El dolor en la uña de una mujer durante 40 años que resultó ser un tumor poco frecuente
Sucesos
La mujer, de 58 años, había sido diagnosticada inicialmente con la enfermedad de Reynaud o con presentar un neuroma
Una raya en una uña resultó ser señal de un melamona
Descubren un cáncer terminal a joven madre en el momento de dar a luz
Al dolor crónico o habitual no todos estamos acostumbrados, aunque en el frenetismo del día a día pasemos por alto señales de alarma que nuestro propio cuerpo nos envía. Sin embargo, y pese a que puede ser síntoma de una afección leve, ciertas enfermedades se manifiestan a través de señales que podríamos confundir con dolencias del día a día. Es el caso presentado en el Congreso anual de la Sociedad Europea de Anestesiología y Cuidados Intensivos o Euroanaesthesia.
Detrás hay un equipo de anestesiólogos y cirujanos franceses y armenios, que han trabajado juntos en la resolución de un caso en el que una mujer vivió con un tumor manifestado en un dedo de su mano derecha durante 40 años. Esto pone de manifiesto cómo algo tan común como un tumor puede tardar décadas en ser diagnosticado si no se presta atención a los síntomas que pueden resultar los más comunes.
La paciente en cuestión, de 58 años, llevaba aquejándose de este dolor durante décadas, aunque los diagnósticos tampoco fueron identificados de manera correcta por los equipos médicos que la revisaron. Un dolor que se le hacía difícil por dos motivos: el primero porque una de sus aficiones principales es tejer; y dos, porque la protagonista es diestra.
La mujer aquejaba de un dolor punzante y ardiente acompañado de hormigueos en el antebrazo y el hombro derechos. Todo ello se acentuaba con el cambio de temperatura, especialmente con la exposición al frío. Y de sus numerosas visitas médicas, dos de los diagnósticos fueron más concretos: . Uno era la enfermedad de Reynaud y, el otro, un neuroma.
La enfermedad de Raynaud es un trastorno poco frecuente de los vasos sanguíneos que afecta generalmente los dedos de las manos y los pies. Esta enfermedad provoca un estrechamiento de los vasos sanguíneos cuando la persona siente frío o estrés. La otra, es la regeneración descontrolada e ineficaz del tejido nervioso en una zona lesionada de un nervio periférico en torno al cual se forma un muñón o herida que produce reacciones sensitivas como las que manifestaba la paciente (pinchazos, calambres, quemazón...)
Una señal en la uña, clave
La mujer puso fin a este periplo médico por casualidades también poco afortunadas.Se trata de la segunda guerra del Alto Karabaj, un conflicto armado entre las fuerzas armadas de Azerbaiyán contra Armenia y la República de Artsaj en la región del Alto Karabaj. Fruto de esa guerra, el Gobierno francés decidió impulsar un programa de formación médica en el que estaba implicada la Clínica Wigmore, la responsable de poner fin a esta larga odisea en la que ningún tratamiento había dado resultado.
El Hospices Civils de Lyon, uno de los hospitales galos implicados, mandó a varios de sus profesionales a formar a los colegas armenios en el campo de la medicina multidisciplinar. El equipo estaba compuesto por un especialista en dolor, un cirujano de mano, un fisioterapeuta, un especialista en infecciones óseas y articulares, un microbiólogo, un neurólogo y un radiólogo. El mismo equipo que atendió a nuestra protagonista.
Tras un examen físico detallado, y su revisión por los diferentes miembros del equipo, observaron un dato curioso. Y es que más que el dedo, lo que le dolía a la mujer era la uña. En concreto, presionar sobre ella, acariciar el borde de la misma, aplicar hielo en su mano y sostener la mano hacía abajo producían en la paciente el mismo patrón de dolor que la actividad que ella asociaba al mismo, tejer.
Una especie de talón de Aquiles que la había advertido durante años. Si Aquiles, como guerrero, fue atacado en su punto débil en batalla, esta mujer lo estaba sufriendo en un terreno también familiar. Sin embargo, los especialistas vieron que levantar y sostener su brazo proporcionaba un alivio del dolor casi instantáneo.
Esto desorientó a los profesionales, quienes finalmente tuvieron que fijarse en los pequeños detalles. Así, advirtieron que una pequeña sección de la uña de su dedo índice derecho estaba ligeramente abultada y no sólo eso: también se veía más oscura que la uña circundante y ligeramente morada.
Diagnóstico final
Pruebas radiológicas confirmaron las sospechas: se trataba de un tumor glómico. La buena noticia es que se trata de tumores benignos (no cancerosos), de origen vascular (surgen de las células que constituyen los vasos sanguíneos o linfáticos) y de causa desconocida. Suelen darse en un bajo porcentaje de población (1-2%) y son más prevalentes en mujeres.
En este sentido, y teniendo en cuenta los signos físicos, suelen localizarse en la yema de los dedos y debajo de la uña, provocando problemas funcionales importantes, debido al dolor que generan. Además, el dolor paroxístico y dolor intenso son los principales síntomas, junto con la frecuente sensibilidad al frío.
El problema de este tipo de tumores es que,debido a su infrecuencia, y su poco conocimiento fuera del ámbito de la cirugía de mano, el diagnóstico de un tumor glómico suele demorarse en el tiempo. La solución pasa por el quirófano y la extirpación del tumor. Una solución, que tras 40 años, se le puso remedio en media hora. El tumor resultó ser benigno y de apenas 5 mm de tamaño.
"No hubo complicaciones de la cirugía y la recuperación de la paciente transcurrió sin incidentes. Cuando fue vista en una cita de seguimiento tres meses después de su operación, dijo que ya no tenía ningún dolor en el dedo. Pudo volver a su pasatiempo, tejer, y casi olvidar estos 40 años de sufrimiento", sentenciaron en un comunicado.
No hay comentarios