El ejercicio intenso aumenta el riesgo de padecer esclerosis lateral amiotrófica
Enfermedades
Investigadores británicos han encontrado que el ejercicio intenso y regular puede aumentar el riesgo de esclerosis lateral amiotrófica (ELA) en personas genéticamente predispuestas a desarrollar la enfermedad.
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La esclerosis lateral amiotrófica es una enfermedad rara que ataca principalmente las células nerviosas motoras, o neuronas, que regulan los músculos detrás de los movimientos voluntarios, como caminar, hablar y masticar. En España alrededor de 40.000 personas sufrirán esta enfermedad durante toda su vida, una tasa significativa a la que se suma el riesgo de padecerlo con la práctica de deporte intenso y regular. Así lo ha demostrado un nuevo estudio publicado en la revista Journal of Neurology Neurosurgery & Psychiatry, respaldando la idea de que un historial de ejercicio vigoroso puede aumentar el riesgo de desarrollar este raro trastorno neurológico en aquellas personas predispuestas a desarrollarla.
La investigación, realizada por miembros de un gran proyecto europeo que estudia la ELA, examinó a sujetos en Irlanda, Italia y los Países Bajos. Y es importante destacar que los expertos no defienden la reducción del ejercicio físico, pues se ha demostrado que la actividad física protege contra problemas de salud que son mucho más comunes que ELA, como la diabetes, varios cánceres y enfermedades cardiovasculares.
Posibles causas
Este raro trastorno comienza a presentarse con rigidez y debilidad en los músculos, pero avanza gradualmente hasta el punto en que el cerebro ya no puede controlar el movimiento voluntario y los pacientes pierden la capacidad de comer, hablar, moverse y finalmente respirar.
Según los investigadores, a pesar de que la actividad física ha demostrado otorgar protección contra enfermedades cardiovasculares, diabetes y diversos tipos de cáncer, también debería tenerse en cuenta el nivel de intensidad del mismo, dado que existiría como desventaja añadida el riesgo e sufrir enfermedades raras relacionadas con las motoneuronas, como es el caso de la ELA.
Los casos entre la población son relativamente raros, aunque es más común en el caso de los atletas y deportistas de élite. A raíz de esto, los investigadores comenzaron a estudiar su vínculo, el más famoso fue el del jugador de béisbol estadounidense Lou Gehrig, de ahí que la enfermedad también lleve su nombre. Pero la evidencia que relaciona la actividad física con el ELA no ha sido concluyente, y los autores del nuevo artículo sugieren que la razón principal es que los estudios se han establecido de manera diferente y han usado distintos métodos.
Sabiendo esto, los investigadores del Centro Médico de la Universidad de Utrecht -Holanda-, dirigidos por el profesor Leonard van den Berg, del Departamento de Neurología, compararon el estilo de vida de 1.557 individuos diagnosticado de ELA en Europa con 2.922 individuos sanos.
Según sus hallazgos, las personas diagnosticadas con ELA tenían más probabilidades de haber participado en ejercicios intensos. De hecho, los individuos que hacían más ejercicio tenían hasta un 26% más de riesgo de desarrollar este tipo de enfermedad en comparación a las personas menos activas. Según van den Berg, existía una asociación linea: a mayor cantidad de ejercicio más riesgo.
El análisis del conjunto completo de casos mostró que la actividad física de por vida en horas de trabajo estaba relacionada con un aumento del 7% en el riesgo de ELA y un aumento del 6% en el riesgo con actividad física en el tiempo libre.
El ejercicio intenso no es la causa
Por otro lado, a pesar de esta relación directa, los investigadores descartan que el ejercicio físico sea un factor importante en el desarrollo de la ELA, aunque sí sugieren que podría ser un factor importante a tener en cuenta en aquellos individuos genéticamente predispuestos a sufrir la enfermedad.
Por tanto, su consejo es equilibrar los beneficios y riesgos conocidos: se conocen multitud de beneficios ligados al ejercicio físico, y su relación como "colaborador" en el desarrollo de la ELA es novedoso, y por tanto requiere más investigación. Más si cabe teniendo en cuenta la escasa incidencia de la enfermedad, en comparación a la gran cantidad de patologías contra las cuales protege el ejercicio físico y que han ido aumentando en las últimas décadas: desde enfermedades cardiovasculares hasta enfermedades neurológicas como la Enfermedad de Alzheimer.
Por tanto, no es aconsejable en ningún caso llevar a cabo un estilo de vida sedentario con el objetivo de "prevenir la ELA".
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