Daniel Sancho, escoltado por policías tailandeses
Daniel Sancho, escoltado por policías tailandeses / Somkeat Ruksaman
Redacción - D. S.

23 de abril 2024 - 11:37

Miguel Carcaño, José Rabadán, el asesino de la catana, o Iria Suárez y Raquel Carlés, las brujas de San Fernando, ya sintieron hace años lo mismo que Daniel Sancho en estos momentos. Vivieron un proceso público de enjuiciamiento por su participación en diferentes crímenes y se colocaron en el punto de mira de millones de personas, sorprendidas, impresionadas, afectadas, sobrecogidas y escandalizadas en su inmensa mayoría, pero deslumbradas, fascinadas, maravilladas e, incluso enamoradas, de esas personas a priori monstruosos por los hechos que se les imputan. Es lo que se conoce como hibistrofilia y así está afectando a Daniel Sancho, a quien recientemente ya se le ha dedicado una serie documental en HBO Max.

Según analizan los expertos, la hibristofilia consiste en sentir atracción por personas que han cometido algún tipo de delito o crimen, o bien que presentan una clara propensión a hacerlo o que se encuentran al margen de la ley. Experiencias traumáticas vividas en el pasado, necesidades narcisistas, tendencias antisociales, con desprecio por la moral convencional, o personalidades con baja autoestima, que intentan encontrar cobijo bajo la coraza de lo que consideran la antítesis de su carácter se esconden detrás del perfil de este porcentaje reducido de personas, pero que genera un enorme ruido en torno a estos criminales, que reciben cartas de amor en las cárceles e incluso visitas que con el paso del tiempo llegan a formar relaciones.

El efecto halo

¿Cómo es posible que alguien con cierto sentido común pueda llegar a enamorarse de otra persona a la que conoce directamente al verse implicado en un atroz crimen? ¿Por qué hay chicas que son fans de los asesinos en serie? El concepto de hibristofilia se puede reducir a esa atracción por lo prohibido, lo peligroso y lo transgresor. Algunos de los implicados se acercan inicialmente por compasión ("ese joven tan guapo y aparentemente educado no puede ser tan cruel para hacer algo así"), por considerar que ellos son capaces de cambiarles (abogados de pobres) o simplemente fascinados por la primera impresión que les produce.

Determinadas personas quedan fascinadas por la primera impresión que les produce la figura de un asesino

"Se trata de un sesgo cognitivo perturbador que desafía las nociones convencionales sobre el amor y la atracción. Es la peculiar inclinación hacia individuos que han cometido crímenes graves o actos violentos, que deja entrever un análisis profundo de las relaciones humanas, los sesgos cognitivos y las complejas interacciones entre emociones y conductas", definen otros expertos. Sesgos de novedad y de la narrativa, sin duda asociado a eso que seguramente todos hayamos comprobado en nuestras propias carnes en alguna ocasión de que cuanto más nos dicen que no podemos, más ganas tenemos de hacer o conseguir dicha cosa.

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