Cómo entrenar nuestra flexibilidad corporal para evitar la rigidez muscular
Investigación y Tecnología
La falta de movimiento constante puede llevar a que los músculos se acorten y las articulaciones pierdan parte de su movilidad natural, lo que se traduce en rigidez
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La flexibilidad es una capacidad fundamental para el bienestar y el movimiento eficiente del cuerpo humano. Aunque muchas veces se asocia exclusivamente con bailarines o gimnastas, la realidad es que todos podemos beneficiarnos de un cuerpo flexible. Pero, ¿qué significa realmente ser flexible? ¿Cómo podemos mejorar nuestra flexibilidad de manera gradual y sostenible? Entrenar esta habilidad no solo mejora la movilidad, sino que también ayuda a prevenir lesiones y reduce la rigidez muscular.
Ser flexible o inflexible tiene que ver con la capacidad de los músculos y articulaciones para moverse a través de su rango completo de movimiento. La flexibilidad está influenciada por factores como la edad, el género, el nivel de actividad física y la genética. Por ejemplo, los niños suelen ser más flexibles debido a que sus tejidos conectivos y articulaciones son naturalmente más elásticos. Sin embargo, a medida que envejecemos, esta elasticidad disminuye si no la trabajamos activamente. Esto quiere decir que a mayor actividad física regular, mayor probabilidad de ser flexibles y si llevamos una vida sedentaria, iremos perdiendo flexibilidad. La falta de movimiento constante puede llevar a que los músculos se acorten y las articulaciones pierdan parte de su movilidad natural, lo que se traduce en rigidez.
Flexibilidad para la vida diaria
La flexibilidad no es solo una característica deseable en el ámbito deportivo, sino que también es importante para poder realizar nuestras actividades diarias. Desde agacharse para recoger algo del suelo hasta girar el torso para mirar hacia atrás, casi todos los movimientos requieren cierto grado de flexibilidad. Pero, ¿cuándo se considera que alguien es flexible? No existe una medida única, ya que esto puede variar según la actividad específica o las necesidades individuales. Por ejemplo, para una persona promedio, ser capaz de tocarse los pies con las manos puede indicar un buen nivel de flexibilidad en la zona lumbar y los isquiotibiales. En cambio, para un atleta o bailarín, la flexibilidad puede implicar realizar aperturas de piernas completas o ejecutar movimientos complejos que requieren gran amplitud articular.
El desarrollo de la flexibilidad debe ser un proceso gradual. Tratar de forzar el cuerpo a posiciones extremas sin preparación puede ser contraproducente y aumentar el riesgo de lesiones. Lo ideal es incorporar ejercicios de estiramiento en la rutina diaria, priorizando la calidad sobre la cantidad. Un enfoque consciente y constante produce mejores resultados a largo plazo. El calentamiento previo es esencial para preparar los músculos y articulaciones, aumentando el flujo sanguíneo y la temperatura corporal. Los estiramientos realizados después del ejercicio también son fundamentales, ya que ayudan a reducir la tensión muscular y favorecen una mayor elasticidad.
Cómo mejorar nuestra flexibilidad
Una forma efectiva de mejorar la flexibilidad es practicar estiramientos estáticos. Estos consisten en mantener una posición de elongación durante un tiempo determinado, generalmente entre 15 y 60 segundos. Este tipo de estiramientos permite que los músculos se relajen y se alarguen de manera segura. Por otro lado, los estiramientos dinámicos, que implican movimientos controlados y repetitivos, también son útiles, especialmente como parte del calentamiento. Estas técnicas fomentan la movilidad activa y preparan al cuerpo para el movimiento.
En este sentido, la entrenadora y youtuber, Patri Jordan, nos explica a través de su cuenta de youtube GymVirtual cómo podemos mejorar nuestra flexibilidad si somos principiantes.
El yoga y el pilates son disciplinas excelentes para desarrollar la flexibilidad, ya que combinan estiramientos con fortalecimiento muscular y conciencia corporal. Estas prácticas no solo mejoran la elasticidad, sino que también fomentan una postura adecuada, alivian el estrés y aumentan la conexión entre la mente y el cuerpo. Además, trabajar con la respiración durante los estiramientos puede potenciar los resultados, ya que ayuda a liberar tensión y permite que los músculos se relajen más profundamente.
Un aspecto importante a considerar es la paciencia. Muchas veces, queremos ver resultados rápidos, pero la flexibilidad requiere tiempo y dedicación. La constancia es clave. Dedicar unos minutos cada día a estirar puede marcar una gran diferencia con el tiempo. También es importante escuchar al cuerpo y evitar el dolor. Aunque es normal sentir cierta tensión al estirarse, nunca se debe llegar al punto de incomodidad extrema o dolor agudo, ya que esto puede indicar una lesión.
La hidratación y la nutrición también juegan un papel importante en la flexibilidad. Los tejidos conectivos necesitan estar bien hidratados para mantener su elasticidad y una dieta equilibrada que incluya vitaminas y minerales esenciales puede favorecer la salud general de músculos y articulaciones. Además, llevar un estilo de vida activo y evitar largos periodos de inactividad contribuye significativamente al mantenimiento de la flexibilidad.
Entrenar la flexibilidad no solo mejora el movimiento, sino que también nos ayuda a sentirnos más conectados con nuestro cuerpo y a disfrutar de una mejor calidad de vida.
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