestro bienestar emocional, por lo que en este sentido es necesario poner límites para protegernos y para afirmar nuestro derecho a cuidarnos. Cuando establecemos límites claros, estamos enviando un mensaje a los demás, y a nosotros mismos, de que nuestro bienestar es una prioridad. No se trata de establecer barreras insalvables, sino más bien formas de comunicarnos con claridad y de asegurarnos de que nuestras relaciones sean equilibradas y respetuosas.
"La higiene emocional es un compromiso diario con nuestro bienestar y con nuestra autenticidad"
Necesitamos encontrar formas que nos ayuden a liberar y expresar nuestras emociones acumuladas. Por ejemplo a través de la práctica de actividades como el arte, el ejercicio, la escritura, la meditación o cualquier otra actividad que nos permita conectar con nuestras emociones. Esto tiene que ser solo una forma de "desahogarnos", sino de crear un espacio seguro en el que podamos explorar nuestras emociones sin miedo, actividades que nos permitan conocernos mejor y con las que poder desarrollar una mayor inteligencia emocional, lo cual es esencial para una buena higiene emocional.
El objetivo es alcanzar el equilibrio interior
La higiene emocional es un compromiso diario con nuestro bienestar y con nuestra autenticidad. Nos recuerda que cuidar de nuestras emociones es tan importante como cuidar de nuestra salud física, y que solo a través de este cuidado consciente podemos alcanzar una verdadera paz interior. Al practicar la higiene emocional, no solo mejoramos nuestra relación con nosotros mismos, sino que también enriquecemos nuestras relaciones con los demás, pues somos capaces de ser más compasivos, más comprensivos y más empáticos.
No se trata de ser perfectos, ni de no sentir nunca dolor o tristeza ya que la higiene emocional no nos inmuniza contra las experiencias difíciles, pero nos prepara para enfrentarlas con una mayor fortaleza y resiliencia. Nos enseña que la verdadera fortaleza no reside en no sentir, sino en permitirnos sentir plenamente y aprender de nuestras emociones. Con cada pequeño acto de cuidado emocional, estamos cultivando un entorno interno en el que podemos crecer y florecer, un espacio en el que nos sentimos seguros para ser nosotros mismos, con todas nuestras luces y sombras.
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