Elena Daprá, psicóloga del COP: "Los incels no nacen así. Se forman a partir de una mezcla de dolor emocional, exclusión social y exposición a ideas tóxicas que se retroalimentan entre sí"
Investigación y Tecnología
No todos terminan en extremos peligrosos, pero sin contención emocional o apoyo psicológico, pueden perderse en un ciclo muy destructivo
Elena Daprá (Psicóloga del COP) sobre las parejas DADT: "Mi experiencia clínica es que siempre sale uno dañado de estas situaciones"

En los últimos años, el término "incel" ha ganado notoriedad en internet, en los medios de comunicación y en la actualidad a través de la serie 'Adolescencia'. La palabra, que proviene de la abreviatura en inglés de "involuntary celibate" (célibe involuntario), hace referencia a hombres que se identifican como incapaces de encontrar pareja o mantener relaciones sexuales a pesar de desearlo. Lo que en principio podría considerarse una dificultad individual se ha convertido en un fenómeno con implicaciones psicológicas y sociales que merece una atención más profunda.
Un perfil psicológico marcado por el aislamiento
Las personas que se identifican como incels suelen compartir rasgos emocionales y cognitivos que los predisponen al aislamiento. Baja autoestima, ansiedad social y pensamientos obsesivos sobre el rechazo son características comunes dentro de este grupo. "Aunque en principio el término puede sonar neutral, en la práctica se ha asociado con comunidades en internet que a menudo expresan frustración, resentimiento o, incluso, odio hacia las mujeres y hombres que sí tienen relaciones (a quienes llaman 'Stacys' y 'Chads', respectivamente)", explica la psicóloga Elena Daprá.
"O eres un 'Chad' atractivo con todo fácil, o eres un fracasado sin esperanza"
Muchos tienen baja autoestima y pueden adoptar discursos fatalistas sobre su apariencia o personalidad, además desarrollan ideas machistas o misóginas, culpando a las mujeres por su situación. De hecho, es común que los incels usen un lenguaje particular como la palabra 'blackpill' que es la creencia de que la biología determina el valor de una persona en el mercado sexual. Por otra parte, "no todas las personas que enfrentan dificultades para encontrar pareja se consideran incels, ni todos los incels participan en comunidades tóxicas. Sin embargo, las versiones más radicales del movimiento han sido asociadas con discursos de odio y, en algunos casos, con actos violentos", apunta la psicóloga.
El impacto de la sociedad y la cultura digital
Las dificultades emocionales de los incels no se generan en el vacío. Existen factores sociales y culturales que refuerzan su percepción del mundo en la que juegan un papel muy importante la presión del ideal que tienen de la masculinidad basado en la fortaleza, el éxito económico y el atractivo físico. "Muchos incels comienzan sintiéndose 'diferentes' o 'inferiores' desde jóvenes, lo que se refuerza con rechazos o falta de experiencias afectivas", manifiesta Elena Daprá.
En este contexto, se hace más difícil el desarrollo de habilidades para formar relaciones reales, por lo que se refuerza el sentimiento de soledad y de aislamiento. Otra de las características de los incels es que ven el mundo en puntos extremos, "o eres un 'Chad' atractivo con todo fácil, o eres un fracasado sin esperanza".
"Sin contención emocional o apoyo psicológico, pueden perderse en un ciclo muy destructivo"
Las comunidades digitales han servido como refugio para muchos incels, ya que ahí encuentran un espacio donde compartir su frustración sin recibir ser cuestionados, pero también han potenciado sus creencias negativas. El problema es que en estos entornos se genera un efecto eco: solo escuchan opiniones que refuerzan su victimismo y en algunos casos, la narrativa incluso se radicaliza hacia la misoginia y la glorificación de la violencia.
Entre el vacío emocional y la búsqueda de pertenencia
Más allá del discurso de odio que puede aparecer en los espacios más extremos, en el fondo, el fenómeno incel es una manifestación de una necesidad insatisfecha de pertenencia y validación. "Los incels no nacen así. Se forman a partir de una mezcla de dolor emocional, exclusión social y exposición a ideas tóxicas que se retroalimentan entre sí", explica Elena Daprá. "No todos terminan en extremos peligrosos, pero sin contención emocional o apoyo psicológico, pueden perderse en un ciclo muy destructivo", apunta.
"El fenómeno incel es una señal de una crisis emocional más profunda"
Este sentimiento de exclusión los lleva a crear una jerarquía interna que refuerza sus creencias. Desde los 'normies', aquellos que tienen vidas amorosas y sexuales normales, hasta los 'truecels', que creen que jamás podrán ser amados, cada categoría refleja la forma en que perciben la interacción con los demás.
Un camino hacia la prevención y la intervención
Aunque el fenómeno incel puede parecer difícil de abordar, existen estrategias para prevenir y revertir su impacto. La educación emocional desde la infancia es clave para que las personas desarrollen una autoestima saludable y aprendan a gestionar el rechazo de manera positiva. Los incels son personas que han recibido humillación o rechazo a edades tempranas, dos traumas que "cambian la percepción de uno mismo para siempre", apunta la psicóloga.
Además, cuando un menor está dentro del fenómeno incel para ayudarle a salir de ahí, es necesario reformular el concepto de masculinidad a través de los cuales se incluyan modelos más diversos y realistas, ya que ellos sienten que no "encajan en ningún grupo". En este sentido, se puede fomentar una visión saludable de la masculinidad.
El acceso a apoyo psicológico es otro factor fundamental, además de actividades sociales a través del fomento de redes reales. "Prevenir el pensamiento incel no es censurar, sino acompañar, educar y ofrecer alternativas reales de conexión, autoestima y apoyo antes de que se refugien en la rabia o el odio".
Para ello, es crucial intervenir en los entornos digitales, limitando la exposición a comunidades tóxicas y fomentando la interacción en espacios saludables.
En última instancia, el fenómeno incel no es simplemente una cuestión de relaciones fallidas, sino una señal de una crisis emocional más profunda. Comprender sus raíces y ofrecer soluciones basadas en la empatía y el apoyo psicológico sin estigma es el primer paso para cambiar la narrativa y ayudar a quienes se sienten atrapados en este ciclo de frustración y aislamiento.
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