Elizabeth Clapés, psicóloga
"Eres humano y lo que sucede a otras personas, te duele y te enseña"
Vivimos en la era de la información: un mundo que, a veces, nos sobrepasa. Sucedió en 2020, cuando se decretó el estado de alarma por la pandemia de la Covid-19; en 2022, con la invasión rusa de Ucrania; y sucede ahora, que la DANA ha sacudido al este peninsular y, por extensión, al conjunto de la sociedad española. Querer saber qué ocurre en el mundo es inevitable, pero la exposición continua a noticias de alto impacto tiene su efecto en la salud mental de las personas.
“El flujo constante de contenidos alarmantes puede intensificar la ansiedad y el desgaste emocional”, asegura la psicóloga Conchita Sisí, directora de Salud en Mente. Esta realidad llega a “dificultar la gestión de las emociones y, en ciertos casos, produce una sensación duradera de malestar”. Se trata de un enemigo silencioso: el bombardeo incesante de la información. Y no solo eso. Hablamos también de la imperiosa necesidad de estar informados.
“Suena el despertador y las noticias nos abruman, nos acompañan comiendo, paseamos con ellas e incluso están en los momentos de descanso”, relata Cruz Roja en un artículo de su blog, donde expone la misma cuestión. Además, se trata de noticias negativas y desoladoras que, a diferencia de lo que sucedía hace años, se presentan a un ritmo acelerado e intrusivo.
Sobre este asunto, Conchita Sisí habla del fenómeno conocido como doomscrolling. Es decir, “la práctica de pasar mucho tiempo en redes sociales o portales de noticias consumiendo contenidos negativos”. En la actualidad, son muy numerosas las personas con alguna plataforma social (el 86% de los internautas españoles, según los datos de IAB Spain), que practican el scroll infinito o desplazamiento continuo.
Esto se refiere a la aparición automática de contenidos relacionados, especialmente en los reels de Instagram o TikTok. Algo que, además de favorecer la “adicción” a la red, complica la llegada del momento de desconexión y provoca saturación mental alrededor de los sucesos. En la mayoría de los casos se trata de información repetitiva, que no está contrastada y genera alarma en el usuario que la percibe.
Antes de que nos sumergiésemos de lleno en el mundo tecnológico y digital, el conocimiento de la actualidad se reducía al visionado del telediario a determinadas horas o a la lectura del periódico en papel. Ahora, la realidad ha cambiado y es fácil saber cuándo entras, pero no cuándo sales de la información.
Estamos ante el “síndrome de la sobrecarga informativa”, como se desprende de un estudio de L.E. Parra Medina y F.J. Álvarez Cervera, publicado en la Revista de Neurología. “Vivimos la época de mayor difusión e información en la historia de la humanidad, y este exceso de información ha dado como consecuencia considerar la atención humana como un bien escaso”, apuntan los expertos en la introducción. Asimismo, se llega al extremo de sobrecarga, “cuando la cantidad o intensidad de información excede la capacidad limitada de procesamiento cognitivo”.
Según la publicación, entre los síntomas que provoca este estado se encuentran los siguientes: “trabajo ineficiente, confusión, retraso al tomar decisiones, falta de evaluación crítica de la información, pérdida de control sobre la información, falta de perspectiva general, ansiedad o estrés”, entre otras.
“La exposición constante a malas noticias mantiene al sistema nervioso en un estado de alerta continua, lo que incrementa el estrés y afecta a la capacidad de relajarse y desconectar”, añade Sisí. Por ese motivo, es aconsejable establecer unos límites. Tal y como indica Cruz Roja, lo ideal es alcanzar “un punto medio entre estar ausente a lo que ocurre e informado, pero con distancia”.
A continuación, vamos a ver algunas pautas que nos pueden ayudar a la hora de desconectar y mantener una relación sana con la actualidad. Todo ello, a fin de preservar el bienestar emocional de las personas:
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