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¿Hay épocas con mayor probabilidad de ruptura sentimental? Así evolucionan las parejas a lo largo del año

Investigación y Tecnología

 Silvia Congost (Psicóloga): "Lo que más cuesta aceptar de una ruptura es precisamente eso, su final. Decir adiós"

Una psicóloga explica que cuando una persona nos deja de hablar sin motivo: "Realmente nos hacen un favor increíble"

Rupturas sentimentales / Freepik

Cada pareja es única y ninguna relación puede regirse por patrones establecidos, planes idealizados en tu cabeza y por guiones que la sociedad nos ha ido imponiendo con el tiempo y que hemos heredado de generaciones anteriores. Una misma relación pasa por diferentes fases porque las personas también vamos cambiando y aunque no haya nada estipulado, lo que sí nos pueden vaticinar los expertos en psicología, a través de los estudios realizados, es que hay ciertas épocas del año en los que la relación pasa por mejores momentos que en otras. Algunas logran salvar sus diferencias y otras, acaban definitivamente en separación.

A lo largo del año, las relaciones de pareja atraviesan diversas etapas y puede que, incluso, no seamos ni conscientes de ello, pero deberíamos prestar atención porque pueden tener un impacto significativo en la estabilidad emocional y sentimental de quienes la integran.

Como hemos dicho, cada relación es única y los factores personales siempre jugarán un papel clave, pero no podemos desafiar a lo que tiene que ser y es que estadísticamente hay algunos momentos del año en los que aumentan las probabilidades de ruptura. Veamos cómo evolucionan las relaciones de pareja a lo largo del año y algunos de esos momentos decisivos en la toma de decisiones de coger caminos separados.

Fiestas de Navidad y principios de año: fase crítica en una relación de pareja

El principio de año es uno de los momentos más críticos en la vida de una pareja. Después de las fiestas navideñas y las vacaciones de fin de año, que generalmente incluyen celebraciones con familiares y amigos, suelen implicar altos niveles de expectativa y estrés. Muchas parejas se ven envueltas en conflictos familiares, problemas de presupuesto y una rutina distinta a la habitual, lo que puede generar tensiones.

Además de que diciembre y la Navidad representa un momento para hacer balance y muchas personas se dan cuenta que su relación no le hace lo suficientemente feliz y que las crisis de pareja se han repetido más de lo que deberían, por lo que ven en diciembre un mes idóneo para cerrar un ciclo antes de empezar un nuevo año. Las expectativas sociales y culturales en torno a las festividades también añaden una presión adicional, lo que puede llevar a que, si la relación está pasando por una fase frágil, termine en ruptura.

El "inicio de un nuevo año" es un período en el que algunas personas reflexionan sobre sus objetivos personales entre los que se encuentra el replanteamiento de su vida en pareja. En este contexto, enero suele tener un índice elevado de rupturas, con muchas personas que deciden comenzar el año enfocándose en un nuevo comienzo, libre de las frustraciones o decepciones que pudieron experimentar en su relación.

La primavera, la sangre altera

Otro momento del año que se caracteriza por el fin de las relaciones de pareja es la primavera. De hecho, muchos profesionales de la psicología señalan este periodo como el que más rupturas suceden con respecto a otras épocas del año.

A medida que el clima mejora y los días se alargan, aumentan las actividades al aire libre y las interacciones sociales. Esto produce un aumento de energía que puede llevar a algunas personas a cuestionar si la relación que tienen es realmente lo que desean o si se sienten limitadas en su exploración personal y social.

La primavera trae consigo una especie de "nuevo aire", en el que las personas se sienten más animadas a realizar cambios. Para algunas parejas, este cambio puede ser positivo, renovando el entusiasmo mutuo, pero para otras puede significar el final de un ciclo, especialmente si alguno de los miembros de la pareja siente o lleva tiempo sintiendo que necesita algo diferente, así como siente la necesidad de explorar nuevas conexiones sociales.

Verano y después de las vacaciones

Y de la primavera, pasamos al verano, otro momento crítico para las parejas debido a que es una época en la que las personas pasan más tiempo libre con sus familias. Sin embargo, no es una cuestión del verano porque nada nace de la nada, sino que en este tiempo adicional de convivencia es cuando nos damos cuenta de la realidad y los conflictos nos reflejan el verdadero estado de la relación que en el resto del año han pasado desapercibidos y debido a la sumersión de las tareas de la rutina diaria no le hemos prestado la suficiente atención.

Es una época en la que empiezan a aflorar los desacuerdos entre los integrantes de la pareja, sobre todo en la forma de disfrutar el tiempo libre, aparecen diferencias en la manera de organizar los viajes o incluso el estrés de la convivencia continua pueden generar roces importantes. En algunos casos, la presión de las expectativas de tener el "verano perfecto" también desgasta las relaciones. Lo que sucede es que a muchas parejas les cuesta dar el paso ya que según la psicóloga Silvia Congost, "lo que más cuesta aceptar de una ruptura es precisamente eso, su final. Decir adiós".

Las parejas que no han logrado resolver sus conflictos en etapas previas al verano encuentran en la temporada estival momentos de enfrentamientos directos y muchas de ellas optan por la ruptura al terminar la temporada, buscando así evitar más conflictos o decepciones. El otoño, por su parte, es una estación en la que muchas personas tienden a revaluar sus prioridades. Al regresar a la rutina habitual, como el trabajo, los estudios o las actividades cotidianas, se da una especie de "recalibración" emocional.

Las personas evalúan su relación en el contexto de un nuevo ciclo laboral o escolar, y es común que los cambios en el estilo de vida hagan que algunas relaciones pierdan su sentido de cohesión. Para quienes están en relaciones de larga duración, el otoño puede ser una etapa de maduración, en la que la pareja decide trabajar en sus diferencias y fortalecer sus vínculos. Sin embargo, para otros, puede ser un tiempo en el que las incompatibilidades se vuelven más evidentes y la necesidad de una ruptura se hace más clara.

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