Cómo entrenar el cuerpo para mejorar el tránsito intestinal

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La actividad física estimula los músculos de la pared intestinal

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Caminar por la naturaleza es una actividad relajante que ayuda a regular el tránsito intestinal / Canva

El tránsito intestinal es una parte esencial del bienestar general del cuerpo, ya que permite la eliminación de los desechos y la absorción adecuada de los nutrientes necesarios para mantener una buena salud.

Aunque muchas personas asocian el tránsito intestinal con la dieta, el ejercicio físico también desempeña un papel crucial en su mejora y mantenimiento. Entrenar el cuerpo para favorecer un tránsito intestinal eficiente no solo contribuye a la salud digestiva, sino que también mejora el estado físico y mental de manera integral.

Ejercicio y prácticas físicas que mejoran el tránsito intestinal

Uno de los aspectos más importantes para mejorar el tránsito intestinal a través del ejercicio es el movimiento. La actividad física estimula los músculos de la pared intestinal, conocidos como musculatura lisa, que son responsables de los movimientos peristálticos, es decir, las contracciones que impulsan los alimentos y los desechos a través del sistema digestivo.

Cuando el cuerpo está en movimiento, especialmente durante actividades que aumentan la frecuencia cardíaca como caminar, correr o nadar, estos músculos también se activan, lo que promueve un tránsito más eficiente. Además, el ejercicio ayuda a reducir el tiempo que los alimentos permanecen en el intestino grueso, disminuyendo la cantidad de agua que se reabsorbe en las heces, lo que las hace más suaves y fáciles de evacuar.

"Las torsiones suaves y las posturas que comprimen el abdomen estimulan el flujo sanguíneo hacia la zona abdominal y mejoran la digestión"

Otro aspecto relevante es mantener una buena postura y flexibilidad con la que poder trabajar en la movilidad del cuerpo. Muchas asanas de yoga, por ejemplo, están diseñadas para masajear los órganos internos, incluyendo los intestinos.

Las torsiones suaves y las posturas que comprimen el abdomen pueden estimular el flujo sanguíneo hacia la zona abdominal y mejorar la digestión. Además, estas prácticas ayudan a liberar tensiones y estrés, factores que a menudo están contectados con problemas intestinales como el estreñimiento o el síndrome del intestino irritable.

El fortalecimiento del núcleo también tiene un impacto directo en el tránsito intestinal ya que los músculos abdominales y del suelo pélvico trabajan en conjunto con los intestinos para facilitar el proceso digestivo.

Al fortalecer esta zona a través de ejercicios como planchas, puentes o abdominales suaves, se puede mejorar la presión intraabdominal, lo que favorece un tránsito más fluido. Sin embargo, es importante evitar ejercicios de alta intensidad o presión excesiva en el abdomen, ya que esto podría generar incomodidad o incluso problemas como el reflujo ácido.

Ser constantes y cumplir con una rutina garantizan los resultados

El ritmo y la constancia del ejercicio son igualmente cruciales. Incorporar actividad física regular en la rutina diaria ayuda a establecer un patrón en el organismo, incluido el sistema digestivo.

Un hábito constante de ejercicio, combinado con horarios regulares de comida y sueño, puede ayudar a sincronizar el reloj biológico, promoviendo evacuaciones intestinales más predecibles y saludables. Incluso actividades simples como caminar después de una comida pueden ser muy beneficiosas para la digestión, ya que la gravedad y el movimiento trabajan juntos para mover los alimentos a través del tracto digestivo.

"Todo depende de la persona y su situación inicial, pero, en general y siendo constantes, podemos notar una mejora del tránsito intestinal en la misma semana", declara la dietista-nutricionista de Zagros Sports, María Sánchez Maroto, en el portal CuídatePlus.

"Es importante no sobrecargar el organismo"

La hidratación es un componente importante que no debemos olvidar durante el entrenamiento ya que va a favorecer el trásito intestinal. Durante el ejercicio, el cuerpo pierde líquidos a través del sudor, lo que puede llevar a deshidratación si no se repones adecuadamente.

Un cuerpo bien hidratado permite que las heces mantengan una consistencia adecuada, facilitando su paso por los intestinos. Por lo tanto, es esencial beber suficiente agua antes, durante y después del ejercicio para optimizar sus beneficios en la salud intestinal.

Escuchar al cuerpo

El manejo del estrés a través del ejercicio es otro factor importante. El estrés crónico puede alterar la función del sistema nervioso entérico, conocido como el "segundo cerebro" del cuerpo, que regula los intestinos.

El ejercicio físico, especialmente actividades que combinan movimiento con relajación, como el yoga, el tai chi o incluso caminatas en la naturaleza, puede reducir los niveles de cortisol y promover un estado de calma que beneficia el sistema digestivo. Al aliviar el estrés, el cuerpo puede concentrarse mejor en sus funciones esenciales, como la digestión y la eliminación de desechos.

"Debemos ajustar la intensidad o el tipo de actividad"

Por último, es fundamental escuchar al cuerpo. Aunque el ejercicio es beneficioso, es importante no sobrecargar el organismo. Un exceso de actividad física puede generar un estrés adicional que podría ser contraproducente para el tránsito intestinal.

Del mismo modo, si se experimentan molestias durante o después del ejercicio, como calambres abdominales o problemas digestivos, es importante ajustar la intensidad o el tipo de actividad y consultar con un profesional de la salud si los problemas persisten.

En definitiva, entrenar el cuerpo para mejorar el tránsito intestinal implica una combinación de movimiento regular, fortalecimiento muscular, hidratación adecuada y manejo del estrés. Cada pequeño cambio en la rutina puede tener un impacto positivo en la salud digestiva, contribuyendo no solo a un mejor funcionamiento del tránsito intestinal, sino también a un bienestar físico y mental más amplio.

La clave está en la constancia, la paciencia y la adaptación de las actividades físicas a las necesidades individuales de cada persona. Con tiempo y dedicación, estos hábitos pueden transformar significativamente la salud intestinal y la calidad de vida en general

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