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Te pasas el año deseando que lleguen las vacaciones. Te "matas" a trabajar para dejar todo preparado para la vuelta y también para que tus compañeros "no se coman el marrón". Llega ese día y por fin ya puedes liberarte y descansar, pero de repente, cuando más tranquilo estás, te empiezas a encontrar mal.
Puede que no entiendas qué le está pasando a tu cuerpo, pero es algo bastante común, aunque, por otra parte, tampoco debería ser normal enfermar al iniciar unas vacaciones. Pero bueno, en cualquier caso, lo que te sucede se conoce como "síndrome de las vacaciones" o "síndrome del ocio".
La explicación, aunque aún no hay evidencia científica oficial, solo estudios basados en encuestas a personas, es que tu cuerpo, al haber estado sometido a altos niveles de estrés, fruto de una agenda apretada y responsabilidades que requerían una alta exigencia de ti mismo, ha liberado el cortisol que te mantenía con la energía por las nubes y ayudaba a tu concentración.
Cuando, por fin, llega el descanso, el cuerpo baja la guardia y los niveles de cortisol disminuyen, debilitando el sistema inmunológico y, por tanto, haciendo que estés más susceptible a infecciones.
En primer lugar, hay una alteración en el equilibrio del cuerpo. Las vacaciones suelen implicar cambios en la alimentación, el sueño y la actividad física, dejando a tu cuerpo más vulnerable a la entrada de enfermedades.
A veces, el cuerpo se ha mantenido en un estado de alerta durante tanto tiempo que cuando finalmente se relaja, es más probable que presente síntomas de enfermedades que estaban "esperando" una oportunidad para manifestarse. De ahí, la importancia de escuchar las señales que te va mandando tu cuerpo para indicarte que debes parar o bajar el ritmo.
"La clave para saber por qué a menudo nos sentimos agotados y desfondados justo en el arranque de las vacaciones", explica en el diario ABC Bienestar, la psicóloga Beatriz Gil Bóveda, "tiene que ver con el efecto del estrés producido por un cambio brusco en la rutina", por lo que "puede llegar a debilitar el sistema inmunológico, lo que aumenta la posibilidad de padecer enfermedades".
"Cuando el estresor desaparece, es cuando todos esos recursos que hemos liberado para hacerle frente siguen ahí funcionando y acaban desgastando nuestro sistema físico, pero también nuestro aparato psíquico", asegura Vanesa Fernández, doctora en psicología y profesora en la UCM.
Por eso, es fundamental tener una buena planificación previa, aprender a delegar para reducir la carga mental y establecer límites en el trabajo. De esta manera, no llegamos "a rastras" al descanso y no lo esperamos con tanta ansia.
Por otra parte, evitamos caer en el 'Síndrome Burnout' que, según el psicólogo Javier García Ruiz, conocido en redes sociales como Psicólogo Sevillano, no desaperece con días de descanso los cuales pueden ser solo un parche, en el caso de que a la vuelta continúes con la misma dinámica. Por lo que ese tiempo no habrá servido para recuperarte.
"Cuidar el bienestar emocional y físico es esencial. Y eso incluye hacer ejercicio y mantenerse activo, buscar momentos para relajarse y visualizar las vacaciones como una época de descanso, pero también de cambio de actividad y de rutinas. No por quedarnos tirados en la cama y en el sofá descansaremos más", aclara Gil Bóveda.
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