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La Navidad es una época que produce dos efectos en las personas completamente opuestos. Por un lado, están los que adoran la Navidad y la viven siempre con la misma ilusión que cuando eran pequeños. Y por otro, están los que no les gusta nada y además lo pasan realmente mal.
Estas fechas por sí mismas ya producen ciertos sentimientos de angustia a muchas personas. No es que haya una razón concreta, sino que se juntan diferentes trastornos emocionales que remueven sentimientos no muy buenos en una época en la que se supone que todo es paz, amor y felicidad. El problema no es tanto el que sean experiencias positivas o negativas, sino la intensidad con la que se vive. Veamos qué tipos de fobias nos podemos encontrar en estas fiestas, a parte de las que ya desencadena la propia Navidad.
A la hora de preparar un regalo, hay siempre cierto miedo con que no se consiga sorprender. Es una época señalada para regalar y todos queremos dejar y que nos dejen un buen recuerdo. Por eso, algunas personas lo viven con mucha presión y malestar. Para otras, recibir regalos es una experiencia estresante porque existen los pensamientos intrusivos sobre si se habrá correspondido a la otra persona de una manera adecuada. Aunque parezca un momento de felicidad, para muchas personas es realmente una tesitura incómoda y angustiosa.
Es un trastorno más común de lo que se piensa. Hay muchas personas que les supera el temor de morir aplastado por la caída de un árbol. Así que lo pasan realmente mal ya que la mayoría de los hogares y de sitios públicos están decorados con árboles de Navidad.
Las personas que experimentan este miedo lo pasan realmente mal porque luces de Navidad hay por todas partes y algunas son tan llamativas que incomodan mucho a las personas que detestan los flashes. La Navidad no es realmente el mejor escenario donde pueden estar estas personas.
Normalmente, detrás de la cibofobia hay una experiencia negativa con algún alimento que resultó traumática la cual recuerdan fácilmente. Se suele corresponder con el momento después de haber comido un alimento en mal estado o algún otro que te produjo una reacción alérgica.
Si a las comidas y cenas familiares le añadimos que tenemos que pasar horas y horas sentados porque no nos queda otra, si sufres catisofobia esto puede ser aún más dramático. Aunque puede parecer extraña, esta fobia es real y puede afectar la calidad de vida de quienes la padecen.
La singenesofobia no es exactamente un miedo, es más bien un rechazo de aquellas personas que viven completamente desligadas de sus parientes y hacen todo lo posible por evitar las reuniones con ellos. En Navidad, es prácticamente inevitable el encuentro, así que experimentan una sensación de angustia, miedo y ansiedad que se debe a conflictos no resueltos.
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